PRIMERA PARTE
El papa baja a rezar a la tumba de San Pedro Tras el recorrido de 25 minutos en papamóvil, León XIV, acompañado por los Patriarcas de las Iglesias Orientales, baja a rezar ante la tumba de San Pedro. Con ello, empieza la liturgia.
La liturgia comenzará dentro de la Basílica Vaticana, donde el nuevo Papa, acompañado por los Patriarcas de las Iglesias Orientales, bajará a rezar ante la tumba de San Pedro, según informa Vatican News.
Tal y como explica la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, este momento resalta el vínculo del Obispo de Roma con el Apóstol Pedro y su martirio.
A continuación, dos diáconos tomarán el palio, el anillo del pescador y el Libro de los Evangelios, y se dirigirán en procesión hacia el altar, en la plaza de San Pedro.
León XIV subirá y se unirá a la procesión, mientras se cantan las Laudes Regiae, con la invocación de la intercesión de los Papas santos, los mártires y los santos y santas de la Iglesia Romana.CELEBRcion
CELEBRACIÓN
Desde el portón central de la Basílica Vaticana colgará el tapiz de la pesca milagrosa, en el que se representa el diálogo de Jesús con Pedro.
En el altar, por su parte, se coloca la imagen de la Virgen del Buen Consejo, proveniente del santuario mariano de Genazzano.
BENDICION Y ASPERSION DEL AGUA BENDITA
GLORA Y COLECTA´´
LECTURAS
PRIMERA EN ESPAÑOL
La primera lectura ha sido leída en español. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12:Ç
"Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos"
SALMO
SEGUNDA
La segunda lectura, en inglés, es de 1 Pedro 5, 1-5.
Pedro exhorta a los ancianos de la comunidad cristiana a pastorear su rebaño desinteresadamente y a que sean sostenidos por Cristo en su ministerio.
EVANGELIO
El Evangelio está tomado de Juan 21,15-19. Jesús pregunta tres veces a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?", a lo que Pedro responde que sí. Jesús ordena a Pedro que apaciente y cuide de sus ovejas. Se lee primero en latín y luego en griego.
IMPOSICION
La primera lectura será pronunciada en español, seguida de un salmo responsorial en italiano, y la segunda lectura, en inglés. Al terminar la proclamación del Evangelio, tres cardenales de los tres órdenes (diáconos, presbíteros y obispos) y de diferentes continentes se acercarán a León XIV.
El primero le impondrá el palio, el segundo, con una oración especial, pedirá la presencia y la asistencia del Señor sobre el Papa,
y el tercero también pronunciará una oración, invocando a Cristo, y entregándole el Anillo del Pescador.
A continuación, se pronunciará una oración pidiendo al Espíritu Santo "fortaleza y mansedumbre" para el nuevo Pontífice, para conservar a los discípulos de Cristo en la unidad de la comunión.
Después, el Papa bendecirá a la asamblea con el Libro de los Evangelios, mientras se aclama en griego: "¡Ad multos annos!" (Por muchos años).
Más tarde, tendrá lugar el rito de la "obediencia" prestada al Papa por doce representantes de diferentes grupos de la Iglesia provenientes de diversas partes del mundo.
HOMILIA
Queridos Hermanos Cardenales, Hermanos obispos y sacerdotes, Distinguidas Autoridades y Miembros del Cuerpo Diplomático, Hermanos y hermanas,
Los saludo a todos con un corazón lleno de gratitud al comenzar el ministerio que me ha sido confiado. San Agustín escribió: «Señor, nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti» (Confesiones, I: 1,1).
En estos días hemos vivido emociones intensas. La muerte del Papa Francisco nos llenó de tristeza. En esas horas difíciles, nos sentimos como las multitudes que, según el Evangelio, eran «como ovejas sin pastor» (Mt 9,36). Sin embargo, el Domingo de Pascua, recibimos su bendición final y, a la luz de la resurrección, vivimos los días siguientes con la certeza de que el Señor nunca abandona a su pueblo, sino que lo reúne cuando está disperso y lo custodia «como un pastor a su rebaño» (Jr 31,10).
