VISIRA A LA BASÍLICA
Atravesando el portal del palacio se entra directamente a un gran patio rectangular ajardinado que conserva las medidas que tendría el cuadripórtico de la basílica construida en el siglo IX con el patrocinio de Pascual I, con una fuente central ya del siglo XX.
Fachada del Palacio desde el que se accede al pato de la basílica
La fachada de la derecha de este patio se corresponde con un monasterio de monjas franciscanas de Egipto que ha mantenido parte de su aspecto medieval y que creo que ahora está deshabitado, mientras que la de la izquierda es la de un monasterio de monjas benedictino reconstruido en el siglo XVI y todavía en uso
Al fondo se ubica
el pórtico de la basílica, compuesto por cuatro columnas antiguas jónicas centrales y dos pilastras corintias en los extremos que soportan un entablamento en cuyo arquitrabe todavía se conserva una decoración musivaria del siglo XII con volutas con flores, pequeños animales y tondos con bustos identificados como los de los santos Cecilia, Ágata y Tiburcio y los papas Urbano I y Lucio I, cuyas reliquias se custodian en la basílica.
En el centro hay una cruz con el alfa y la omega.
El friso es corrido y muestra una inscripción en referencia al patrocinio del cardenal Francesco Aquaviva en la remodelación de la basílica a partir de 1724. Está rematado por pretil y tras él se ve el cuerpo de la nave central, con frontón con el blasón del cardenal.
La torre campanario es románica de mediados del siglo XII, realizada en ladrillo y compuesta por cinco cuerpos, el primero con tres vanos ciegos de medio punto, el segundo con dos vanos de medio punto por cada lado, el tercero con tres y el cuarto y quinto, que forman el cuerpo de campanas, con ventanas tríforas con columnas de mármol que soportan arcos también de medio punto.
El remate es a cuatro aguas de muy poca altura.
En el pórtico se conservan losas sepulcrales de los siglos XIV y XV y en el testero de la Epístola está el monumento funerario
del cardenal Paolo Emilio Sfondrati, bajo cuyo cardenalato se reabrió el sarcófago con los restos de santa Cecilia, fallecido en 1618.
En principio, el monumento, proyectado por Girolamo Rainaldi con esculturas diseñadas por Pietro Bernini, padre de Gian Lorenzo, y ejecutadas por Algelo di Pellegrino, estaba ubicado en la nave de la Epístola y tapaba el antiguo acceso a la capilla Ponziani, pero cuando a mediados del siglo XX decidió abrirse de nuevo éste último, el mausoleo se trasladó al pórtico.
Ya en el interior, primero se accede a un
vestíbulo decorado con frescos de fines del siglo XVI atribuidos a Fabrizio Parmigiano y Marzio Ganassini que representan en la bóveda a los santos Cecilia, Valeriano, Urbano I, Esteban y Lorenzo y paisajes con santos ermitaños en las paredes.
En la
contrafachada del propio vestíbulo se ubican, trasladados desde otros lugares originales y fruto de modificaciones, el monumento funerario de Adam Easton de Norfolk, de fines del siglo XIV, en el lado de la Epístola, realizado por Paolo Romano, y el monumento funerario de Niccolò Forteguerri, del último tercio del XV, con esculturas atribuidas a Mino de Fiesole, en el del Evangelio, ambos cardenales de la basílic
La nave central,
de gran anchura,
cuenta con grandes pilastras que esconden las columnas originales y son fruto de una intervención a partir de 1823 con el patrocinio del cardenal Giorgio Doria y realizada por el arquitecto F. Salvi para solucionar problemas estructurales.
Soportan arcos de medio punto que fueron rebajados para dar cabida, sobre las naves laterales, a sendas galerías abiertas a la nave central mediante vanos con rejillas desde donde las monjas podían seguir las ceremonias y que también actuaba de acceso al coro a los pies construido adosado a la contrafachada.
A continuación está la cubierta, una bóveda rebajada que tapa la techumbre original y que fue realizada en 1724 con el patrocinio del cardenal Francesco Acquaviva.
