evangelio según san Mateo (11,16-19)
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
¡Qué contradictorio es el corazón humano! Jesús se queja porque parece no acertar con los hombres. Parece que vamos a la contra. De entrada deberíamos contar en nuestra vida con "el que viene" y lo que hacemos es poner mil pretextos para rechazar su llamamiento. ¡No queremos que nos guíen! Nos descubrimos tantas veces poco sabio, distraído e incapaz de reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas.
Y en cambio será dichoso quien entre en el juego de Dios. Dichoso quien vaya más allá de sus comodidades e ideas preconcebidas sobre Dios, pues algún día conocerá la pasión por vivir la vida sintiendo el fuerte viento del Dios que viene. Algún día la sabiduría de Dios, Jesús, guiará nuestros pasos y sentiremos el verdadero gozo de vivir como Dios quiere.
¡Paz y Bien!
Hoy debiéramos removernos ante el suspiro del Señor: «Con quién compararé a esta generación?» (Mt 11,16). A Jesús le aturde nuestro corazón, demasiadas veces inconformista y desagradecido. Nunca estamos contentos; siempre nos quejamos. Incluso nos atrevemos a acusarle y a echarle la culpa de lo que nos incomoda.
Permíteme escucharte, Señor. Forma dentro de mí un corazón como el de María: atento a tu Palabra, dócil a tu voluntad, disponible para servir por amor. ¡Santa María, ruega por mí y hazme hijo semejante a ti!
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