Jesús nos envía para hacer lo que él hacía: predicar la conversión, expulsar males y curar enfermos. ¡Cómo ha cambiado la historia en este hoy nuestro!
Nosotros, sus discípulos, rara vez nos acompañan esos dones y nos sentimos muchas veces desarmados ante este mundo, cuando no perdidos y tantas otras no tomados en serio al proclamar sus palabras.
Y encima, "el rebaño"se restringe y los jóvenes cada vez son menos.
Y en cambio Tu sigues contando con cada uno de nosotros para llevar la Buena Nueva. ¿Cómo no caer rendidos ante tanto amor?
Nosotros seremos rechazados; incluso puede que hasta sean perseguidos, como los discípulos. Pero esto no les tiene que impresionar: deben hablar en nombre de Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse de tener éxito. El éxito se lo dejan a Dios.
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