Cuenta con lunetos que acogen las ventanas y está decorada con dorados, estucos y una escena central pintada al fresco por Sebastiano Conca
con la Gloria de santa Cecilia, destacando el órgano, su atributo, aunque en absoluto responda a realidad alguna relacionada con su vida, instrumento inexistente en su época, sostenido por ángeles.
También fue en esa época cuando se optó por retirar el pavimento cosmatesco original, sustituido por barro cocido que también se terminó retirando para colocar el actual, de losas en mármol blanco y negro formando grandes cuadrados.
Presbiterio
El aspecto actual del presbiterio corresponde a un diseño supervisado por Giacomo della Porta en 1600.
El pavimento fue elevado, todo el conjunto fue protegido por una balaustrada y en el centro se ubicó la famosa estatua de Santa Cecilia de Stefano Maderno.
Aunque cuando el escultor fue designado para hacerla sólo tenía veintitrés años y su elección fue muy polémica, dada su juventud, es evidente que demostró que estaba sobradamente preparado para realizarla.
Está hecha en un único bloque de mármol griego de Paros de un blanco luminoso que queda más evidenciado al contrastar con el nicho de mármol negro en el que está inserta la obra. T
ambién son de Maderno los ángeles sobre el nicho y las figuras, todas en bronce, de los santos Cecilia, Valeriano, Tiburcio y Máximo y de los papas Urbano I y Lucio I, flanqueando el mismo.
Por encima del nicho con la escultura sobresale el tabernáculo gótico, elemento que tenía la función de solemnizar el lugar en que tenía lugar el sacrificio eucarístico. Según una inscripción en el pedestal, localizada durante unas obras a comienzos del siglo XIX, pues desde las remodelaciones de 1600 esta parte está oculta, Arnolfo di Cambio lo realizó en 1293.
HOC OPUS FECIT ARNULFUS ANNO DOMINI MCCLXXXXIII M NOVEMBER DXX
Se compone de cuatro columnas de mármol veteado negro y blanco, seguramente recuperadas del primitivo tabernáculo de Pascual I, con capiteles corintios sobre los que aparecen unos medallones de mosaico que sustentan una estructura cuadrada con cuatro arcadas góticas con dos Profetas,
los cuatro Evangelistas y dos Vírgenes prudentes en las enjutas y las estatuas de los santos Cecilia, Valeriano y Tiburcio y el papa Urbano I en las esquinas, prolongadas en pináculos. Los cuatro lados están rematados por frontones con rosetones centrales sostenidos por ángeles y toda la estructura está coronada por un pequeño templete.
El mosaico absidia
es lo único conservado in situ de la primitiva basílica de Pascual I, ejecutado durante el primer cuarto del siglo IX. En el centro del intradós del arco que forma el casquete absidial aparece el anagrama de Pascual I. El esquema del casquete es muy similar al de Santa Prassede, otra de las basílicas levantadas con el patrocinio del mismo comitente, con una inscripción en la base que explica quién fue su comitente y que edificó la basílica para recoger las reliquias de santa Cecilia y de sus compañeros.
HAEC DOMUS AMPLE MICAT VARIIS FABRICATA METALLIS, OLIM QUAE FUERAT CONFRACTA SUB TEMPORE PRISCO, CONDIDIT IN MELIUS PASCHALIS PRAESUL OPIMUS. HAEC AULAM DOMINI FORMANS FUNDAMINE CLARO, AUREA GEMMATIS RESONANT HAEC DINDIMA TEMPLI, LAETUS AMORE DEI HIC CONIUNXIT CORPORA SANCTA. CECILIA ET SOCRIS RUTILAT HIC FLORE IUVENTUS, QUAE PRIDEM IN CRYPTIS PAUSABANT MEMBRA BEATA, ROMA RESULTAT OVANS, SEMPER ORNATA PER AEVUM.
