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jueves, 20 de septiembre de 2012

LAS PRIMERAS IGLESIAS VISIGODAS


PRIMERA ETAPA DEL ARTE VISIGODO

Hasta la conversión de Recaredo en el 587, hay continuidad con el Arte Romano.


  Siglos V y VI: Y destacan

 Basílica de Cabeza del Griego, en la provincia de Cuenca. Segóbriga
 Es la de mayor tamaño encontrada en el arte Visigodo. Planta basilical con un “pseudocrucero alargado que le daba forma de T. Quedan pocos restos de ella, ya que sobre ella se construyó el “Monasterio de Uclés”.

 - Vista general de la basílica visigoda durante la excavaciones en Septiembre de 2006. Fotografía procedente de un estudio de J.M. Abascal y R. Cebrián sobre la inscripción del obispo Sefronius.



 “Iglesia de Recópolis” Zorita de los Canes (Guadalajara),


Quedan restos excavados. Se encuentra dentro de la ciudad que construyó Leovigildo en honor de su hijo Recaredo.


Tenía planta de cruz griega con una nave y un ábside. Parece que también tenía un baptisterio. Parece que tenía unas galerías laterales que unían el pórtico con los brazos del crucero, pero no estaba conectado con la nave central.

SEGUNDA ETAPA



 Del siglo VI hasta el 711, en que se produce la invasión musulmana:


 “San Juan de Baños” (Baños de Cerrato, Palencia)



Declarada Monumento Nacional en 1897, se jacta San Juan de Baños de ser, según muchos especialistas, la iglesia cristiana (al menos conservada íntegra) más antigua de España, siendo, junto a la zamorana de San Pedro de la Nave, la obra cumbre del arte visigótico español.

Nave norte de la iglesia
Como todo el Cerrato palentino, especialmente la zona situada en el entorno de la confluencia de los ríos Carrión y Pisuerga, el paraje en el que se levanta San Juan de Baños fue de enorme riqueza cerealista desde tiempos de los romanos, proliferando en el entorno, tal y como han atestiguado numerosos hallazgos arqueológicos, las villas tardorromanas agrícolas y de recreo.

Debido a las propiedades curativas de sus aguas, el actual Baños de Cerrato, conocido durante la dominación romana como "Balneos", se constituiría también como un importante establecimiento termal, constando referencias de la existencia de un templo consagrado al dios Esculapio.


Precisamente del entorno de la iglesia de San Juan procede un ara dedicado a las ninfas hoy depositado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

 Los orígenes cristianos de la iglesia de San Juan de Baños, ya durante la época de la Monarquía Visigoda, hay que remontarlos al año 661, cuando, por orden del rey Recesvinto y según consta en una lápida de consagración aparecida en el propio templo, fue mandada construir bajo la tutela de la sede episcopal palentina.


En dicha inscripción, que no deja lugar a dudas pese a estar escrita en un latín no demasiado puro, aparece mencionado el año 699, que vendría a corresponderse con el 661 de nuestra era

 La inscripción original se encuentra hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, habiendo sido colocada una réplica en el interior del templo, sobre el arco triunfal de ingreso a la cabecera.

 La tradición popular cuenta que la iniciativa del rey Recesvinto de fundar el santuario se debió a que, regresando el monarca junto a su comitiva de una exitosa campaña contra los vascones, paró a descansar en estos pagos cerrateños al sentirse algo indispuesto aquejado de una dolencia renal, la cual, tras beber agua del manantial que brotaba en el lugar, se sintió totalmente curado, levantando como agradecimiento un templo en honor de San Juan Bautista.


Sea literal o no la leyenda, lo cierto es que nos hallamos ante una fundación de carácter real, en la cual, además, se cumple el axioma, tan común a muchos edificios cristianos medievales, de erigirse en un lugar de culto o de especial significación para antiguas religiones politeístas con el fin de ser cristianizado.

 Pocas décadas después de su consagración y debido a la conquista y posterior dominación musulmana de la Península Ibérica, el templo quedaría en desuso, aunque, afortunadamente, quizás por el respeto a la figura de San Juan Bautista que profesaba el Islam, nunca llegó a ser destruido.




Tras la reconquista cristiana de todo el Valle del Duero, a partir del siglo IX y tras ser reparada, la iglesia perteneció a la reina Doña Urraca primero y al monasterio de San Isidro de Dueñas después, pasando en lo sucesivo a funcionar como parroquia hasta el siglo XVII en que se edificó en la localidad una iglesia más moderna que acabó por relegar a San Juan de Baños a la categoría de ermita.

 Objeto de varias intervenciones a lo largo de los siglos que a continuación detallaremos y que modificaron sustancialmente su morfología original, la ya ermita llegó al siglo XIX en un estado bastante lamentable de conservación, siendo sometida a una oportunísima restauración que la salvó de la ruina y en la que le fue añadida la modesta espadaña que hoy corona su pórtico occidental.

A lo largo del siglo XX fueron realizadas en su entorno varias campañas arqueológicas de excavación que han acabado por aportar interesantísimas revelaciones acerca de su evolución arquitectónica.


TEMPLO

El templo de San Juan de Baños, llegado a nuestros días en bastante buen estado, conserva buena parte de su estructura visigótica, aunque, como veremos a continuación, con algunas modificaciones que, a finales del gótico, alteraron sustancialmente su planimetría original sobre todo en la zona de la cabecera.


