PRIMER PREMIO
Rosario y diseño en plata, doble, Mbel.
UNA VENTANA ABIERTA AL ARTE RELIGIOSO,FIESTAS, TRADICIONES,SEMANA SANTA Y MÁS COSAS RELACIONADAS CON MI PUEBLO,SIRUELA.PARA QUE MIS HIJOS Y SOBRINOS SIEMPRE LO RECUERDEN Y DEDICADA AL COFRADE DE LA FAMILIA, HERMANA, AMIGOS Y VECINOS.
Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés.
Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera.
Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.
Tras caer herido en Pamplona, fue conducido a la casa fuerte de Loyola para que falleciera con su familia. Sin embargo, Íñigo estuvo transitando durante más de un mes entre la vida y la muerte, pero sobrevivó.
Me impresiona este relato. Nunca esa joven había visto la muerte tan de cerca, Y nunca había pensado que una fiesta podía acabar así. Todo un símbolo para la juventud de hoy. Encima de esa bandeja se podrían poner miles de cabezas de jóvenes cortadas por la espada de las drogas, o a consecuencia de un accidente en carretera.
En esa bandeja del bautista hay mucha sangre, mucho sufrimiento, mucho dolor. En el corazón de esa madre, con nombre Herodías, había mucho odio, mucha rabia, mucho deseo de venganza.
Por eso, en vez de afligirse, se alegra de esa muerte porque ¡Por fin! había logrado “hacer callar” al profeta. ¿De verdad que lo hizo callar?
Esa cabeza “hoy” todavía sigue hablando de libertad, de responsabilidad, de testimonio, de valentía y de fidelidad a la misión. Herodías, su hija la bailarina, el mismo Herodes.
¡Qué lejos nos caen! Han pasado a la historia. Pero Juan sigue vivo, sigue actual, nos sigue hablando, y su testimonio nos estimula a ser consecuentes con nuestra misión. Dejó de hablar con su palabra, pero sigue hablando con el testimonio de su vida.
El relativismo, ya anunciado hace mucho tiempo por Benedicto XVI, esta siendo muy negativo en estos tiempos que vivimos.
Sobre todo, negativo y muy negativo, respecto a la persona de Jesús. No es difícil encontrar personas que digan que Jesús es un personaje formidable, un fuera de serie, un gran personaje histórico. Si es difícil encontrar a personan as que reconocen a Jesús que
--Jesús, como Hijo de Dios, es sobre todo Salvador.
--Jesús no ha venido al mundo para ser coreado en pancartas y luego ser olvidado en el estilo de vida de los que nos decimos Creyentes.
--Jesús no ha nacido para que nos remitamos a las actas de la historia y comprobemos que, en verdad, existió.
--Jesús no ha irrumpido repentinamente para que lo ensalcemos como un defensor de las causas perdidas.
--Jesús, sobre todo, ha venido para que veamos en El, la mejor fotografía y el mejor rostro que Dios tiene: el amor.
Hoy, como Pedro entonces, nuestra iglesia (con contradicciones, deficiencias, limitaciones, dificultades, temperamento, carácter, etc.) sigue respondiendo: Tú, Señor, eres el Hijo de Dios.
SÁBADO
“ El primero entre vosotros será vuestro servidor ”
Estas palabras duras de este capítulo de Mateo obedecen a una situación histórica concreta: la Iglesia cristiana ha roto definitivamente con la sinagoga judía. Los seguidores de Jesús deben ser fieles a Jesús y no a los jefes de las sinagogas a quienes les gustan los halagos de la gente, los primeros puestos en los banquetes, que la gente les salude como “maestros” por las calles…
Según san Mateo 23,1-12
En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen , pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbi”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbi”, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
A Jesús no le gusta que a cualquiera de los humanos le llamemos “padre”. Hay peligro de confundirlo con el único y verdadero Padre que es Dios; padre cariñoso y lleno de ternura y misericordia. Tampoco quiere que llamemos a nadie “maestro”.
El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Entre cristianos el único Maestro es Jesús, un maestro de vida. Todos los demás, incluidos los apóstoles, somos “discípulos”, es decir, personas que siempre estamos aprendiendo de Jesús.
