YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 22 de julio de 2022

SEMANA XVI DEL TIEMPOO ORDINARIO

SÁBADO

“ Yo soy la vid, vosotros los sarmientos ”


Hoy el Evangelio nos habla de la «vid y los sarmientos» para expresarnos la relación vital existente entre Jesús y el creyente, entre la Palabra de Jesús y el que la acepta como propia.

según san Juan 15, 1-8 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. 

El labrador cuida con gran atención y cariño sus viñas para que no se deterioren y arruinen. Dios cuida de nosotros, pero debemos dejar que nos atienda, que nos «pode», que corte sarmientos inútiles. Si no le dejamos actuar, si nos desentendemos de él, quedaremos arrui­nados. Seremos como esos sarmientos que, desgajados de la cepa, se secan y solamente sirven para ser quemados.

 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 

 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. 

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. 

La unión con Cristo es indispensable para dar fruto.¡ Es imposible ser eficaces cristianamente si no estamos unidos a él! Ser cristiano exi­ge vivir unido a Cristo. Sin esta unión de amistad seremos miembros secos en su Comunidad, en su Iglesia: «el que permanece en Mí y yo en él, ése dará mucho fruto». Por eso el Señor afirma que «sin Mí no podéis hacer nada».

 Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».



VIERNES

“ Ve a mis hermanos y diles ”



María de Magdala, cuya fiesta celebramos hoy, es una de las mujeres de las que atestigua el Evangelio que sirvieron y siguieron a Jesús durante su vida pública.

san Juan 20, 1-2. 11-18 

Como siempre, Dios nos primerea, nosotros buscamos y Él nos sale al encuentro. María Magdalena no se encontró con el Señor, fue Él quien salió a su encuentro. Aquí también, como la esposa del Cantar, al final la amada se encuentra con el Amado.

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

 Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos dónde lo han puesto». 

 Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. 

María Magdalena es, por lo tanto, prototipo para los que caminamos a la luz de la fe, de alma que busca a Cristo y no tiene otra cosa para ofrecer que las lágrimas del amor.

 Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». 

 Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».

 Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». 

 Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». 

 Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».

Que nuestros ojos Señor, sean capaces de reconocerte en quien nos rodea y como Maria nos volvamos al oír tu voz, y al llamarnos por nuestro nombre ojalá que exultemos de alegría cómo lo hizo ella ante tu presencia

 María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».

Este mandato “Ve y Diles” la convierte en la Apóstol de los Apóstoles. Y de esto aprendemos los cristianos que no podemos quedarnos en una piedad intimista; lo que hemos visto y oído, lo debemos anunciar; es ese contemplar y dar de lo contemplado, lo que nos distingue como creyentes en Cristo Jesús.

JUEVES

“ Bienaventurados vuestros ojos porque ven ”


Jesús sabe que su palabra es como una semilla que puede caer al borde del camino, o entre pedregales; pero no se cansa nunca de sembrar. Por sembrar que no quede. Pero sueña por encontrar un buen terreno que dé el treinta, el setenta o el ciento por uno. A los que acontece eso son realmente dichosos

según san Mateo 13, 10-17 

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Él les contestó: «A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 

Lamentablemente hay hoy día muchos que oyen pero no escuchan; oyen sólo con el oído externo, pero no con el oído interior. También hay muchos que ven, pero no miran. Ven con los ojos del cuerpo, pero no con los ojos del corazón.

Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumple en ellos la profecía de Isaías: “Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”.

La semilla de la palabra de Dios tiene que encontrar en nosotros una tierra bien labrada, bien regada y bien abonada. Para éstos va dirigida la palabra de Dios en este evangelio. 

 Pero bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».

Hay que adentrarse en el Misterio de Dios. Un Dios cada vez más grande, más maravilloso, más cercano, más Padre. El acceso al Misterio de Dios no lo tienen los “sabios y entendidos” de este mundo sino la gente humilde y sencilla que, como María de Nazaret, abren de par en par su corazón a Dios, sin poner ningún obstáculo.


Has abierto mis ojos y mis oídos para interiorizar tu palabra. Esa palabra tuya tiene fuerza para cambiarme, para transformarme, para salvarme. ¿Qué sería de mí si Tú no me hablaras? Tu palabra es lámpara para mis pasos, luz para mi oscuridad, miel para mis días amargos. ¡Gracias, Señor, ¡por tu palabra!

MIERCOLELS

“ Salió el sembrador a sembrar ”

Lo más importante de la parábola tal y como fue pronunciada por Jesús está condensado en tres verbos: “salir”, “sembrar”, “cosechar”.


según san Mateo 13,1-9

 Aquel día salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla. 

