CASTILLA Y LEÓN
La miniatura mozárabe, junto con matices más naturalista, va a dar lugar a una pintura románica de mayor inspiración y con más capacidad narrativa y toques de paisaje.
La cripta de San Isidoro de León,
El panteón de los reyes de León, que se encuentra situado a los pies de la basílica de San Isidoro de León, es el lugar en el que durante la Edad Media recibieron sepultura la mayoría de los reyes y reinas del reino de León.
Es un espacio rectangular con pórtico, de aproximadamente ocho metros de lado, con dos robustas columnas sobre las que se apoyan siete arcos que dividen el espacio en tres naves.
El ciclo pictórico que adorna sus muros está considerado una de las cumbres del Románico español.
Pinturas datan del siglo XII, y son seis bóvedas cubierta con pintura donde se utiliza el blanco como elemento plástico para dar volumen. Dentro del convencionalismo característico, los ropajes y los rostros están tratados con una libertad y naturalidad poco corrientes y son fruto de una atención más dedicada al natural.
A lo largo de los muros y de las seis bóvedas resultantes, se desarrollan los tres ciclos litúrgicos, Navidad, Pasión y Resurrección, formando un itinerario que tiene su inicio en el muro meridional y que, siguiendo el sentido de las agujas del reloj, culmina en la puerta que le da acceso a la iglesia.
Las escenas, que según algunos autores siguen el desarrollo de la misa mozárabe, se estructuran en relación con los tres ciclos litúrgicos:
La Navidad:
Anunciación,
Visitación, Epifanía, Natividad, anuncio a los pastores,
huida a Egipto, circuncisión
y degollación de los Inocentes.
La Pasión: Última Cena,
escenas de la Pasión
y Crucifixión.
La Resurrección: Gloria de Cristo según el Apocalipsis de San Juan, Maiesatas Domini y entronización del año.
El conjunto se completa con representaciones de los signos del zodíaco y de un calendario agrícola, aunque las últimas investigaciones al respecto 6 plantean la teoría de que no es un calendario propiamente, ni está dedicado a los campesinos, sino que es una metáfora sobre el paso del tiempo.
Durante mucho tiempo los frescos de San Isidoro de León fueron adscritos al estilo francorrománico, que penetró en España gracias a los caminos de peregrinación y a los contactos políticos con Francia y que se estableció en las tierras leonesas, en clara oposición a la corriente que llegaba de Italia, que permaneció en el Nordeste.
Su desarrollo significó, en su zona de influencia, la erradicación definitiva de los restos de bizantinismo, del simbolismo excesivo y la riqueza de los atavíos, y el comienzo de los grandes ciclos historiados hispanos. Algunos expertos ven esta huella francesa en el predominio de fondos blancos, en la predilección por pocos colores fundamentales aplicados en superficies lisas y en su rudeza y gran expresividad.
Bendecir (Ritos y gestos - XVI), 1ª parte
Hace 17 horas
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