Inmersos en el adviento sale a nuestro encuentro un personaje singular, con sabor a desierto y a sobriedad, a grito y a cambio, a renovación e interpelación a la penitencia: Juan Bautista.
Actualmente el cristiano estar sumergido en el mundo donde Dios casi no se tiene en cuenta para nada.
La Navidad, con la celebración del acontecimiento del Nacimiento del Señor, nos estimula a una versión totalmente renovada de nuestra vida. Y es que, nuestro vivir, nuestro pensamiento o nuestro ser…puede que a veces se quede un tanto desfasado. O mejor dicho; puede que, estén tan bien amoldados a la realidad mundana, que se hayan alejado totalmente de lo que el evangelio debiera de significar para nosotros. ¿O no es así?
El adviento, en este segundo domingo, nos invita a ¡Conversión! ¡Nueva versión para nuestra vida! ¡Llega Jesús! Para que, el Señor se adentre en nuestra existencia necesitamos un cambio.
Dios en Navidad se hace hombre para entender que la humildad es un camino para llegar a los demás. Nosotros seremos capaces de saltar tantos obstáculos que nos impidan recibir a Jesús cuando nuestros deseos para recibirle son nobles, buenos y afables.
Juan el Bautista ...un profeta
Juan que dice verdades como puños es el clamor de la Iglesia que, por activa y por pasiva, nos incita a tener levantadas las antenas de la fe y anunciando la venida del Salvador pero esa venida temia que ser especial y decía:
" preparar los caminos"
¿Seremos capaces de preparar una digna morada, unos buenos caminos para que, el Niño, nazca con todas las consecuencias y no nos encuentre arrodillados ante otros dioses?
Juan, el Bautista, es la voz que nunca se cansa. El pregón en el inmenso desierto en el que muchos se han perdido. El grito que no pretende otra cosa sino la felicidad de la humanidad; la vuelta a Dios de aquellos hombres y mujeres que, confundidos por el ruido del mundo, necesitan escuchar un dulce mensaje: ¡Dios viene a salvarnos!
3. Tal vez, el adviento, nos sugiera ser más un tiempo de esperanza, de alegría que de penitencia.
Pero ¿acaso la llegada de un nuevo miembro a la familia no es motivo para una limpieza más exhaustiva y delicada de todo el interior de la casa?
El adviento, por ser tiempo de esperanza…también es época de poda. De cortar aquellas ramas que, en el tronco de nuestras personas, pesan o aparentan más de lo que son, sobran o no dan fruto, son frondosas por fuera...pero quién sabe si no están huecas por dentro. ¿O es que Dios no merece eso y mucho más?
4.- CONVIÉRTEME, SEÑOR Del ruido, que me impide escucharte, a la paz que me permite sentirte con nitidez. De la comodidad, que desfigura mi felicidad a la sobriedad que necesita mi alma para no perderte a la belleza interior como camino hacia la perfección
CONVIÉRTEME, SEÑOR De mi voz, suave y tímida para pregonarte, a un testimonio vivo, eficaz y valiente, para proclamar que, como Tú, nada ni nadie ha de salvar al hombre
CONVIÉRTEME, SEÑOR De mi autosuficiencia, orgullo y seguridades a la humildad para saber y poder encontrarte
CONVIÉRTEME, SEÑOR De mis apariencias, simples e interesadas, a la plenitud que me ofrece tú presencia, real y misteriosa, dulce y exigente, divina y humana, audible….y a veces silenciosa Con respuestas….y a veces con interrogantes
CONVIÉRTEME, SEÑOR Y dame un nuevo corazón para alabarte Y dame un nuevo corazón para bendecirte Y dame un nuevo corazón para esperarte Y dame un nuevo corazón para amarte. Amén.
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