Construida a base de grandes sillares perfectamente labrados y aparejados a hueso (sin argamasa).


La iglesia presenta en la actualidad, tras un pórtico o nártex abovedado a los pies, una planta ligeramente trapezoidal que va ensanchándose a medida que se aproxima a la zona presbiteral.

 El cuerpo del templo se estructura en tres naves -la central más alta y ancha- separadas por arcos de ligera herradura apeados sobre ocho columnas romanas que, en número de cuatro a cada lado, quedan coronadas por diferentes capiteles entre los que encontramos tanto romanos reaprovechados como de factura visigótica. 


Tiene unas medidas de 20 metros de largo por 13 metros de ancho, el ábside central tiene 3,90 metros de ancho por 4,30 metros de largo.
 El ancho de la nave central es de 4,20 metros.


 La nave central sobresale en altura sobre las laterales.

En un momento dado, en tiempos del gótico, se optaría por "integrar" las dos estancias cabeceras extremas -denominadas "próthesis" y "diakonikon"- mediante la erección de dos nuevas capillas absidiales anejas a la cabecera, de manera que, muy probablemente, las absidiolas laterales originales acabarían por perder su función litúrgica y, por consiguiente, desaparecer. Por ello, de la triple cabecera que se observa en la actualidad, solo el ábside central pertenece a su construcción original.



Entrada al templo


La portada de acceso al templo, situada en el cuerpo avanzado a modo de pórtico o nártex a los pies,







La puerta de acceso a San Juan, situada al oeste, está precedida de un portico abierto con un arco de herradura sobre el que se levanta la espadaña.

 El dintel de la puerta tiene tallado en su dovela central la cruz griega patada que, en cierta manera, recuerda en su forma a las cruces votivas típicas de los tesoros que enriquecían el interior de las iglesias visigóticas.   

Los capiteles de las columnas del arco de herradura y el borde externo de las dovelas del arco están adornados con flores de cuatro pétalos.


 La pequeña espadaña de un único hueco de campanas y piñón triangular que corona el imafronte del pórtico fue añadida en una intervención tardía, concretamente en 1865




Al interior de la iglesia a traves del pórtico se accede a traves de un vano rectangular con un dintel en madera.


 La iluminación interior de naves y cabecera se consigue mediante distintos vanos distribuidos por todo el conjunto. Además de varias aspilleras, merecen ser destacados tres ventanales de idéntica morfología en herradura que el vano de ingreso, quedando además enriquecidos con finísimas celosías de tracería.

  Interior del templo

Nave cetral de cruz latina, al final de la nave, está situado el altar mayor.


En el presbiterio de la iglesia se encuentra una reproducción en bronce de la corona votiva de Recesvinto, perteneciente al tesoro de Guarrazar y cuyo original se encuentra en el Museo Arqueologico Nacional en Madrid. 


Fue colocada en ese lugar al cumplirse el 13º centenario de la construcción de la basilica. 

Dos naves laterales, separadas de la central por los arcos visigodos sobre columnas de mármol, reaprovechadas de algún templo romano, de color beige, rosa y gris, con los capiteles ocre que contrastan junto a los muros de piedra caliza.



 Los capiteles de tipo corintio presentan hojas de acanto, algunos son aprovechados de obras romanas y otros son originales pero muy esquemáticos. Los arcos están engarzados, ya que comparten dovelas.
 En total ocho columnas de marmol, formados por basa, fuste y capitel.



 Sobre los arcos, en la nave central, se abren ventanas aprovechando la diferencia de altura. Los muros tienen decoración de franjas con rosetas muy lineales.

En una de las naves laterales, se conserva una primitiva pila bautismal, que, debido a sus dimensiones, más parece una bañera. Recordemos que en aquella época el bautismo se hacia por inmersión y era frecuente que los nuevos bautizados fueran personas adultas.



Como la portada principal, el arco triunfal que da a paso a la capilla mayor despliega un arco de ligera herradura abrazado por una moldura exterior decorada a base de zarcillos vegetales, siendo destacada la dovela clave del arco mediante un relieve de una cruz de brazos rematados en formas avolutadas que también vendría a recordar a los tesoros votivos visigodos.


 Por encima del arco triunfal encontramos, incrustada en el muro y enmarcada por cuatro ménsulas de decoración discoidea en espiral, una réplica de la lápida fundacional por la que el rey Recesvinto dedicaba la fundación de la iglesia a San Juan Bautista.

 En la inscripción, realizada a base de caracteres incisos de trazo algo irregular, puede leerse, según traducciones de los especialistas, los siguientes versos:


 "Precursor del señor, mártir Juan Bautista posee esta casa, construida como don eterno, la cual, yo mismo, Recesvinto rey, devoto y amador de tu nombre, te dediqué, por derecho propio, en el año tercero, después del décimo como compañero ínclito del reino. En la Era seiscientos noventa y nueve"

 Réplica de la lápida de consagración de la iglesia.






La iglesia se cubre con techumbre de madera a doble vertiente, colocada en época moderna. El ábside central presenta bóveda de cañón y los laterales bóvedas de crucería gótica.

El templo se ilumina a traves de pequeñas ventanas en forma de herradura abocinadas, en el muro del fondo del presbiterio, en el hastial de la fachada por encima del pórtico y en la nave central por encima de las arcuaciones de los muros de la misma. En el ábside central encontramos una ventana central con arco de herradura con una vistosa celosía.

     








La decoración se reduce a los capiteles y los frisos decorativos.



  




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