ORACIÓN
San Francisco, tú que no dudaste en afrontar los desafíos más difíciles porque sabías Quien era tu Protector, te pedimos que intercedas por nosotros, a fin de poder vivir nuestras dificultades como una oportunidad para confiar más intensamente en el Padre y su providencia para con nosotros. Que siguiendo tu ejemplo y espíritu misionero mostremos a nuestro mundo tan dividido por guerras y venganzas, ambiciones e indiferencias, vacío de sentido y materialismo de mentalidades, que la Iglesia es el más grande recinto para la Esperanza, el lugar de la hoguera del Gran Amor del mundo y el candelero donde siempre está encendida la Luz capaz de iluminarle la verdadera Vida al género humano.
DÍA 2 GRITAR EL EVANGELIO
El P. Francisco al llegar a la India y recorrer sus costas, al dirigirse a Sri Lanka, Japón, y otras tantas islas del Pacífico se da cuenta de la cantidad inmensa de ideologías, religiones, costumbres, supersticiones, injusticias, dolores, miserias y grandezas de millones de hombres y mujeres.
Su corazón sabía que los anhelos más sublimes del hombre y la verdad más perfecta, están formuladas de forma eminente en la religión que el Padre decidió fundar a través de Jesucristo y su Iglesia.
Sabía que las ·semillas de verdad· que están presente y brillaban en numerosas religiones de aquellas tierras solo podían adquirir máxima claridad y sentido, con Cristo.
Sin embargo, el Padre Francisco también veía las semillas de la oscuridad, tiniebla, superstición y error en las religiones de Oriente, que destruían a tantos incontables millones de criaturas humanas. De ahí que escribe desde Asia en términos que siguen siendo sobrecogedores:
“Muchos no se hacen cristianos en estas tierras (Oriente) por no haber personas que se ocupen de ellos. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los (centros de) estudios de esas partes (Europa) dando gritos, como hombre que ha perdido el juicio; y principalmente a la Universidad de París, diciendo a los de la Sorbona, a los que tienen más letras que voluntad para disponerse a fructificar con ellas: ¡Cuántas almas dejan de ir a la gloria y se pierden por la negligencia de ellos!... cuántos mil millares de gentiles se harían cristianos si hubiese operarios para que fuesen solícitos de buscar y favorecer las personas que no buscan sus propios intereses sino los de Jesucristo. Es tanta la multitud de los que se convierten a Cristo en esta tierra donde ando, que muchas veces me acaece tener cansados los brazos de bautizar”
ORACION FINAL
¡ Señor Dios nuestrro!
Tu has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de San Francisc de Javier.Infundenos su celo generoso por la propagación de la fe y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos.
DÍA 1 LOS GRANDES SUEÑOS
Nuestra vida espiritual es una mezcla de grandes “sueños” y de “sueños” mediocres o malos. Los anhelos de perfección, de liberación, de santidad, de elevación, de justicia y amor para el género humano constituyen los “sueños” que hemos de perseguir y hacer realidad porque reconstituyen un mundo acorde con el Reinado de Dios. Los sueños materiales o de bienestar subjetivo pueden ser anhelos que nos hagan más narcisistas y egoístas. Estos últimos “sueños” no suelen ser los que nos acercan a Dios sino que –por el contrario- nos encierran en nuestros propios afectos e intereses.
Este primer día de la novena, lo centraremos en tomar conciencia de nuestros sueños “nobles” para pedirle a San Francisco que nos ayude con su ejemplo y su intercesión a no abandonar nuestros mejores “sueños”: los que nos acercan al Creador.
El mismo padre Francisco nos ayuda con una de sus cartas: “Os acordáis, hermano mío Simón, de aquella noche que pasamos juntos en el hospital de Roma y que yo me desperté con mis repetidos gritos: ¡Más, más! Cuando me preguntasteis vos cuál era la razón de mi grito, os contesté que no hicierais ningún caso de ello. Sabe ahora que fue por verme como envuelto en grandes trabajos y peligros por el servicio de Dios Nuestro Señor; sin embargo, su gracia me sostenía y me animaba de tal manera que yo no podía menos de pedir más. Yo creo que llega la hora en que se ha de realizar lo que me fue mostrado de antemano”.
El padre Francisco estaba todavía en Lisboa cuando le cuenta este “sueño” a uno de sus compañeros de orden. El “sueño” de Francisco era convertir el Oriente para el Cristianismo. De ese “sueño” la semilla sembrada en la India y en Japón permanece hasta hoy. Su sueño “grande” lo llevó a una misión “grande”. Sólo los sueños importantes pueden sacarnos de la modorra cotidiana con su mediocridad y nuestra pusilanimidad.
¡ Señor Dios nuestrro!
ORACION FINAL
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