Señor, hoy en mi oración sólo te pido una cosa: que llegue a comprender tu mensaje, el proyecto del Padre sobre la humanidad, que llegue a descubrir aquello que más le agrada al Padre: el vernos unidos; y también lo que más le duele: el que rompamos esa unidad.
VIERNES
“ Amarás al Señor tu Dios y al prójimo como a ti mismo ”
san Mateo 22,34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».
Él le dijo: «”Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
La novedad de la respuesta del Señor se encuentra en poner el amor a Dios y al hermano como el centro y esencia de la ley de Dios. Une Dios y el prójimo. La unidad del precepto de amar a Dios y al hermano es indisoluble, más todavía, ahí se resume la ley entera y los profetas, es decir, toda la Escritura. Más tarde, S. Pablo en el himno de la caridad nos recuerda que si nos falta el amor todo lo demás no nos sirve y que amar es cumplir la ley entera.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
JUEVES
“ Ven y verás ”
El evangelio nos habla del primer encuentro de Natanael o Bartolomé con Jesús. Tiene sus notas personales.
Es Felipe quien le habla y le lleva hasta Jesús. Jesús sorprende a Natanael reconociéndole como “un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Sigue el pequeño diálogo, y al final Natanael reconoce a Jesús como alguien distinto y por encima de los demás hombres: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Y quedó unido a Jesús para el resto de sus días como uno de sus apóstoles.
según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo: «Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Le está diciendo a su amigo que no hace falta buscar más porque ya lo ha encontrado. Felipe está imbuido de la alegría que provoca el encuentro con quien es garantía de salvación
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Pero antes de que Natanael lo siga, éste tiene que vencer la inercia del escepticismo: ¿de Nazaret va a salir algo bueno? Que en nuestros días, sería tanto como decir: ¿de la parroquia de al lado de mi casa, con su sacerdote casi anciano y sus beatas rezando el rosario, va a salir la solución a mis problemas?
Felipe le contestó: «Ven y verás».
ven y verás. Y esa invitación no sólo le incumbe a Bartolomé, sino a ti que lees estos comentarios con parecidas objeciones a las de Natanael. Ven y verás.
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?».
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió: -«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
MIERCOLES
“ Los últimos serán los primeros ”
según san Mateo 20, 1-16a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”.
Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno.
Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Otro punto para nuestra meditación es el tema de la paga, da a todos lo mismo. Dios sigue sorprendiéndonos, su proceder no es como el nuestro, no realiza ninguna injusticia porque da a los primeros lo que había convenido en darles, sin embargo, es generoso con los últimos.
Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».
MARTES
“ Es muy difícil que un rico entre en el Reino de los Cielos ”
según san Mateo 19, 23-30.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.
Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo». Entonces dijo Pedro a Jesús: «Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo: «En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».
Los discípulos afirmaron que lo habían dejado TODO por el Señor, ¡que difícil es dejarlo TODO! No reservarte nada, entregar tu corazón, tu tiempo, tus afectos, tus dones y también tus pecados… entregarlo TODO. Todo lo has recibido, Todo lo entregas, no te reservas nada.LUNES
“ ¿Qué me falta? ”
según san Mateo 19,16-22
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?».
Jesús le contestó: « ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».
Cada vez que leemos o escuchamos la proclamación del encuentro de Jesús con el joven rico nos invade una sensación de amargura, como si nos asomásemos a un pozo oscuro. Porque, en el fondo, nos gustaría que ese proverbial encuentro entre alguien que busca y el mismísimo Cristo, Dios encarnado, terminara de otra manera: que el joven rico acogiera el don que le está proponiendo Jesús
Él le preguntó: «¿Cuáles?». Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
El joven le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».
Sin embargo ante la propuesta del Señor, se entristece, le parece mucho, le parece que le supera sus fuerzas.
Jesús le contestó: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo - y luego ven y sígueme». Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.
Sin embargo, Dios no nos quita nada como nos recordaban los sucesores de Pedro en los encuentros de la juventud. Dios no nos quita nada, al contrario, llena nuestra vida de plenitud, porque Dios es Amor infinito: el único que sacia nuestro corazón.
