santo evangelio según san Juan (5, 31-47)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis.
“ Quien escucha mi palabra, posee la vida eterna ”
En el Evangelio de hoy el Señor comienza a experimentar la tensión y el rechazo hacia él, por su manera de proceder ante el sábado y por llamar a Dios Padre. Quien escucha la palabra de Jesús como enviado de Dios participa de su misma dicha. Experimenta en su existencia el paso de la muerte a la vida.
Jesús es perseguido por los judíos a causa de las curaciones en sábado.
Para fundamentar sus obras, Jesús revela su propia identidad de Hijo de Dios, poniéndose así por encima de la ley:"lo que hace el Padre, eso mismo hace el Hijo".
Un hijo imita siempre al que le ha dado la vida.
Ha aprendido a mirar la vida a través de los ojos de quien le ha iniciado en los secretos de la existencia. "El hijo no puede hacer nada por su cuenta".
Desde toda la eternidad, ha aprendido a mirar la vida como la mirada del Padre.
Sabe mejor que nadie el valor que Dios le da a la existencia humana.
San Ireneo decía: lo que hay visible en el Padre es el Hijo. Hazte hijo a tu vez, uniéndote a tu hermano mayor; Él te iniciará en los secretos de la vida: "Os aseguro quien escuche mi palabra y cree al que me envió, posee la vida eterna.
Esta debe de ser la tarea de todo cristiano: parecernos al Hijo, aprender de nuestro hermano mayor a vivir la vida como Él la vivió, así, un día, Dios reconocerá el nombre inscrito en nuestra carne, pues llevamos el nombre del Hijo único si vivimos como él vivió. Así, un día, Él se reconocerá al mirarnos y nos dirá sonriente:
¡Cómo os parecéis a mi, entrad en mi casa!
Muchas veces, Jesús había hecho referencias al Padre, pero siempre marcando una distinción: la Paternidad de Dios es diferente si se trata de Cristo o de los hombres. Y los judíos que le escuchaban le entendían muy bien: no era Hijo de Dios como los otros, sino que la filiación que reclama para Él mismo es una filiación natural.
Jesús afirma que su naturaleza y la del Padre son iguales, aun siendo personas distintas. Manifiesta de esta manera su divinidad. Es éste un fragmento del Evangelio muy interesante de cara a la revelación del misterio de la Santísima Trinidad.
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