A continuación hay un segundo registro con un Agnus Dei
central sobre una especie de fuente hexagonal, quizá un baptisterio en referencia al encontrado en el subsuelo de la basílica, de la que brotan los cuatro ríos de la vida y a la que se acercan doce corderos, símbolo de los Apóstoles, seis a cada lado, que parten de las ciudades de Belén, en el lado del Evangelio, y de la de Jerusalén, en el de la Epístola.
Por encima está Cristo, ataviado con una toga romana dorada con banda púrpura, tras haber bajado por una escalera de nubes de colores, con la mano derecha levantada bendiciendo y portando un rollo en la izquierda, tal y como ya se había visto en el ábside del siglo VI de la iglesia de los santos Cosme y Damián en los Foros. Sobre su cabeza, la Maiestas Domini emerge de las nubes para coronar a su hijo.
Cristo está flanqueado por los santos Pedro y Pablo. A su derecha se ubican, santa Cecilia apoyando una mano sobre el hombro, gesto convencional para indicar que se está encargando de presentar al personaje ante la divinidad, de Pascual I, que muestra nimbo cuadrado para indicar que todavía está vivo y sujeta entre sus manos una maqueta de una iglesia para señalar que él ha sido el comitente y que se la ofrece a Cristo.
A su izquierda aparecen san Valeriano y santa Ágata, copatrona del monasterio que se construyó anexo a la basílica, ambos con las manos cubiertas en señal de humildad. Las dos mujeres están representadas como princesas bizantinas, con zapatos rojos como señal del más alto rango y santa Cecilia porta corona como patrona de la iglesia.
n los extremos de la escena aparecen sendas palmeras que simbolizan el Paraíso, y lo mismo que en Santa Prassede, en la que flanquea a Pascual I, está posada un ave fénix como símbolo de la Resurrección.
La pared bajo el ábside con el mosaico, donde estuvieron los frescos del Pomarancio con escenas de la Vida de santa Cecilia, está revestida de mármol veteado verde enmarcado en rojo, resultado de una restauración contemporánea.
Se sabe que el mosaico se extendía por los lados del casquete y se cree que sería muy similar a lo que sí podemos contemplar en Santa Prassede. Desapareció durante la intervención entre 1724 y 1725 bajo el patrocinio del cardenal Acquaviva, cuando en estas zonas se construyeron sendos nichos para albergar los bustos de los papas Inocencio XII y Clemente XI, ambos obra de Guseppe Mazzuoli.
Las naves laterales
presentan cubiertas de crucería con decoración pintada por Giovanni Zanna y Tarquinio Ligustri, y sólo cuenta con capillas la de la Epístola, mientras que en la del Evangelio, donde no se pudieron añadir porque tiene adosado el claustro románico del monasterio, se suceden diversos altares con igual composición añadidos a comienzos del siglo XVII por un equipo formado por varios artista de la época, con ara de mármoles de distintos colores formando una composición geométrica, encuadrados por columnas bajo plintos, unas de orden jónico y otras corintio, que contienen un arco de medio punto con una pintura y que soportan un entablamento con un frontón partido rematado por una cruz
o primero que nos encontramos es el Altar de los santos Lorenzo y Esteban, con una pintura de Giuseppe Ghezzi fechada en 1676.
A continuación sigue, no un altar sino la Tumba del cardenal Magalotti, fallecido en 1538, y atribuida a Guglielmo della Porta. Es una estructura parietal formada por un podio sobre el que se ubica el sarcófago sobre el que aparece el difunto semitumbado apoyado sobre el codo, no muerto sino vivo y en actitud activa, una postura que parece que se pone de moda, recuperada de los sarcófagos etruscos, a partir de que Andrea Sansovino la recupera por primera vez en los enterramientos de los cardenales Ascanio Sforza y Girolamo Basso della Rovere en Santa Maria del Popolo y que también utiliza Miguel Ángel, en fechas muy próximas a della Porta en esta obra de Santa Cecilia, para la Tumba del propio Giulio II en la basílica de San Pietro in Vincoli.