DOMINGO
“ Mujer, qué grande es tu fe ”
Jesús alaba la fe de la mujer cananea, que es tanto como decir pagana, excluida del pueblo elegido de Israel con quien Dios selló la Antigua Alianza que ahora va a renovar el Cristo.
Otro detalle de este pasaje es que, con su gesto, Jesús abrió las puertas a los paganos, apartándose así del pensamiento judío de exclusividad como “pueblo elegido”.
según san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Jesús provocó el encuentro, tomó la iniciativa de salir fuera del territorio de Israel.
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando»
Él les contestó: «Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acerco y se postró ante él diciendo: «Señor, ayúdame».
Jesús dedica tiempo a esta mujer, no tiene prejuicios, ni prisa cuando está con ella, y actúa con total libertad, a sabiendas de que se trata de una mujer, y ésta extranjera.
Él le contestó: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Aquella mujer cananea creyó en Jesús y en su Palabra, y creyó que Jesús podía curar a su hija. Por eso no se rindió y continuó insistiendo
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
En nuestro peregrinar siguiendo los pasos del Maestro, surgirán muchas distracciones, muchas tormentas, muchos mares embravecidos, muchos aparentes desprecios de parte de Dios, muchos momentos en que Dios aparenta ignorar nuestras súplicas. Y la mujer cananea nos brinda el mejor ejemplo: perseverar en la fe. Y Jesús, que es el mismo ayer, hoy y siempre, nos dirá: “qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. Señor yo creo, pero aumenta mi fe; dame la fe de la mujer cananea.
María, madre de Jesús, te presento a Jorge, para que le ames y le ayudes como madre.
Este joven rico era un buen judío.
Era cumplidor de la Ley y nadie le echaba en cara que su fortuna la hubiera adquirido con medios ilícitos. Y, como buen judío, buscaba la “vida eterna” es decir, ser feliz después de la muerte.
Jesús no le recrimina nada de lo que ha hecho, incluso le mira con cariño (Mc. 10,21), Jesús ha visto en él “buen fundamento” para levantar un bonito edificio espiritual. Por eso le dice: “Si quieres llegar hasta el final”, es decir, si no quieres quedarte a mitad del camino, si no quieres ser una medianía, una vulgaridad, un judío más del montón, te hago una oferta; “Deja lo que tienes y vente conmigo”.
Aquel joven vio con claridad lo que Jesús le ofrecía: su persona, su riqueza interior, el gozo de caminar a su lado…....
Todo lo vio, pero “como era rico” prefirió seguir son su riqueza. Y aquí está el peligro de la riqueza. No es en sí mala, incluso se puede hacer buen uso de ella, pero de tal modo avasalla el corazón de la persona que “no le deja libertad para decidirse por Jesús”. Y el texto termina diciendo: “se fue triste”.
Y uno se pregunta: ¿Por qué tienes que quedarse triste si Jesús no te ha quitado nada? Jesús te ha respetado y has hecho lo que tú has querido. Aquel joven se quedó triste porque “se quedó con su riqueza, pero se quedó sin Jesús”. De una manera sencilla, insinuante, Jesús nos está diciendo que la riqueza es fuente de tristeza y que Jesús es la alegría y la fiesta de la vida.
Un judío (y también muchos cristianos) se preguntan por la vida futura, por su salvación eterna. El que de verdad sigue a Jesús experimenta que esa vida futura, “ya está presente aquí en esta vida, siguiendo a Jesús”.
El cielo, el reino de Dios “ya está dentro de nosotros”. Ya hoy, aquí y ahora podemos ser felices con Jesús. Y sólo desde esta experiencia puedo esperar con seguridad la vida eterna.
Mírame, Señor, y muéstrame la exigencia de la fe. El ser libre para caminar junto a Ti Y, sobre todo, Señor, ayúdame a descubrir “esa cosa” que me falta para que pueda entrar por esa puerta estrecha, que conduce a ese lugar de inmenso espacio, de alegría y de eternidad.
Con la oración, Dios, hace que se haga más grande nuestro deseo de anhelar y buscar lo que pretendemos.
Metidos de lleno en este tiempo veraniego, puede que el evangelio de este día – la madre que pide insistentemente a Jesús- no nos sugiera nada o muy poco.
