YA ES SEMANA SANTA

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domingo, 23 de noviembre de 2025

DOMINGO XXXIV

 LUNES

“ Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie ”


según san Lucas 21, 1-4 

Jesús presenta el contraste de dos modelos de compartir: los ricos que dan mucho y la viuda pobre que da muy poco; pero el acento no la pone el Señor tanto en la cantidad sino en la calidad; no tiene en cuenta el volumen del dinero donado, sino la identidad y la situación de quien lo dona, la persona que hay detrás.

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo: 

Mientras los primeros dan del extra que no necesitan puesto que sus necesidades están bien cubiertas, la viuda da generosamente de lo que necesita para su subsistencia.

«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Y puesto que eso era lo que tenía, ofreció más que nadie. Si Jesús pone a esta mujer como ejemplo, es porque la fe del discípulo debe ser reflejo de su actitud. Tenemos que darlo todo.

Jesús pone como modelo ejemplar a esta persona marginada por ser mujer, además viuda y encima pobre. Ella es la que ha echado más que todos.


¿A qué grupo pertenezco yo? ¿A los que dan su tiempo, sus talentos, sus bienes de lo que le sobra o a los que dan de lo que son, de lo que les configura, en definitiva, de los que “se” dan?


DOMINGO DE CRISTO REY

según san Lucas 23,35-43



“ Por él quiso reconciliar consigo todos los seres ”

 En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». 

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». 

Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». 

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

 Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? 

Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo». 

Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».


El último domingo del año litúrgico se centra en Jesucristo-Rey. Toda la liturgia tiene como principio y como fin al mismo Jesús. Le recordamos Niño en Belén y nuestro corazón se llena de ternura. Nos admira y emociona en su vida oculta de Nazaret, viviendo como un obrero más, como un paisano cualquiera, sin dar ninguna señal extraordinaria. Le recordamos con cariño en su vida pública, recorriendo pueblos y ciudades, predicando la Buena Noticia y sanando toda dolencia y enfermedad. Por fin lo hacemos presente en Jerusalén, entregando su vida por nosotros en la Cruz. Naturalmente que una vida así no podía encerrarse en una estrecha sepultura. A los tres días salió del sepulcro y este triunfo final de su Resurrección llenando el mundo de alegría y de esperanza, es lo que celebramos en este último Domingo del Año Litúrgico. 

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