Evangelio según san Lucas (6,43-49)
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano.
El cristianismo no es una teoría o un discurso piadoso, es ante todo, una vida.
¡Al árbol se le juzga por sus frutos!
Cuando el corazón es bueno vive de la gracia de Dios y late al ritmo de la misericordia. No basta con decir: "Señor, Señor", tenemos que vivir en conformidad con la ley de la misericordia.
No podemos beber del cáliz de la vida y comulgar al mismo tiempo con el espíritu del mundo que aplasta a los débiles, que abandona a los desesperados, que somete a los que dudan y que destruye a los que se desvían.
Nos toca sumergirnos hasta el fondo en esta vida y construir sobre la roca firme del amor que llega hasta el límite. La casa resistirá entonces las tempestades, y nuestra vida se desarrollará en comunión eterna con Dios.
NOSOTROS
Señor, estamos viviendo en un tiempo en que faltan principios sólidos, convicciones profundas, a la hora de obrar. No vale el decir que esto es lo que hace todo el mundo. Yo quiero asentarme en la verdad del Evangelio. En él se recoge el actuar de Jesús. Yo, Jesús, quiero seguirte, apoyarme en Ti y en tus palabras. No basta saberlas. Ellas son mi roca cuando las pongo en práctica. Señor, ayúdame a cumplirlas.
El secreto de la felicidad al Señor es poner en practica su Palabra. Me hara más fierte que las circunstancias adversas y me ayudará a manteberme en pie cuando mi mundo se desmorone.
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