Estaba comprometido para casarse con una mujer del pueblo, llamada María.
Cuando todavía no habían vivido juntos, María concibió a un hijo por obra del Espíritu Santo. Entonces
Pero un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que hay en su vientre proviene del Espíritu Santo».
Ella dará a luz a un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados» (Mt 1, 20-21)
José y María se casaron
comenzaron a vivir en una pequeña casa de Nazaret, mientras esperaban el nacimiento de Jesús. José era carpintero de oficio y trabajaba haciendo encargos en madera para todos los vecinos.
En aquella época, apareció un decreto del emperador Augusto, que ordenaba realizar un censo en todo el mundo.
Cada familia debía ir a inscribirse a su lugar de origen y José tuvo que partir con María embarazada a la ciudad de Belén, de donde era el rey David.
Cuando llegaron a Belén, a María le llegó la hora de ser madre y tuvieron que refugiarse en un pesebre, porque no encontraron lugar en ningún lado donde pasar la noche. ¡Cuánto debe de haber trabajado José esa noche! Preparando la cuna, limpiando el lugar, ayudando a María. José estuvo presente junto a María, en el sagrado momento en el que Jesús, el hijo de Dios, se hizo hombre. Y él también lo acunó en sus brazos, lo abrazó y lo besó dándole la bienvenida.
Esta era su gran misión en la vida: ser el esposo de María y el padre adoptivo de Jesús,
cuidarlos y protegerlos a ambos. José recibió a los pastores de Belén, que llegaban a saludarlos y a adorar al niño;
y también a los magos, que llegaban de Oriente con sus regalos de oro, incienso y mirra.
Después de la partida de los magos, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, cuando fue avisado nuevamente por el ángel y regresó a Nazaret.
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