Pero, la oración (insistente y persistente) es como la brisa a orilla del mar: sin darnos cuenta, sin percatarnos el sol hace de las suyas y broncea nuestro rostro.
Cada domingo, o la misa diaria, la Palabra de Dios va operando en lo más hondo de nuestras entrañas.
Puede que, en más de una ocasión, nuestra presencia obedezca más a una obligación que a una necesidad, a un mandamiento más que a un encuentro añorado y apetecido semanalmente. El interior de cada uno, como la tierra misma, se va haciendo más fructífero y más rico, cuando se trabaja. ¡Ya quisiéramos la fe de la mujer cananea! Sabía que, Jesús, podía colmar con creces sus expectativas. Era consciente que, detrás de una oración confiada y continuada, se encontraba la clave de la solución a sus problemas. La grandeza de esta mujer no fue su oportuno encuentro con Jesús.
La suerte de esta mujer es que su fe era nítida, inquebrantable, confiada, transparente, lúcida y sencilla. No se dejó vencer ni por el cansancio ni, mucho menos, por el recelo de los discípulos.
“No te digo siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18,21.35)
"Padre misericordioso, que todos los creyentes tengan el valor de perdonarse los unos a los otros para que puedan curarse las heridas del pasado y no sirvan de pretexto para nuevos sufrimientos en el presente" (Juan Pablo II en los altos del Golán 2001)
La culpa empequeñece y oscurece los más nobles sentimientos de aquellos que nos decimos cristianos. Pedir perdón en el contexto social en que nos encontramos, a más de uno, le puede resultar signo de debilidad. En cambio para un creyente es un claro exponente de la riqueza de su fe: “Errar es humano...perdonar es divino” (William B.Pope).
Cuando jugamos a ser “dioses” llegamos a creer que son los demás los que se equivocan y que, por lo tanto, tendrían que ser ellos los que busquen razones para recuperar el amigo perdido. En cambio, cuando nos miramos en el espejo de la Fe, llegamos a comprender que no hay obstáculo insalvable ni entendimiento imposible.
Que aquí, excepto DIOS, nadie es infalible como para no ir al encuentro del otro. Que merece la pena intentarlo de nuevo. Que es positivo descargar de nuestro interior el virus de la amargura y la bacteria del rencor. En la medida que damos DIOS derramará sobre nosotros, y con creces, otro tanto.
El nuestro, para con los demás, comienza en el centímetro “Tampoco sirve el poner por medio a un DIOS MISERICORDIOSO que salga al paso de nuestras pequeñas justificaciones. Tampoco vale el concluir. “ya perdoné una vez” y sí el ser conscientes que nos falta un mucho para llegar a esa cota de perdón universal y sin límites del que nos habla Jesús. A utilizar con amplitud de miras el “metro” de nuestro perdón.
SÁBADO
“ Como niños ”
según san Mateo 19,13-15
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
La cercanía de Jesús con los niños es una de las estampas más bellas del Evangelio. Los niños, con los ojos bien abiertos, van descubriendo la vida con sorpresa, con admiración. Por aquello de que no tienen pasado, tampoco tienen prejuicios ni con animales ni con las personas. Si un niño entra en un autobús, como pronto se cansa, salta al pasillo y, en unos momentos, se ha ganado a todos:
Jesús dijo: «Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos». Les impuso las manos y se marchó de allí.
Nos compete a los adultos, llevar al encuentro con el Señor, a los niños, a los más jóvenes. Somos responsables de ayudar a cultivar en los niños la fe de su Bautismo, de irlos acercando al amor de Jesucristo, de presentarlos a la Virgen, de que aprendan a dirigirse a su Padre celestial, que se sepan cuidados por su Ángel de la Guarda, que sientan sobre sus cabezas las manos del Señor, bendiciéndolos.
VIERNES
“ Ya no son dos, sino una sola carne ”
En el Evangelio de hoy nos encontramos con la vocación matrimonial y con la vocación al celibato. Ambas necesarias y ambas se desarrollan como vocación al amor.
según san Mateo 19,3-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió: « ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”?
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Ellos insistieron: « ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla? ».