Con este espíritu de fe, el Colegio Cardenalicio se reunió para el cónclave. Provenientes de diferentes orígenes y experiencias, pusimos en manos de Dios nuestro deseo de elegir al nuevo Sucesor de Pedro, Obispo de Roma, un pastor capaz de preservar la rica herencia de la fe cristiana y, al mismo tiempo, mirar hacia el futuro para afrontar las preguntas, preocupaciones y desafíos del mundo actual. Acompañados por sus oraciones, pudimos sentir la obra del Espíritu Santo, quien fue capaz de armonizarnos, como instrumentos musicales, para que nuestros corazones vibraran en una sola melodía.
Fui elegido, sin ningún mérito propio, y ahora, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que desea ser siervo de su fe y su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, pues él quiere que todos estemos unidos en una sola familia. Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión confiada a Pedro por Jesús.
Lo vemos en el Evangelio de hoy, que nos lleva al Mar de Galilea, donde Jesús inició la misión que recibió del Padre: ser «pescador» de la humanidad para rescatarla de las aguas del mal y la muerte. Caminando por la orilla, llamó a Pedro y a los demás primeros discípulos a ser, como él, «pescadores de hombres». Ahora, tras la resurrección, les corresponde continuar esta misión, echar sus redes una y otra vez, llevar la esperanza del Evangelio a las «aguas» del mundo, navegar los mares de la vida para que todos puedan experimentar el abrazo de Dios.
¿Cómo puede Pedro llevar a cabo esta tarea? El Evangelio nos dice que solo es posible porque su propia vida fue tocada por el amor infinito e incondicional de Dios, incluso en la hora de su fracaso y negación. Por eso, cuando Jesús se dirige a Pedro, el Evangelio usa el verbo griego agapáo, que se refiere al amor que Dios nos tiene, a la ofrenda de sí mismo sin reservas ni cálculos. Mientras que el verbo usado en la respuesta de Pedro describe el amor de amistad que nos tenemos unos a otros.
Por consiguiente, cuando Jesús le pregunta a Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?» (Jn 21,16), se refiere al amor del Padre. Es como si Jesús le dijera: «Solo si has conocido y experimentado este amor de Dios, que nunca falla, podrás apacentar mis corderos. Solo en el amor de Dios Padre podrás amar a tus hermanos con ese mismo 'más', es decir, ofreciendo tu vida por ellos».
Así, a Pedro se le confía la tarea de «amar más» y dar la vida por el rebaño. El ministerio de Pedro se distingue precisamente por este amor abnegado, porque la Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la caridad de Cristo. Nunca se trata de capturar a otros por la fuerza, la propaganda religiosa ni el poder. Se trata siempre y únicamente de amar como Jesús.
El mismo apóstol Pedro nos dice que Jesús «es la piedra que desecharon ustedes, los constructores, y que se ha convertido en piedra angular» (Hch 4,11). Además, si la roca es Cristo, Pedro debe pastorear el rebaño sin ceder jamás a la tentación de ser un autócrata, dominando a quienes le han sido confiados (cf. 1 P 5,3). Al contrario, está llamado a servir la fe de sus hermanos y hermanas, y a caminar junto a ellos, pues todos somos «piedras vivas» (1 P 2,5), llamados por nuestro bautismo a construir la casa de Dios en comunión fraterna, en la armonía del Espíritu, en la coexistencia de la diversidad. En palabras de san Agustín: «La Iglesia está formada por todos aquellos que conviven con sus hermanos y aman al prójimo» (Serm. 359,9).
Hermanos y hermanas, quisiera que nuestro primer gran anhelo fuera una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado. En este tiempo, aún vemos demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a la diferencia y un paradigma económico que explota los recursos de la Tierra y margina a los más pobres. Por nuestra parte, queremos ser un pequeño fermento de unidad, comunión y fraternidad en el mundo. Queremos decir al mundo, con humildad y alegría: ¡Miren a Cristo! ¡Acérquense a él! ¡Acojan su palabra que ilumina y consuela! Escuchen su ofrecimiento de amor y conviértanse en su única familia: en el único Cristo, somos uno. Este es el camino que debemos recorrer juntos, entre nosotros, pero también con nuestras iglesias cristianas hermanas, con quienes siguen otros caminos religiosos, con quienes buscan a Dios, con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para construir un mundo nuevo donde reine la paz.
