SANTA ISABEL
El Real Monasterio de la Visitación de San Isabel es un convento de clausura de monjas agustinas recoletas fundado en 1589 por el santo agustino fray Alonso de Orozco, reformador de la orden. El convento tuvo su primer alojamiento en la calle del Príncipe, su alojamiento definitivo se debe a la intervención de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, quien creó el Patronato Real en 1610, entregando a las monjas la llamada Casilla, finca y palacio de campo del secretario de Felipe II Antonio Pérez, edificio en parte subsistente en la actual clausura. Con el reinado de Felipe IV se inicia la construcción de la iglesia, además, atendiendo a la petición de las monjas, las liberó en 1649 de la carga del colegio que se encontraba en el mismo edificio, encomendándoselo primero a un grupo de mujeres laicas y luego a las asuncionistas, orden que todavía hoy lo regenta.
Las trazas arquitectónicas de la iglesia se deben a Gómez de Mora, iniciándose su construcción en 1640 por Jerónimo Lázaro Goiti y terminándose en 1665. Fue completamente saqueado por las tropas francesas y las monjas no volvieron hasta 1816. Al estallar la guerra civil, en 1936, el convento fue incendiado y destruidas las obras de arte que contenía, reconstruyéndose en 1946 con la venta de algunas obras artísticas salvadas por las monjas antes del conflicto.
La iglesia es un edificio de planta singular, con nave de dos tramos muy reducidos y un gran crucero, que casi dobla en extensión las dimensiones de la nave. La cúpula semiesférica que cubre el crucero se sustenta sobre cuatro pilares achaflanados muy amplios, de modo que las pechinas que descargan sobre ellos tiene forma de trapecios. En el tambor se abren ocho vanos con ornamentación barroca que iluminan fuertemente el crucero, reforzando el aspecto centralizado de la planta.
En 1664 Sebastián de Benavente recibió el encargo de ejecutar los retablos de la iglesia. El retablo mayor albergaba un gran lienzo de la Inmaculada Concepción, obra de José de Ribera encargado por Juan José de Austria, Virrey de Nápoles. Las monjas, según se cuenta, hicieron más tarde repintar la cabeza de la Virgen a Claudio Coello, por entender que era un retrato de la hija de Ribera, con la que se decía que el Virrey había mantenido relaciones ilícitas. Las pinturas que decoraban el crucero realizadas por artistas de la talla de Claudio Coello, Mateo Cerezo y Benito Manuel Agüero fueron quemadas en 1936 junto con los frescos del siglo XVIII de Zacarías González Velázquez.
El actual retablo mayor, en madera tallada y policromada del siglo XVII, procede de la Catedral de Pamplona, instalado en este lugar tras la última restauración. Decorando el crucero se han dispuesto otras pinturas en retablos, destacando un Arcángel san Jeudiel de Vicente Carducho y una Inmaculada de Mariano Salvador Maella, procedentes de los fondos primitivamente conservados en clausura. En ella se encuentran todavía algunas otras obras de relativo interés, primordialmente de escuela madrileña de la segunda mitad del siglo XVII, y entre ellas varias obras de Antonio Pereda y de José Antolínez.
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CAPILLA DEL OBISPO
Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán
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HOSPITAL DE LA BEATA
El actual Hospital de la Beata María Ana de Jesús procede del Hospital-Asilo del mismo nombre, fundado en 1888, con objeto de amparar y educar a niñas huérfanas pobres. En 1928 se trasladó a los amplios pabellones y jardines de la calle Doctor Esquerdo, siendo oficialmente inaugurado en 1929 por la Reina María Cristina de Habsburgo y el obispo Leopoldo Eijo Garay.
La actual capilla fue decorada por el Centro Aletti en 2007. Esta decoración no sólo se basa en el famoso mosaico que decora la zona del presbiterio de la capilla si no que el P. Marko I. Rupnik, junto con su taller, acometen la decoración de todo el espacio: desde las puertas de entrada, los bancos, altar y ambón…
En la pared del presbiterio, realizado en mosaico, aparecen 4 figuras. A la izquierda aparece un ángel con una lámpara junto al sagrario en el que aparece escrito “Yo estoy con vosotros”.
A la derecha la imagen de la Virgen María en la Anunciación, junto al Espíritu representado en forma de paloma.
En la parte central aparecen las dos figuras principales de la decoración. La imagen del Buen Samaritano en la que es el propio Jesús el que aparece representado en las dos figuras de la escena. Y por otra parte la Verónica, mostrando el rostro de Cristo en su velo
HUMILLADERO NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Es una pequeña capilla situada en el número 44 de la calle de Fuencarral de Madrid, esquina a la antigua calle de Santa María del Arco.
Fue construida en 1712 debido a que en las inmediaciones existía un cuadro de la Virgen de Nuestra Señora de la Soledad, al que los vecinos de la zona profesaban una gran devoción.
La pequeña edificación está realizada con ladrillo y sillería, y el acceso al templo se realiza a través de una puerta coronada por un arco de medio punto. Es el único en su especie que queda en Madrid, junto con la virgen rinconera en la casa-palacio de Ricardo Augustín de la plaza de Ramales.
CAPILLA
Es una capilla sin culto de poco más de cuarenta y tres metros cuadrados construida en 1712 para colocar en su interior el lienzo de la Virgen de la Soledad que, según la leyenda, desde tiempos muy antiguos había estado bajo un arco en una hornacina con farolillo, lo que dio el nombre de Santa María del Arco a la actual calle de Augusto Figueroa, con la que hace esquina la ermita.8 El arco era la puerta de las caballerizas del marqués de la Torrecilla.
La capilla fue construida con ladrillo y sillería. Una gran puerta en forma de arco de medio punto y con barrotes de hierro de la época deja ver en su interior una pequeña capilla de forma rectangular compuesta por un modesto altar con un retablo formado por dos columnas jónicas y presidido por el citado lienzo de la Virgen de la Soledad, más conocida como la Paloma.
A la derecha hay un Cristo Crucificado del Consuelo, de tamaño real y que parece ser de finales del siglo XVII. Pedro de Répide decía de esta pequeña capilla que «parece, más que un oratorio urbano, un santuario campesino, en cuyo torno se hubiese alzado de pronto la ciudad».
La devoción a la Virgen de la Soledad surgió con posterioridad a la Piedad y a la Virgen de los Dolores. La Soledad de la Virgen representa el período de tiempo que transcurre entre la muerte de su Hijo y la Resurrección de este, de ahí que se la pinte siempre vestida de luto —blanco y negro— y con el rosario entre las manos.
El cuidado y mantenimiento de la capilla depende de la cercana iglesia de San Ildefonso que recoge del suelo las monedas que tiran los fieles para ayudar al mantenimiento de la misma.2 A comienzos de la década de 2000 se celebraban dos misas al mes que los fieles seguían desde la acera, pero se suprimieron por el aumento del tráfico y por la estrechez de la acera
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