No hay mejor forma de adentrarse en un nuevo año, y además en el Año de la Fe, que caminando de la mano de María y al compás del latido del corazón de la Virgen. ¡Cuántos aspectos y motivos recordamos en este día! ¡La paz; Año Nuevo; Santa María, Madre de Dios!
¡Feliz Año Nuevo! Será feliz si, en los 365 días, sabemos dar con aquellas razones que hicieron saltar de gozo y de felicidad a María: ¡Dios! ¡Sólo Dios! ¡Desde ahora me llamarán bienaventurada!
¡Feliz Año Nuevo! Será feliz si, en estos doce meses que ahora iniciamos con esperanza y con tan buenos deseos, no dejamos que se duerma en nosotros la gran noticia que estamos celebrando en estos días: Dios ha bajado... y comparte nuestra suerte. ¿Seremos capaces de hacer frente a “los nuevos Herodes” que intentan asediarle y disuadirle de estar presente en nuestras conciencias, en nuestra sociedad o en nuestras familias?
¿Por qué no colocar, con seriedad, a María como antecámara de este nuevo año? ¿Nos proponemos el consagrarnos a Ella desde un acuerdo implícito, ante nosotros, ante el ambiente que nos rodea y ante los demás, de crecer –cristianamente hablando- para no perder peso espiritual?
¡Nuevo Año con la mano y de la mano de María! Nos acosarán los problemas de siempre; desaparecerán amigos nuestros; nos iremos lejos o cerca de Dios; nos traicionaremos a nosotros mismos….pero Santa María, por ser Madre de Dios y Madre Nuestra, nos aportará luz para encontrar el camino perdido; seguridad para avanzar en el camino de la fe y esperanza para no echarnos atrás en nuestra vivencia cristiana.
Que Ella, Reina de la Paz, nos ayude no tanto a pedirla por los pueblos que quedan lejos (aunque también) sino por la paz con nosotros mismos; por la paz de los hijos de la Iglesia; por la paz de las conciencias que andan revueltas y revuelven a los demás; por la paz de las familias que viven en contienda por el “cuánto”; por los jóvenes que encuentran en la violencia una diversión y no un peligro; por la paz de los políticos, para que se serenen en sus decisiones y sientan que no son padres de la patria y sí servidores. ¡Santa María, Madre de Dios! ¡Cuánto juego y contenido da y tiene esta fiesta! Con Ella merece la pena adentrarnos sin temor ni temblor en este nuevo año en el que, además, nos hemos comprometido a reavivar, estudiar, conocer, vivir, celebrar y testimoniar mucho más nuestra fe cristiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario