Evangelio según san Lucas (8,1-3)
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios;
¡Qué hermosa expresión: "los que ACOMPAÑAN A JESÚS"!
En el Nuevo Testamento esta expresión se utiliza sólo para designar a los que dieron su existencia a Jesús.
Acompañar a Jesús es vivir, pasar el tiempo con El; es familiarizarse con El hasta el punto de presentir su manera de concebir las cosas, sus reacciones, conocer sus gustos y sus temas favoritos.
Acompañar a Jesús es hacer suyo su proyecto, asumir como programa de vida el Evangelio.
El evangelista Lucas detiene su mirada en el grupo de mujeres que iba con Jesús de pueblo en pueblo predicando la Buena Nueva y haciendo presente el reino de Dios.
Son mujeres que tenían mucho que agradecerle como la Magdalena, pero no es eso lo más destacado para el evangelista, sino que lo asistían (el verbo griego del que deriva nuestra palabra diácono, esto es, servidor) con sus bienes y cuanto tenían. El hecho de que alguien tenido por rabino, maestro de la Ley, tuviera a mujeres en su círculo más cercano causaría no poco escándalo para la época.
La predicación de Jesús subvierte las rigideces morales que excluían a la mujer de la vista de quienes se tenían por religiosos. No hay escándalo por su parte, sino agradecimiento: serán las mujeres -que habían estado al pie de la cruz cuando todos los varones menos Juan huyeron- las primera en recibir la buena noticia de la Resurrección. Hasta ahí llega su aprecio por la mujer.
NOSOTROS
Pidamos a Dios Padre su Espíritu para que seamos los compañeros fieles de Jesús, como lo fueron estas mujeres y continuemos su proyecto de vida con el ejemplo de la nuestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario