DOXOLOGIA
Iglesia Patriarcal de S Jorje
El Papa reza por “la unidad” de todos los cristianos en la sede del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla
—una oración de alabanza a Dios—, acentuada por himnos bizantinos.
El Papa León XIV vivió este viernes un momento histórico con el Patriarca de Constantinopla, Bartolomé, en la ciudad de Iznik, que custodia la memoria del primer gran concilio de Nicea, del que se cumplen 1.700 años. Este sábado ese paso hacia la unidad de los cristianos tuvo un nuevo impulso con la doxología, una expresión de alabanza que ha acompañado a la Iglesia a lo largo de los siglos, en la que participó en la iglesia patriarcal de San Jorge de Estambul.
Se trata de la principal catedral ortodoxa griega de Estambul. Al lado, está la sede del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla donde después tuvieron una reunión privada en la que el Papa le regaló un mosaico que prefigura al Cristo Pantocrátor, una representación de Cristo como el Todopoderoso.
Allí, fue recibido por Bartolomé I, figura indiscutible del ecumenismo, que en marzo de 2013 se convirtió en el primer patriarca de Constantinopla que asistió a la inauguración de un pontificado romano desde el Cisma de Oriente de 1054. También estuvo en la de León XIV con quien desde ayer está cultivando una relación especial.
“Estoy seguro de que nuestro encuentro contribuirá a fortalecer los lazos de nuestra amistad, que ya comenzaron a afianzarse cuando nos conocimos al inicio de mi ministerio como Obispo de Roma”, dijo el Papa durante su saludo.
Antes de su alocución, tomó la palabra el Patriarca ecuménico que recordó al Papa Francisco a quien le entusiasmaba la idea de viajar a Turquía para celebrar los 1.700 años del Concilio de Nicea y rezar de nuevo el credo que allí se compuso. Su sueño ha sido hecho realidad por León XIV.
Nada más entrar en la iglesia, según confesó después León XIV, le embargó una “gran emoción”. “Soy consciente de que sigo los pasos de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco”, afirmó tras constatar que durante su viaje a Turquía han vivido “momentos extraordinarios de gracia”.
“Al recordar aquel acontecimiento tan significativo e inspirados por la oración de Jesús para que todos sus discípulos sean uno nos sentimos alentados en nuestro compromiso de buscar la restauración de la plena comunión entre todos los cristianos, tarea que emprendemos con la ayuda de Dios”, señaló el Pontífice.
En la oración de esta tarde, aseguró, el diácono dirige a Dios la petición “por la estabilidad de las Santas Iglesias y por la unidad de todos”. “Esa misma petición resonará también en la Divina Liturgia de mañana. Que Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, tenga misericordia de nosotros y lleve a cumplimiento esta plegaria”, manifestó.
Al final de la doxología todos los presentes han rezado la oración del Padre Nuestro.
El Patriarca Ecuménico de Constantinopla es el sucesor del apóstol San Andrés —cuya memoria litúrgica se celebra este domingo– y primus inter pares (primero entre pares) de la ortodoxia mundial.
Se trata en todo caso de una primacía honorífica ya que no tiene autoridad administrativa ni jurisdicción sobre los asuntos internos de los otros patriarcados y de las iglesias ortodoxas autocéfalas principales dentro de la comunión ortodoxa bizantina.
Bartolomé I tuvo un papel especialmente relevante tras la caída de la Cortina de Hierro o Telón de Acero en Europa, cuando varias Iglesias orientales en países como Rumanía, Bulgaria y Albania recuperaron su libertad y buscaron orientación en la sede ecuménica.
En estos años, el diálogo ecuménico con Roma ha avanzado con paso firme, pero el panorama interno de la ortodoxia se ha vuelto más complejo.
El punto de inflexión llegó en 2018, cuando Bartolomé I decidió conceder la autocefalia a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, es decir, como una entidad eclesiástica independiente del Patriarcado de Moscú, que consideraba canónicamente a Ucrania como parte de su propia jurisdicción histórica. El Patriarca Kirill consideró esta decisión como una injerencia.