Jesús tiene recursos pedagógicos para que su menaje lo entendiesen todos a los que se dirigía. Uno de esos recursos son las parábolas. Algunas de ellas de carácter agrícola, dada la sociedad en la que vivió Jesús. Es el caso de la parábola de sembrador, que unos versículos más adelante al pasaje de hoy se la explica a sus discípulos y a nosotros en todos sus puntos. Allí debemos ir.

Les habló muchas cosas en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. 

La principal enseñanza de esta parábola es que en la vida de cualquier cristiano entran en juego dos elementos: en primer lugar, la semilla, la palabra de Dios, el mismo Jesús… que, de una manera u otra, llega a sus oyentes, llega hasta nosotros.

Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. 

Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. 

Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta. El que tenga oídos, que oiga».

En segundo lugar, cada de nosotros. De cada uno de nosotros va a depender que se pierda tan extraordinaria semilla o dé fruto en distinta medida en la cosecha. No defraudemos a Jesús, y acojámosle en nuestro corazón para que dé los frutos que él desea en nuestra vida.

MARTES

“ El que cumple la voluntad de mi Padre, ese es mi hermano ”



según san Mateo 12, 46-50 

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.

 Uno se lo avisó: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo». 

Jesús está rodeado de gente. La llegada de su familia hace que algunas personas consideren que debe atender a los recién llegados, pues tienen un vínculo especial con él, una cierta jerarquía, unos “derechos” que no tendrían todos esos sencillos discípulos que le están escuchando y que casi acaban de conocerle.

Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. 

Él quiere crear una familia sin jerarquías, sin gentes más importantes que otras, con más derechos que otras… su familia es circular, no jerárquica. Todos iguales, en torno a una mesa que se comparte. Iguales por “abajo”, desde nuestra condición de creaturas, pero también ¡iguales por “arriba”!, asumidos por Él, participes de su vida, hermanos, hermanas, madres… con capacidad para hacerle presente en el mundo.

El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».


Con alegría agradecida y responsabilidad, le suplicamos que sepamos buscar siempre la voluntad del Padre y cumplirla, para poder “dar a luz al Hijo”.

 LUNES

“ Queremos ver un signo tuyo ”


Los fariseos, guardianes de la ortodoxia, parecen tener el copyrigth de Dios, pero no se trata del Dios de la Vida, del Amor, el Padre amoroso de los hombres, sino el Celoso Guardián de lo “políticamente correcto”

según san Mateo 12, 38-42 

En aquel tiempo, algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un milagro tuyo». 

Los que fueron capaces de ver la mano de Dios en Jonás y en Salomón, los escribas y fariseos, no ven el gran signo de Jesús que es más que Jonás y más que Salomón.

Él les contestó: «Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. 

Jesús no se anda con medias tintas y les lanza esa respuesta: el signo de Jonás: que es, por un lado, la Pasión, Muerte y Resurrección y, por otro, la Conversión de los alejados mediante la penitencia.

No hay otro signo que un hombre que se hace cargo de la dura realidad de la condición humana, un hombre que muere.

Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».


Aunque nos parezca que, en general, hay un abandono del sentido de Dios, estoy convencido de que son muchos los que, desde el fondo de su corazón, piden esta señal, nos la piden. ¿Podríamos decir con San Pablo que Cristo vive plenamente en mí, en mi vida? ¿Podríamos predicar como Jonás con el riesgo de ser perseguidos y desacreditados?

DOMINGO

“ Sólo una cosa es necesaria ”


En el Evangelio de hoy vemos el encuentro del Señor con Marta y María, en ellas vemos las dos actitudes del seguimiento: la del servicio y la contemplación, ambas muy importantes y complementarias.

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 

Marta representa una forma de vivir: “te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas

Marta ¿de qué te sirve acoger a Jesús si no te paras a escucharlo? 

Te has quedado a medio camino. Lo has llevado a tu casa, pero no a tu corazón ¿y si Él no venía a pedirte, sino a darte?: "Andas inquieta y nerviosa...." Párate, mujer, y pregúntale a Jesús qué ha venido a decirte.

Marta ¡si supieras cuántas cosas podría decirte Jesús! Hoy está ahí, delante de ti, hecho Palabra en Jesús. Y tú, enredada en tus mil atenciones al amigo, hechas porque hay que hacerlas pero no le has puesto amor, has perdido un tiempo precioso que deberías emplear en escuchar al Maestro. Tú te lo pierdes, Marta.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 

María represe nte ala persona humana que tiene necesidad de Dios, que es luz interior de amor y de verdad. Sin amor, hasta la actividades más importantes pierden valor y no dan alegría.

Pero no quieras que se lo pierda también tu hermana: "María, sentada en los pies del Señor, escuchaba su Palabra".

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: 

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». 

Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».


Marta y María: dos mitades de una misma acogida, de una misma hospitalidad, cada vez más necesaria, más urgente.
Podríamos concluir como síntesis del pasaje evangélico con la regla de S. Benito: “ora et labora”. Que tengas un buen día.


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