Justo antes de llegar a la zona absidial, desde la nave del Evangelio puede verse, a través de una reja, la capilla del coro, una zona reservada a las monjas del convento benedictino, con un altar con un Crucificado entre santa Cecilia y el papa Urbano I.
El último tramo de esta nave, justo al lado del ábside, conforma una pequeña capilla con el Altar de los santos Pedro y Pablo, con un cuadro también de Baglione.
n cuanto a las capillas de la Epístola, comenzando por los pies, primero nos encontramos, con acceso desde el vestíbulo, con la capella del Crocifisso, fechada en 1600 aunque en su interior cuenta con obras de varias épocas y procedencias. Es un ámbito rectangular con un altar de cerámica del siglo XVIII, procedente del cercano y desacralizado oratorio di Sant'Andrea dei Vascellari, sobre el que aparece un fresco con un Calvario del siglo XIV que se localizó en la nave lateral. También destaca otro fragmento en fresco, quizá procedente del monasterio, con la Virgen entre los santos Jorge y Escolástica fechado a fines del siglo XV.
a en la propia nave, el primer ámbito es la capella de Santa Cecilia, encargada por el cardenal Sfondrati en 1599, tras abrirse el sarcófago que contenía los restos de la santa. Busca recrear el ambiente de una catacumba, con un pasillo a modo de cubiculum, con paredes decoradas en 1600 por Paul Brill con santos penitentes en medio de paisajes, una escultura de San Sebastián de Lorenzo Lotti el Lorenzetto y un relieve con una Virgen con Niño atribuida al taller de Mino da Fiesole, desde el que se accede, a la derecha, a la capilla en sí, conocida como capella del Bagno en recuerdo del Balneum caeciliae, lugar en el que la tradición dice que santa Cecilia sufrió martirio, con suelo cosmatesco conservado del siglo XI y un altar restaurado en 1600 con una Decapitación de Santa Cecilia de Guido Reni y bóvedas y paredes decoradas con frescos con escenas de la vida de la santa de autores manieristas anónimos. Lamentablemente, esta zona no está abierta al público.
Le sigue la Capella Ponziani, fechada en el siglo XV, la primera añadida a la basílica, panteón de la familia política de santa Francesca Romana, con vivienda muy cerca del templo, al que ella acudía con frecuencia, de ahí que la capilla esté bajo su advocación. Es un ámbito rectangular cerrado por una reja cubierto con bóveda de crucería decorada con el Padre Eterno y los cuatro Evangelistas y paredes con los santos Jerónimo, Sebastián, Jorge y Catalina de Alejandría, obra de Antonio del Massaro da Viterbo, el Pastura, de la escuela de Pinturicchio. Sobre el altar destaca un fresco con la Virgen de la Misericordia entre los santos Esteban y Francesca Romana.
A la izquierda de la capilla Ponziani está el Altar de San Benito, de las mismas hechuras que los de la nave del Evangelio, y dedicado a ese santo por ser el convento de monjas benedictinas, con óleo de Giuseppe Ghezzi.
A continuación se ubica la Capella delle Reliquie, que albergaba una colección de relicarios que en 1935 fueron donados al Museo Sacro de la Biblioteca Vaticana. Es un espacio cuadrangular diseñado por Luigi Vanvitelli con bóveda con ángeles músicos y una pintura en el testero de la Epístola con la Aparición del ángel a santa Cecilia.
La nave de la Epístola acaba en una capilla que es la base del campanario y que también conserva la escalera de acceso a la cripta, aunque ahora ya no se utilice. Tiene un altar dedicado a santa Teresa de Lisieux y conserva también un fragmento del fresco del siglo XIII que decoraba el atrio con un ciclo que narraba los martirios de los santos Vicente, Lorenzo y Esteban además de las historias de santa Cecilia y su esposo, san Valeriano. La escena muestra la Aparición de santa Cecilia a Pascual I y el descubrimiento del cuerpo de la santa en las catacumbas.