Señor, hoy mi oración se dirige a Ti para que me enseñes a orar.
Y Tú cuando rezabas al Padre buscabas el sitio y el momento más adecuado. Te retirabas…buscabas la soledad de la noche…y ahí te encontrabas con tu Padre.
Después, durante el día, te metías en el ajetreo de la vida, en los problemas de la gente, en el cuidado de los enfermos.
Todo tenía sentido para Ti después de haberte encontrado con el Padre. Precisamente por retirarte a orar en la soledad de la noche, podías dedicarte al fecundo servicio de los hermanos durante el día. Haz que te imite un poco, Señor
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