Siempre es necesario un camino para no perdernos y un horizonte en el que clavar nuestros ojos,ese camino le recorremos de tu mano Madre.
María, silenciosamente acompañada y rodeada de Misterios y lo haces así porque, tu vida, fue grande en el silencio porque, Dios, y nadie más, ocupó lo más santo de tus entrañas porque, Dios, y nadie más, gustó la beldad interna de tu cuerpo.
¡¡¡¡¡ OH MADRE QUERIDA!!!!!
Tu eres nuestra abogado y como menesterosas venimos a encomendarte nuesras necesidades.
Tu eres nuestra maestra y como discípulos venimos a aprender los ejemplos de tu vida.
Tu eres nuestra Madre y como tus hijos venimos a ofrecerte todo el amor de nuestro corazón.
SEPTIMO DÍA..................................EL AM0R
Dios es amor. María Santísima es también amor.
Podríamos decir que María es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios. "Tú sola, Virgen María, le curas a Dios de todas las heridas que le hacemos los hombres.
Por ti sola valió la pena la redención, aunque, afortunadamente, hay otras y otros que se han tomado en serio la redención".
Este amor tuyo que, por un lado, sube hasta Dios y, por lo tanto, tiene toda la gratitud de una creatura, toda la profundidad de una madre, toda la pureza de una virgen; por otro lado, se dirige a nosotros, hacia la tierra, hacia tus hijos.
El amor de María llena nuestro corazón. El amor de mi madre celestial llena, totalmente, mi corazón. Una mirada, una sonrisa de María Santísima, me ofrecen más que todo lo que pueden darme todas la mujeres de la tierra juntas.
Cuál debe ser mi respuesta a tan grande y tierno amor? Como San Juan Pablo II debemos decir cada uno de nosotros, también, "totus tuus": todo tuyo y para siempre. Aquella expresión que el Papa nos decía: "Luchando como María y muy juntos a María", que le repitan siempre: "totus tuus".
Ya sé que eres buena cual madre lo ha sido, por eso rendido te vengo a implorar.
Petición
Madre de Altagracia ruega por nosotros no nos abandones solo en Ti esperamos haz que hoy tus hijos te veneren y como un tesoro conserven tu devoción. Amen
A Ti venimos, Señora de Altagracia, Siruela entera te reza en su canción. Te está diciendo que eres nuestra Madre, Que cada hijo te da su corazón.
Tu imagen, Madre, es muy hermosa, Tu rostro vello es una flor. Mas el tesoro que nos ofreces, No está en tu imagen, está en tu amor. Cuando nacimos, tu gran ternura, Desde la ermita nos acogió.
En nuestra muerte queremos Madre, En tu regazo, hallar a Dios. Aunque tus hijos se vayan lejos, Jamás reniegan de tu calor. Tú sabes, Madre, que te recuerdan, En la alegría y en el dolor. A hombros vienes como una Reina, Entre cantares como mujer. Y Dios te mira como a su Madre, Como este pueblo te quiere ver.
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