Este es el espíritu misionero que debe animarnos: no encerrarnos en nuestros pequeños grupos ni sentirnos superiores al mundo. Estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para lograr esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada persona y la cultura social y religiosa de cada pueblo.
Hermanos y hermanas, ¡esta es la hora del amor! El corazón del Evangelio es el amor de Dios que nos hace hermanos y hermanas. Con mi predecesor León XIII, podemos preguntarnos hoy: Si este criterio «prevaleciera en el mundo, ¿no cesarían todos los conflictos y volvería la paz?» (Rerum Novarum, 21).
Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios, signo de unidad, una Iglesia misionera que abra los brazos al mundo, anuncie la Palabra, se deje « inquietar » por la historia y se convierta en fermento de armonía para la humanidad. Juntos, como un solo pueblo, como hermanos y hermanas, caminemos hacia Dios y amémonos unos a otros".
Tras la homilía del Pontífice, se cantará el Credo, al cual seguirá la oración de los fieles con cinco invocaciones, en portugués, francés, árabe, polaco y chino.
En concreto, se pedirá por la Iglesia, por el Romano Pontífice, por aquellos que tienen responsabilidades de gobierno, por los que se encuentran en sufrimiento y dificultades, y por la misma asamblea.
Antes de concluir la misa, León XIV pronunciará una breve alocución y, después del canto del Regina caeli, impartirá la bendición solemne.
CONSAGRACIÓN
11:50 Llega el momento de la Comunión en la misa de inicio del pontificado del Papa León XIV
12:03 León XIV, tras la Comunión El Papa reza la oración después de la Comunión: "Fortalece a tu Iglesia en la unidad y la caridad, y haz que yo, tu siervo, a quien has confiado el ministerio petrino, experimente siempre, junto con el rebaño confiado a mi cuidado, tu ayuda y protección salvadoras."
Suenan campanas en San Pedro que dan comienzo al pontificado de León XIV
12:12 "Ita, missa est" Finaliza la misa de inicio de pontificado del Papa León XIV
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El papa recuerda las guerras en Gaza y Ucrania Durante la bendición final, León XIV hizo un llamado a la paz ante las hostilidades: "No podemos olvidar a los hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra. En Gaza, los niños, las familias, los ancianos, supervivientes que se ven reducidos al hambre en Myanmar, nuevas hostilidades que siguen destruyendo vidas inocentes, la destrozada Ucrania que espera por fin negociaciones para conseguir una paz justa y duradera".
Regina Caeli al finalizar la Misa
En la alegría de la fe y de la comunión no podemos olvidarnos de los hermanos y hermanas que sufren a causa de las guerras. En Gaza, los niños, las familias y los ancianos supervivientes están pasando hambre. En Myanmar, nuevas hostilidades han destruido vidas inocentes. La atormentada Ucrania espera por fin negociaciones para una paz justa y duradera.
Por eso, mientras encomendamos a María el servicio del Obispo de Roma, Pastor de la Iglesia universal, desde la “barca de Pedro” contemplémosla a ella, Estrella del mar, Madre del Buen Consejo,como signo de esperanza. Imploremos por su intercesión el don de la paz, el auxilio y el consuelo para los que sufren y, para todos nosotros, la gracia de ser testigos del Señor Resucitado.
12:00 Alrededor de 100.000 personas se encuentran en la Plaza de San Pedro Según la oficina de prensa de la Santa Sede, alrededor de 100.000 personas se encuentran en la Plaza de San Pedro y sus alrededores para la misa, con multitudes que se extienden hasta el fondo de Via della Conciliazione, la calle que conduce a los brazos de la columnata de la plaza.
Suenan campanas en San Pedro que dan comienzo al pontificado de León XIV
https://youtu.be/dm8WgT8piJU?si=etasbPygc5hVehGR
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