LA BASÍLICA
La iglesia es un edificio macizo, con tres naves,aunque probablemente al inicio eran cinco, y la central tiene una bóveda de cañón, mientras que el transepto presenta armaduras de madera (rehechas en los años cincuenta).
En la parte final de la nave se inserta un coro de madera delimitado por dos ambones sujetos por columnas bizantinas que están decoradas con un revestimiento de piedras polícromas.
Estos fueron construidos por los arzobispos Romualdo II Guarna y Niccolò D'Aiello. Junto al ambón mayor, está la columna del cirio pascual y al lado de éste surgía la antigua iconostasis, demolida en el siglo XIX.
Los pavimentos del coro, del presbiterio y del transepto están realizados también con teselas polícromas; e igualmente fueron realizadas por orden del arzobispo Guglielmo de Rávena en la primera mitad del siglo XII.
Al fondo está el altar decorado y al centro del ábside la cátedra episcopal que según se dice perteneció al obispo Alfano I.
Si bien dentro domina un estilo del siglo XV, se han encontrado rasgos de trabajos medievales y en una de las naves laterales hay frescos de la escuela giottesca.
De los mosaicos, todos recreados en 1954 (año milenario de la traslación de las reliquias de San Mateo), son especialmente originales los de la nave central y de la controfachada, que muestra al apóstol y evangelista que da la bendición con el Evangelio.
En el ábside derecho está la urna del Papa Gregorio VII que murió en el exilio en Salerno a causa de la querella de las investiduras.
La preciosa custodia, que ha sido restaurada recientemente, fue realizada en 1954 por comisión de Antonio D'Amico que la donó a la catedral. Se han colocado allí las últimas palabras del pontífice: Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el exilio.
CAPILLA DEL TESORO
Desde la sacristía se accede a la capilla del tesoro, que tiene un techo con frescos y representa el así llamado Paraíso salernitano (a causa de la presencia, en primer plano, de los santos relacionados con la ciudad: Mateo, Fortunato, Gayo, Ante, Bonosio, Gramacio...) obra del pintor Filippo Pennino.
En la capilla se conservan, entre otros, las estatuas en plata del santo patrono, del Papa Gregorio VII, de los mártires salernitanos y la estatua de madera maciza de San José, además de numerosos ostensorios y relicarios (entre los que destaca el Brazo de San Mateo).
Cada 21 de septiembre las estatuas son llevadas en procesión que concluye con la característica “carrera” al subir la escala principal de la Catedral.
Siempre desde la sacristía se tiene acceso al complejo del ex seminario que actualmente hospeda al museo diocesano; allí se conservan numerosas obras como esculturas, objetos litúrgicos y fragmentos decorativos provenientes de la catedral.
Además en el museo hay una exposición de marfiles salernitanos: teselas decoradas en marfil y que representan escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, que antes decoraban el antiguo altar de la catedral.
LA CRIPTA
La cripta es de estilo barroco, hecha restaurar en 1680 por Domenico Fontana por orden del rey Carlos III, y hospeda los restos mortales del santo patrono, los restos de los mártires salernitanos Fortunato, Gayo, Ante y Félix y las reliquias de los santos confesores.
En la tumba semienterrada del santo hay una estatua de bronce del mismo, obra realizada en 1605 por el escultor Michelangelo Naccherino.
Todos los frescos del techo son obra del pintor tardo-manierista Belisario Corenzio y representan escenas del Evangelio de Mateo, además de algunos episodios de historia de Salerno (como el Asedio de la ciudad por parte de los franceses).
Los mármoles que encierran las antiguas columnas y las paredes son de la mitad del siglo XVII y son obra de Francesco Ragozzino; en las paredes hay veinte estatuas que representan a san Juan Bautista y a los primeros santos obispos de Salerno.
Precisamente las reliquias de estos últimos están sepultadas en la capilla que toma el nombre de ellos: las urnas, de madera y cristal, están expuestas en vidrieras en la pared y sobre cada una de ellas está escrito el nombre del difunto.
La de San Bonosio, primer obispo de Salerno (que vivió en la época de Alarico) es la más grande y está situada en el centro.
La sepultura original, constituida por una lastra de mármol datada en el año 1081 puede verse en el centro del pavimento de la capilla, y es una preciosa fuente que confirma que la cripta ya había sido concluida para esos años.
En la zona este, se encuentra la Capilla de los santos mártires salernitanos que acoge sus s restos. Estos santos fueron asesinados durante el imperio de Diocleciano; Fortunato, Gayo y Ante fueron decapitados en el templo de Priapo que estaba situado junto a la desembocadura del Irno; Félix fue colgado en la localidad Felline, donde hoy hay una iglesia dedicada a él. Los huesos están colocados en dos urnas bajo una rejilla de latón en el centro del pavimento, mientras que los momentos de su proceso, del martirio y de la sepultura definitiva están representados en los frescos del techo. Junto a la rejilla hay un tronco de columna sobre la cual habrían sido decapitados.
Las otras dos capillas a este, a los lados de la de los mártires custodian los restos de las hermanas de san Prisco (obispo de Nocera) que reencontradas por Alfano I en el medioevo, fueron restauradas en los años 60; un espléndido lienzo historiado que representa a la Virgen fue robado del altar. La segunda capilla hospeda la sacristía de la cripta.
La tumba de san Mateo está en el centro de la cripta y representa el Sancta Sanctorum. Se encuentra exactamente bajo el altar mayor de la catedral, está semienterrada y constituida por un amplio baldaquino de mármol que muestra los escudos de los Borbones.
Sobre este hay una estatua de bronce del evangelista cuando escribe, obra de 1605 del escultor Michelangelo Naccherino.
Inmediatamente bajo ella, en una celda, está encerrada la caja donde se encontraba el maná de san Mateo.
A los lados del altar, hay ocho candelabros dorados que fueron donados al inicio del siglo XIX por la escuela médica salernitana.
La tumba auténtica se puede alcanzar mediante una escala abierta tras la Segunda Guerra Mundial y visible desde una ventana circular: tiene una disposición muy simple, representado por una lastra de mármol con fragmentos decorativos bizantinos, bajo la cual se conservan las dos urnas con los restos.
En una columna revestida de cobre y visible desde el fondo de la lastra, se recogía el maná de san Mateo.