Él les contestó: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer - no hablo de unión ilegítima - y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron: «Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».
Pero él les dijo: «No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos.
El que pueda entender, entienda».
Hoy, Señor, quiero pedirte por tantas parejas que fracasan; por tantos hombres y mujeres que se quisieron mucho y, con el paso del tiempo, llegan a odiarse, incluso a matarse. Los sueños de Dios sobre el matrimonio eran bellísimos, las intenciones no podían ser mejores: ponerles en un Jardín de delicias. ¿Qué ha pasado? ¿Qué está pasando? Te pido que ayudes a tantas parejas malogradas, a tantos niños que, sin ninguna culpa, tienen que pagar muy caro los errores de sus padres.
JUEVES
“ ¿Cuántas veces tengo que perdonar? ”
El perdón humano, el que nos ofrecemos unos a otros sinceramente, es limitado. Pedro hace la pregunta en línea con la mentalidad judía de aquella época, donde cada escuela rabínica establecía una tarifa para perdonar la ofensa del prójimo. Había rabinos que llamaban a perdonar varias veces, por eso el número siete le parece al apóstol un número suficientemente elevado de reconciliaciones
según san Mateo 18, 21-19, 1
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Pero Jesús le responde con una abrumadora desproporción que son esos setenta veces siete inconcebible para un pueblo legalista que vivía con una medida retributiva para cada cosa, también los agravios de los hermanos.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos.
El Señor está introduciendo a su grupo de seguidores en la misericordia del Padre, que es infinita e inagotable.
Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo". Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
MIERCOLES
“ Acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda ”
según san Mateo18,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos.
Qué difícil la corrección fraterna de la que habla aquí el Señor. Precisa, como requisito indispensable, dejar de lado la hipocresía y la apariencia
Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
Jesús la plantea en tres estadíos: la corrección fraterna cara a cara, con testigos para acreditar la corrección, y ante la gran asamblea como último recurso.
Todavía queda un paso más en el que el réprobo es expulsado de la comunidad para que, en la soledad de su destierro, madure y reaccione.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Señor, te doy gracias por tu gran generosidad frente a nuestra flaqueza. Tú sabías lo difícil que es para nosotros la “convivencia”. Por eso nos dejaste tu presencia a la hora de rezar juntos. “Yo estoy en medio”. Si Tú estás en medio de nosotros, nuestra oración será auténtica.
según san Lucas 1, 39-56
LUNES
Lo matarán, pero resucitará
según san Mateo (17,22-27):
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.»
Ellos se pusieron muy tristes.
Jesús les anuncia la Pasión a los suyos, los introduce en el misterio de su Resurrección gloriosa tras la Muerte redentora, pero la única reacción que anota el evangelista es un sentimiento de tristeza.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?» Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.» Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata.
Cógela y págales por mí y por ti.»
También nosotros somos esclavos, en muchas ocasiones, de las emociones, apegados a los sentimientos que experimentamos en presencia de Dios.
DOMINGO
“ ¿Quién es este, que hasta el mar y el viento le obedecen? ”
según san Mateo 14, 22-36
Después que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.
Comienza retirándose a solas a orar, no solo nos enseña con la palabra sino que su obrar también nos esta mostrando lo que es importante y esencial, no podemos vivir sin la oración, no podemos seguirle sin el encuentro intimo con Él.
Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar.
Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡ Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! ».
Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua». Él le dijo: «Ven».
Ese “ven” con el que el Señor atrae hacia sí a Pedro obtiene una respuesta inmediata y sin vacilaciones por parte del discípulo, que arrostra el riesgo de caminar sobre las aguas sin aparente miedo.
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame».
Sólo cuando dudamos, cuando vacilamos en nuestra experiencia de encuentro con el Señor, sentimos el vértigo de estar haciendo algo que supera nuestras fuerzas y esa vacilación es la que nos hace caer.
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron a todos los enfermos.
Le pedían tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.
Necesitamos de Cristo como Pedro cuando siente que se hunde. Ese grito de “Señor, sálvame” es el mismo que pronunciamos cualquiera de nosotros cuando nos damos cuenta de que, sin Dios, nada podemos y que necesitamos de su misericordia para sobreponernos a las limitaciones.