ROQUEDOS DE MONFRAGUE
Los roquedos en Monfragüe están formados por grandes farallones cuarcíticos –de gran valor paisajístico- resultado de los plegamientos orogénicos y la posterior erosión a la que resistió las cuarcitas frente a las pizarras más blandas.
Las rocas se encuentran en gran parte cubiertas por llamativos líquenes, y prácticamente exentos de vegetación leñosa a excepción de algunos enebros (Juniperus oxycedrus) o cambroños (Adenocarpus hispanicus subp. argyrophyllus)
Las aves encuentran en ellos un lugar idóneo para nidificar, ya que disfrutan aquí de la seguridad que les ofrece las inexpugnables paredes verticales, aisladas aún más por las aguas de los ríos.
En ellos anidan especies tan singulares como la cigüeña negra (Ciconia nigra) –25 parejas-, buho real (Bubo bubo), águila real (Aquila chrysaetos), alimoche (Neophron pernocterus) –30 parejas-, o las grandes colonias de buitre leonado (Gyps fulvus) con más de 500 parejas.
SALTO DEL GITANO
Uno de los lugares de obligatoria visita en el Parque Nacional de Monfragüe es el Roquedo de Peña Falcón, conocido más popularmente como “el Salto del Gitano“.
Desde este paraje os mostraremos un gran numero de nidos de buitre leonado, pero también, dependiendo de la época podremos disfrutar de las Cigüeñas Negras, Alimoches, Buitres Negros, Halcon Peregrino, Roquero Solitario........
Peña Falcón es una mole de cuarcita que cae sobre el Rio Tajo, y como curiosidad geológica, se distingue la figura de un Guardia Civil, con su tricornio y todo en la forma de una de las rocas.
Aquí comienza la leyenda del salto del gitano.
De este gitano se decía que era alto, fuerte y bravo, y que sacrificaba de forma cruel a quien asaltaba para acrecentar el temor de quienes oyeran hablar de él.
Por el paso entre la Peña Falcón accedían frecuentemente comerciantes, con lo que también era lugar de tránsito de bandidos y ladrones. Uno de ellos el gitano de quien habla la leyenda.
En Villareal de San Carlos pasaron noche dos comerciantes con sus caballos y 5 mulas, a los que el gitano esperó en lo alto de la sierra para arrebatarles el botín. Tal era el miedo que tenían del gitano, que cuando éste sacó su navaja, los comerciantes dejaron las mulas y salieron huyndo en los caballos, obteniendo el gitano el botín sin hacer un mínimo movimiento.
En estas apareció la Guardia Civil y comenzó una persecución por laSierra de las Corchuelas hasta que llegaron a Peña Falcón, quedando al final del precipicio. El gitano, lejos de dejarse atrapar, saltó por encima del Tajo desde la piedra más alta a la siguiente, algo que los guardia civiles observaron incrédulos y que ni siquiera se atrevieron a repetir.
Tal fue la hazaña del gitano, que se permitión hacer burla a los guardia civiles desde el otro lado de la roca, quedando uno de ellos petrificado y dando así forma a las rocas que conforman este conocido lugar.
Aún así, se dice que la distancia a saltar no era tan grande, con lo que nunca sabremos si la leyenda es fruto de las habladurías de la gente o si realmente pasó de verdad.
y frente el mirador de las aves
PUENTE DEL CARDENAL
Es uno de los puntos más visitados, aunque en muchas épocas del año, dependiendo del estío, no es visitable.
El puente, construido totalmente en granito, sufrió, desde su construcción en el siglo XV, abundantes avatares históricos.
Pese a tener la zona uno de los más importantes pasos de Extremadura, tal y como demuestran las diferentes batallas acaecidas en la Baja Edad Media, se realizaba a través de barcas.
Sin embargo, D. Juan de Carvajal, Obispo de Plasencia, manda construir un puente en la zona del camino real que comunicaba Trujillo con la ciudad del Jerte. Los motivos eran varios. Él había nacido en Trujillo, su hermano el Señor de Torrejón el Rubio, y mantenía importantes relaciones con ambos lugares.
Es por ello, que sobre 1450, se decide a construir esta importante vía de comunicación, fundamental para el desarrollo de la zona donde presentaba hegemonía su familia.
Juan de Carvajal había sido presidente del Tribunal de la Rota y Gobernador en Roma desde 1440 lo que junto a su importante labor diplomática, hizo abundantes viajes por Europa, le llevó a tomar la decisión de construir el puente rompiendo con los cánones existentes en la época, fijándose en los ejemplos de los puentes que abundaban en Italia.
Ordena a Pedro González, maestro pedrero que estaba construyendo la Catedral de la Plasencia, que elabore la sillería para el puente. La piedra vendría de las proximidades del actual pueblo de Gargüera, de una finca que llamaban “Cincohermanos”.
El empeño por Juan de Carvajal en la construcción era tal que cuenta la leyenda que le enviaron misivas a Roma, donde vivía de modo continuo debido a su labor diplomática dentro del vaticano, preguntando por el elevado coste del mismo, respondiendo que si no iban desde allí las mandaría él desde Roma.
Se habla de que se utilizaron 30.000 piezas y que el coste final del puente alcanzó los 282.325 reales y 31 maravedíes.
De este mecenazgo le viene el nombre, aunque la construcción del puente sea anterior al nombramiento de Juan de Carvajal como Cardenalde Porto y de Santa Rufina en 1461.
El resultado del puente fue una estructura de 5 ojos, de los cuales los tres centrales eran más anchos, de 18 pies cada uno. Ello significa que el puente estaba ligeramente alomado, con la zona central más alta que los laterales, lo que le diferencia radicalmente de la morfología actual.
Desde el primer momento el portazgo, impuesto por el tránsito por el puente, dependió de la ciudad de Plasencia.
El tránsito era tan elevado, desde el comienzo de su uso, que pronto, en 1494, un vecino de Plasencia, Diego de Cabañas solicita autorización para comerciar con vino de fuera de la zona y venderlo en la venta que tenía en las proximidades del puente.
Durante el siglo XVIII se solicitan varias reparaciones. La primera de ellas en 1739 por ser uno de las principales rutas entre Andalucía y Las Castillas. En la guerra de sucesión española, los portugueses habían intentado tumbarle, desencajando las claves del arco principal. Pero en esa época no se hizo nada. A ello se le une las constantes riadas que deterioran aún más el puente.
Fue el Obispo José González Laso, constructor de otros puentes en la zona, como el de la Barquilla, situada al extremo sur de nuestro término municipal, quien lo reparó entre 1776 y 1783. En uno de estas reparaciones es cuando se cambia la fisonomía del puente, cambiando gran parte de su estructura, quitando su estructura alomada y dando el mayor aspecto renacentista como en la actualidad.
Sin embargo, en la guerra de Independencia, en diciembre de 1808, el Coronel Prieto ordena dinamitar el centro del puente, para impedir el tránsito de los franceses. De modo provisional se construye una pasarela de madera.
Este tramo de madera en tan mal estado cae definitivamente tras el paso de una vacada. Es por ello, que en 1859, que se encarga al ingeniero Baldomero Cobo su reconstrucción. El proyecto aprovecha para recortar la altura de los tamajares (aquella estructura que se emplea para repartir el agua de modo uniforme a cada uno de los arcos), reformar los tímpanos, elevar la calzada, además de crear unos impresionantes aliviaderos con formas de ojos de buey de más de 4 metros de diámetro que propiciarían un mayor desagüe del puente y por tanto evitando que las avenidas sumergieran el puente.