Uno de los primeros de su tipo construidos en Andalucía, el camarín de la Virgen conforma una excepcional obra de estilo churriguero granadino.
Comenzó a construirse en el año 1703 y los trabajos en sus antecámaras laterales no terminarían hasta 1742. En su construcción intervendrían Juan de Mena, quien inició los trabajos y el padre mercedario fray Baltasar de la Pasión quien los continuaría hasta finalizarlos.
Arquitectónicamente en cada esquina se sitúan dos columnas salomónicas, de piedra negra de Sierra Elvira, que soportan cuatro arcos sobre los que se asienta la bóveda.
Sobre las pechinas aparecen cuatro personajes relacionados con la pasión de Cristo: María Magdalena, San José de Arimatea, María la de Cleofás y San Juan Evangelista. A ambos lados de la bóveda, en las claves de los arcos, se añadieron dos episodios pictóricos referentes a la historia reciente de la Hermandad.
En uno se muestra la coronación canónica de la Virgen el 20 de septiembre de 1913 y en el otro el incendio de 1916 donde milagrosamente se salvó la sagrada imagen.
La talla descansa sobre un esbelto trono de mármol y jaspes con elementos tallados minuciosamente, como cuatro ángeles "cuasi tenantes" y unas zapatas invertidas, a modo de contrafuerte, muy elaboradas en su forma y decoración, con guirnaldas y flores. El cuerpo principal está realizado con piedra roja de Cabra y mármol verde de Sierra Elvira, entre otros, por Marcos Rodríguez Raya considerado como uno de los seguidores mas cualificados de Hurtado Izquierdo.
Esta múltiple autoría quedaría reflejada en la fastuosidad de las ornamentaciones que lo decoran y en la utilización de distintos pero espléndidos mármoles de Íllora, Sierra Nevada, Cabra (Córdoba) y Macael, que otorgaron un espectacular juego de colores.
Estas pinturas fueron realizadas por Eduardo Sánchez Solá en 1913, con motivo de la Coronación Canónica de la Virgen. El resto de pinturas fueron realizadas entre los años 1739 y 1741 por José Hidalgo y concluidas para la inauguración en 1742 por Juan Medina.
En el año 1916 un incendio arrasaría el camarín por lo que tuvo que ser restaurado bajo la dirección del escultor valenciano José Manuel Garnelo Alda. La gran mayoría de pinturas desaparecerían y otras quedaron muy dañadas por lo que Garnelo encargó su restauración al pintor cordobés Esmaragdo Pérez.
Para esto el barroco aquí acaricia el rococó. La minuciosa delicadeza de las piezas de jaspes y un cuidado programa iconográfico entorno a la imagen centran la estancia. De principal interés es la solería, ejecutada por Isidro Navarro en 1725 con mármoles de diferentes tonalidades traídos de Luque, Campanillas y Sierra Elvira.
Su dibujo central representa la intercesión de la Virgen, simbolizada por siete estrellas aludiendo a sus siete dolores, para alcanzar la eternidad de los tiempos, representada por un sol y una luna en plenitud.
Las dos estancias que acompañan al camarín, los antecamarines, complementan, a través de los distintos frescos que los adornan, la iconografía de la Titular.
En el primer antecamarín, encargado por expreso deseo del mecenas don Juan de Lizana, se nos muestran los misterios proféticos de la Pasión. También aparece reflejado el donante de la obra rodeado de distintos santos de su particular devoción.
En el segundo antecamarín se desarrollan temas propiamente de la Pasión de Cristo: la despedida de Cristo de su Madre, la coronación de espinas, Jesús con la cruz a cuestas, el calvario y el descendimiento son los temas aquí reflejados.
Todo un conjunto este de tres espacios dedicados íntegramente a los siete dolores de la Virgen María y que, a la vez, sirven como joyero/relicario para la devoción central y eje espiritual, de todos los granadinos, la Santísima Virgen de las Angustias, Excelsa Patrona de Granada y su Archidiócesis, Egregia Ciudadana y aún Mejor Vecina, Nuestra Madre, Consuelo en la aflicción y Gozo en el júbilo y Señora.
SACRISTÍA
La Sacristía da acceso al camarín de la Virgen.
En la Sacristía encontramos un lienzo que representa la milagrosa aparición de la Virgen de las Angustias, obra del pintor granadino José Sánchez Peregrín.
Y recorriendo las paredes de la sala pueden contarse cinco retratos que corresponden a los cinco últimos arzobispos de Granada.
También existe un cuadro del siglo XVIII en el que se representa a San Diego de Alcalá y sobre unas grandes cajoneras hay una talla de un Crucificado con un busto de la Virgen a sus pies, obra algún discípulo de Pablo de Rojas y que está datada en el año 1582