Firma de la declaración conjunta
El Papa León XIV y el Patriarca Ortodoxo Bartolomé I de Constantinopla firmaron una declaración conjunta el 29 de noviembre de 2025 en la sede del Patriarcado en Estambul, Turquía. Ambos líderes eclesiásticos se comprometieron a continuar los esfuerzos para celebrar la Pascua en una fecha común —los calendarios católico y ortodoxo difieren— e instaron a los líderes mundiales a poner fin a las guerras. También denunciaron la indiferencia, el afán de dominación, la avaricia y la xenofobia, y condenaron la violencia perpetrada en nombre de la religión.
Wolkwagen Arena SANTA MISA
Este sábado, 29 de noviembre, el Santo Padre celebró la Eucaristía con los miembros de la comunidad católica, en el Estadio Volkswagen Arena de Estambul, en Turquía. En su homilía, el Pontífice, destacó la unidad en tres niveles: “dentro de la comunidad, en las relaciones ecuménicas con los miembros de otras confesiones cristianas y en el encuentro con los hermanos y hermanas que pertenecen a otras religiones”.
“Queremos caminar juntos, valorando lo que nos une, derribando los muros del prejuicio y la desconfianza, favoreciendo el conocimiento y la estima mutua, para dar a todos un fuerte mensaje de esperanza y una invitación a convertirse en ‘artífices de la paz’”, lo dijo el Papa León XIV en su homilía, en la Santa Misa que presidió la tarde de este sábado 29 de noviembre, en el Estadio Volkswagen Arena de Estambul, en el marco de su primer Viaje Apostólico a Turquía y el Líbano, con su peregrinación a İznik, con ocasión del 1700 aniversario del primer Concilio de Nicea.
Tiempo de gracias para prepararnos a la Navidad En su homilía, el Santo Padre, señaló que esta Santa Misa se celebra en la víspera del día en que la Iglesia recuerda a san Andrés, apóstol y patrono de esta tierra. Y al mismo tiempo al inicio del Adviento, tiempo que nos ayuda a prepararnos a rememorar, en Navidad, el misterio de Jesús, Hijo de Dios, «engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre», como declararon solemnemente hace 1700 años los Padres reunidos en el Concilio de Nicea.
“En este contexto, la liturgia nos propone, en la primera lectura (cf. Is 2,1-5), una de las páginas más bellas del libro del profeta Isaías, donde resuena la invitación dirigida a todos los pueblos a subir al monte del Señor (cf. v. 3), lugar de luz y de paz”.
La alegría del bien es contagiosa A partir de la profecía de Isaías, el Obispo de Roma, propuso meditar sobre nuestro ser Iglesia, deteniéndonos en algunas imágenes contenidas en ese texto. La primera imagen sobre la que se detuvo el Pontífice fue la del “monte elevado sobre la cima de los montes” (cf. Is 2,2). Que nos recuerda que los frutos de la acción de Dios en nuestra vida no son un don sólo para nosotros, sino para todos.
“La belleza de Sión, ciudad en la montaña, símbolo de una comunidad renacida en la fidelidad que es signo de luz para hombres y mujeres de cualquier origen, nos recuerda que la alegría del bien es contagiosa. Encontramos confirmación de ello en la vida de muchos santos. San Pedro conoce a Jesús gracias al entusiasmo de su hermano Andrés (cf. Jn 1,40-42), quien, a su vez, junto con el apóstol Juan, es llevado al Señor por el celo de Juan el Bautista. San Agustín, siglos más tarde, llega a Cristo gracias a la ardiente predicación de san Ambrosio, y así muchos otros”.
Vistámonos con la armadura de la luz De ahí que, el Papa León exhortó que, si realmente queremos ayudar a las personas con las que nos encontramos, vigilemos sobre nosotros mismos, como nos recomienda el Evangelio (cf. Mt 24,42); cultivemos nuestra fe con la oración y los sacramentos, vivámosla coherentemente en la caridad, desechemos —como nos ha dicho san Pablo en la segunda lectura— las obras de las tinieblas y vistámonos con la armadura de la luz (cf. Rm 13,12).
