Oficio
El Evangelio de Mateo afirma que Jesús de Nazaret era «hijo del carpintero» (Mateo 13:55a) y el Evangelio de Marcos afirma que a Jesús mismo le hacían de ese oficio: «¿No es éste el carpintero?» (Marcos 6:3).
El término griego usado en ambos casos, «τέκτων», no corresponde específicamente a «carpintero», sino a «artesano», a «obrero», aunque más frecuentemente se diga de José que era carpintero.
De hecho, así se lo suele traducir en todas las Biblias, incluyendo la Biblia de Jerusalén.
Por otra parte, la palabra "carpintero" tenía también el sentido figurado de "sabio" para los judíos de la época de Jesús, por lo que el versículo de Marcos podría por un epíteto laudatorio y no una indicación de la profesión de Jesús.
Es una de las pinturas más conocidas del pintor francés Georges de La Tour.
Está realizado en óleo sobre lienzo. Se calcula que fue pintado a principios de la década de los años 1640, en 1642 o 1645.
Mide 137 cm de alto y 102 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Louvre de París, a donde llegó por la donación Percy Moore Turner, en 1948.
En el cuadro, José de Nazaret trabaja una viga delante del Niño Jesús de Nazaret, que lo ilumina con una vela. José es carpintero de armar o de obra de afuera, esto es, carpintero que hace las armaduras, entramados y demás armazones de madera para los edificios. San José es el patrono de este gremio.
La vigueta que José está serrando se interpreta como una prefiguración de la madera de la cruz en la que morirá Jesús.
Esta pintura muestra el interés de Georges de La Tour en las diversas fuentes de luz. Es una obra de madurez del pintor, plenamente tenebrista. La fuente de luz artificial es explícita, como en el caso de la escuela de Utrecht y en particular de Gerard van Honthorst: una vela.
La fuente de luz modela abruptamente las figuras, mientras que el resto se sume en la oscuridad. Se crean interesantes sombras en la pared del fondo, así como en el traje del Niño y en el suelo, producida esta última por su sandalia.
El niño sujeta la vela con una mano, mientras coloca otra delante. Con gran maestría se representan las sombras en la mano derecha de Jesús, así como la forma en que la luz incide en la mano izquierda, haciendo traslúcidos los dedos y filtrándose entre ellos.1 La pintura es casi monocroma.
El rostro de José está tratado con trazos gruesos de pintura que evidencian sus arrugas. Una mancha gruesa de pintura consigue representar la barba.
San José era un “tekton”. La palabra significa en particular que era carpintero o albañil. San Justino lo confirma, y la tradición ha aceptado esta interpretación.
Nuestro Señor Jesús fue llamado “Hijo de José”, “el carpintero” (Jn 1,45; 6,42; Lc 4,22). Como sabemos no era el padre natural de Jesús, quién fue engendrado en el vientre virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios, pero José lo adoptó amorosamente y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!
Modelo de silencio y de humildad
Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. En los relatos no conocemos palabras expresadas por él, tan sólo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. Es un caso excepcional en la Biblia: un santo al que no se le escucha ni una sola palabra. Es, pues, el “Santo del silencio”.
Pierre Civil
Su santidad se irradiaba desde antes de los desposorios. Es un “escogido” de Dios; desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor. No es que haya sido uno de esos seres que no pronunciaban palabra, fue un hombre que cumplió aquel mandato del profeta antiguo: “sean pocas tus palabras”.
Es decir, su vida sencilla y humilde se entrecruzaban con su silencio integral, que no significa mero mutismo, sino el mantener todo su ser encauzado a cumplir el Plan de Dios. San José, patrono de la vida interior, nos enseña con su propia vida a orar, a amar, a sufrir, a actuar rectamente y a dar gloria a Dios con toda nuestra vida.
Se ha tratado de definir muchas veces las virtudes de San José: “Brillan en el, sobre todo las virtudes de la vida oculta: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad que no puede ser quebrantada por ningún peligro, la sencillez y la fe; la confianza en Dios y la mas perfecta caridad. Guardo con amor y entrega total, el deposito que se le confiara con una fidelidad propia al valor del tesoro que se le deposito en sus manos.”
San José ejerció sobre Jesús la función y los derechos que corresponden a un verdadero padre, del mismo modo que ejerció sobre María, virginalmente, las funciones y derechos de verdadero esposo. Ambas funciones constan en el Evangelio. Al encontrar al Niño en el Templo, la Virgen reclama a Jesús:”Hijo, porque has obrado así con nosotros?
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