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sábado, 27 de septiembre de 2025

DOMINGO XXVI DEL T. ORDINARIO

 DOMINGO

“ Se abre un abismo inmenso ”




según San Lucas 16, 19-31 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Lo malo del rico es que no compartía, se encerró en su egoísmo

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. 

Esta parábola va dirigida a los ricos y a quienes, no siendo ricos, podemos estar demasiado apegados al dinero. Echando mano de la imaginación, vemos salir de su casa a aquel hombre rico, muy bien vestido, muy satisfecho consigo mismo. Este hombre goza de gran prestigio entre sus colegas. Es piadoso y acude asiduamente a la sinagoga.

Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. 

Con la parábola del pobre y del rico el Señor nos está diciendo que lo realmente grave no es la posesión de riquezas, sino la indiferencia y la insensibilidad ante la suerte de los pobres.

Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:

 “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. 

Pero Abrahán le dijo: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. 

Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”. 

Él dijo: “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”. 

Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”. Pero él le dijo: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”. 

Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

la Palabra de Dios nos basta. No pensemos que si Dios llevase a cabo milagros espectaculares nuestro mundo se convertiría. No corramos detrás de cosas extraordinarias y milagreras, mientras permanecemos alejados de la escucha de la Palabra de Dios. Es ahí donde encontramos la luz y la fuerza para cumplir el principal y único mandamiento: el del amor.

Todos somos rico en algo
Tenemos  que dar de todo aquello que tenemos, no solo el dinero, don de consejo, alegría , delicadeza. etc...


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