“El Señor, a quien aguardamos glorioso al final de los tiempos, viene cada día a llamar a nuestra puerta. Estemos preparados (cf. Mt 24,44) con el compromiso sincero de una vida buena, como nos enseñan los numerosos modelos de santidad de los que es rica la historia de esta tierra”.
Un mundo en el que reina la paz
La segunda imagen que propuso el Santo Padre para la meditación fue la de un mundo en el que reina la paz. Sobre esto, el Papa dijo: ¡Con qué urgencia percibimos hoy esta llamada! ¡Cuánta necesidad de paz, de unidad y de reconciliación hay a nuestro alrededor, y también en nosotros y entre nosotros! Y se preguntó: ¿Cómo podemos contribuir a responder a esta exigencia? Para responder, nos ayudamos del “logotipo” de este viaje, en el que uno de los símbolos elegidos es el puente.
“Puede hacernos pensar también en el famoso gran viaducto que, en esta ciudad, cruzando el Estrecho del Bósforo, une dos continentes: Asia y Europa. Con el tiempo, se han añadido otros dos pasos, de modo que actualmente hay tres puntos de unión entre las dos orillas. Tres grandes estructuras de comunicación, intercambio y encuentro; imponentes a la vista, pero tan pequeñas y frágiles si se comparan con los inmensos territorios que conectan”.
La unidad en tres niveles
A partir de esta triple extensión podemos pensar en la importancia de nuestros esfuerzos comunes por la unidad en tres niveles, precisó el Pontífice: dentro de la comunidad, en las relaciones ecuménicas con los miembros de otras confesiones cristianas y en el encuentro con los hermanos y hermanas que pertenecen a otras religiones. Ante todo, como decía, dentro de esta Iglesia están presentes cuatro tradiciones litúrgicas diferentes —la latina, la armenia, la caldea y la siríaca—, cada una de las cuales aporta su propia riqueza espiritual, histórica y de experiencia eclesial.
“Con la mirada puesta en el monte de la promesa, imagen de la Jerusalén celestial, que es nuestra meta y madre (cf. Ga 4,26), pongamos entonces todo nuestro empeño en favorecer y fortalecer los lazos que nos unen, para enriquecernos mutuamente y ser, ante el mundo, un signo creíble del amor universal e infinito del Señor”.
Un segundo vínculo de comunión que nos sugiere esta liturgia es el ecuménico. Lo atestigua también la participación de los Representantes de otras confesiones, que saludo con vivo aprecio.
“Por eso, mientras pedimos, con las palabras del Papa Juan, que «se realice el gran misterio de aquella unidad que con ardiente plegaria invocó Jesús al Padre celestial, estando inminente su sacrificio» (Discurso de apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, 11 octubre 1962, 8.2), renovamos hoy nuestro “sí” a la unidad, «que todos sean uno» (Jn 17,21), «ut unum sint»”.
Un tercer vínculo al que nos remite la Palabra de Dios es el que nos une a los miembros de comunidades no cristianas. Vivimos en un mundo en el que, con demasiada frecuencia, la religión se utiliza para justificar guerras y atrocidades.
“Por eso queremos caminar juntos, valorando lo que nos une, derribando los muros del prejuicio y la desconfianza, favoreciendo el conocimiento y la estima mutua, para dar a todos un fuerte mensaje de esperanza y una invitación a convertirse en ‘artífices de la paz’ (cf. Mt 5,9)”.
Caminar juntos y poder encontrarnos todos
Finalmente, el Papa León invitó a hacer de estos valores nuestros propósitos para el tiempo de Adviento y, más aún, para nuestra vida, tanto personal como comunitaria. “Que nuestros pasos se muevan como sobre un puente que une la tierra con el cielo y que el Señor ha tendido para nosotros. Mantengamos siempre la mirada fija en sus orillas, para amar con todo el corazón a Dios y a los hermanos, para caminar juntos y poder encontrarnos todos, algún día, en la casa del Padre”.
https://www.aciprensa.com/noticias/119697/viaje-del-papa-leon-xiv-a-turquia-y-libano
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