2º MISTERIO
VISITACION DE NUESTRA SEÑORA A SU PRIMA ISABEL
Por aquellos días, María se levantó y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 140 km desde Nazaret hasta Ein Karem
Al llegar todos la miraban de forma estaña, era una criatura de quince años pero se palpaba que era alguien importante,
Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando oyó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando en voz alta, dijo:
—Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Pues en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada tú, que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor.
También María se siente llena del Espíritu Santo, y a las bendiciones de Isabel responde con el Magnificat, el canto de la gratitud a Dios, todo serenidad y humildad, todo confianza en el poder y en la misericordia del Altísimo: —Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la pequeñez de su esclava.
NOSOTROS
Vemos a María una jovencita de quince años alegre.
¿ Cual fue mayor alegría? ¿La alegría de María en Belén o aquella otra de la mañana de Pascua? ¿ Cual fue más emotiva la de la Anunciación o, esta otra, de la visitación a su prima Isabel?
En María, todo es alegría y de la buena. Sabía que, en el principio y final de todas las cosas, Dios habitaba y, por lo tanto, sólo restaba el vivir con alegría.
María una jovencita de quince años alegre.
¿ Cual fue mayor alegría? ¿La alegría de María en Belén o aquella otra de la mañana de Pascua? ¿ Cual fue más emotiva la de la Anunciación o, esta otra, de la visitación a su prima Isabel?
En María, todo es alegría y de la buena. Sabía que, en el principio y final de todas las cosas, Dios habitaba y, por lo tanto, sólo restaba el vivir con alegría.
El mundo en el que nos movemos está sembrado de tristezas. Es raro encontrar dos semanas seguidas, dos meses continuos, sin sobresaltos que amenazan nuestra felicidad.
Cual fue el secreto de la felicidad de María? Ni más ni menos que DIOS. Dios estaba inundando todo su ser; lo que era y pensaba, lo que creía y hacía, lo que soñaba y esperaba. María, sabía perfectamente, que la armonía con Dios era fuente de paz y de felicidad.
Algo parecido nos ocurre a muchos de nosotros (pueblos, ciudades, santuarios...) cuando ponemos a María muy cerca de nuestras batallas, proyectos, ilusiones y trabajos. Sentir su compañía en el caminar, su complicidad en nuestras decisiones, su mano en el día a día, hace que nos sintamos más felices, más contentos, más dispuestos a vivir con optimismo nuestra vida.
¿Es María causa de alegría para nuestra fe? ¿Es motor de sonrisas y de horizontes nobles?
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