El claustro
En el 1541, queda paralizada y no se reanuda hasta 1545 coincidiendo con la presencia de Martín de Villarreal en San Marcos, que seguramente sucedería a Álava, fallecido en 1537.
En esos mismos años Juan de Badajoz el Mozo realizó la sacristía y la sala del tesoro al tiempo que trabajaba en el claustro, en este último seguramente siguiendo trazas de Horozco.
Se cree que desde el principio se decidió la construcción de sólo las crujías este y sur, donde se ubicaron las dependencias más representativas del monasterio, porque no había espacio en el solar sin hacer más derribos del convento medieval, donde se alojaban las estancias para la vida doméstica de la comunidad, como cocinas, despensas, paneras, portería, hospedería, dormitorio... que se pensaban aprovechar comunicándolas con la parte nueva.
La entrada de Martín de Villareal parece que determinó nuevas trazas en la zona claustral que afectaron, fundamentalmente, a las galerías altas y sus dependencias, como el cuarto contiguo al coro, el cuarto prioral en la crujía sur, abierto a la fachada principal del convento, y la escalera del ángulo noreste que comunica el claustro con las sacristías y el crucero del Evangelio del templo.
Así, a mediados de la década de 1640 las partes más importantes planeadas del nuevo edificio, o sea, la iglesia, la sacristía-tesoro, la fachada principal y los dos paños del claustro, con el capítulo y el cuarto prioral, estaban casi terminadas, aunque todavía quedaban las otras dos crujías del claustro, en donde había, entre otras cosas, que ubicar las dependencias de habitación para los freiles, un asunto complicado porque su construcción implicaba el derribo de la antigua fábrica, todavía unida al convento y con dependencias necesarias para la vida doméstica.
Pero en torno a 1560 las obras quedaron de nuevo interrumpidas, y esta vez sine die, porque el convento de San Marcos fue abandonado por problemas internos en la Orden que se arrastraban desde su fundación.
Pero la situación dio un giro coincidiendo con la llegada al trono de Felipe III, pues las continuas presiones ejercidas por los partidarios del restablecimiento de la primitiva sede, sobre todo del Concejo de León y del Cabildo de la catedral, y las pésimas condiciones en las que los monjes estaban instalados en la fortaleza de Mérida, dieron su fruto cuando en 1602 Clemente VII y el monarca aprobaron el regreso de la comunidad al convento de San Marcos, una vuelta que en 1615 supuso la reanudación de las obras para culminar las dos alas que faltaban del claustro.
Planta de las crujías del claustro procesional. En gris, las realizadas en el siglo XVI y en negro las del XVII y XVIII (3)
El claustro se divide en dos tramos del siglo XVI, obra de Juan de Badajoz el Mozo, en uno de los tramos hay un bajorrelieve obra de Juan de Juni, representando un Nacimiento. Los otros dos tramos son de los siglos XVII y XVIII
Se organiza mediante grandes arcos de medio punto entre gruesos contrafuertes y un friso con putti, medallones con bustos y conchas de peregrino.
Se cubre con bóvedas de combados con labor escultórica de bustos de personajes bíblicos, santos, emblemas de Santiago, ángeles, elementos florales y calaveras en los medallones de las claves y en las ménsulas, todo al servicio de un programa iconográfico en torno a la vida, el pecado, la muerte y la redención.
Desde el punto de vista religioso, los ángulos de los claustro desempeñaban un importante papel en el ceremonial litúrgico procesional, reservándose para ubicar los altares más significativos.
Así, en el ángulo sureste, al lado de la entrada de la iglesia, se ubica el ya mencionado altar pétreo con una Natividad, una escena ambientada en un espacio urbano clásico que demuestra conocimiento del lenguaje renacentista y perfecto dominio de la perspectiva, que aunque tradicionalmente se ha venido atribuyendo a Juan de Juni, hay autores que consideran que quizá fuera obra de Guillén Doncel o Juan de Angers.
La bóveda que cubre este ángulo del claustro tiene los plementos decorados con tondos de los reyes Melchor, Gaspar, Baltasar y David, una iconografía en consonancia con el tema del altar, y se considera obra de Badajoz. En todos los ángulos, la cubierta presenta una decoración más rica que en el resto de las bóvedas.
De estilo renacentista, aunque con resabios de estructura tardogótica, presenta 3 salas que se pueden visitar.
La planta alta
La planta alta tiene abalaustrada, dos arcos escarzanos sobre columnas con capiteles decorados con motivos fantásticos sobre cada arco de la baja, cornisa de ovas y alero desarrollado. En las enjutas de los arcos aparecen bustos de personajes históricos como el Cid, Hernán Cortés o Francisco Pizarro, monarcas y emblemas de la Orden. En cuanto a la cubierta, es de madera.
Desde el ángulo sureste, sin estancias en la crujía oriental por estar adosada al templo, se accedía al coro alto de la iglesia.
En su crujía sur, sobre la sala capitular y abierto a la fachada principal, estaba el cuarto prioral, compuesto por seis cámaras, y las crujías norte y oeste, construidas ya en el siglo XVIII, tenían las celdas de los monjes.
Adosado a la crujía oeste del claustro procesional se encuentra lo poco que queda de la primitiva construcción medieval, modificada a lo largo de tantos siglos y que hoy forma parte del parador.
En la planta baja estaban el refectorio, la cocina, la bodega, hoy cafetería del parador, la panadería, la ropería, las aulas de filosofía, hoy restaurante, la cárcel… y la planta superior estaba ocupada por el noviciado y aulas de estudio.
DEPENDENCIAS DEL CLAUSTRO
La panda sur está divida en dos salas, una que hoy sirve como sala anexa al Museo de León y otra que fue la antigua sala capitular, hoy incorporada al Parador.
La sala del museo se conoce como sala del claustro. Es un ámbito rectangular de tres tramos con cubiertas de combados y tres grandes ventanales de medio punto abiertos a la fachada del convento que contaron con vidrieras realizadas por Nicolás de Holanda, hijo de Alberto de Holanda, uno de los vidrieros de la iglesia, en un lenguaje ya renacentista similar al que aplicó a sus trabajos en la Catedral de Ávila.
Expone algunos sarcófagos y también explica, mediante paneles y fotografías antiguas, los distintos usos del edificio tras las desamortizaciones del siglo XIX, como el mencionado de sede del Museo Arqueológico de León desde 1869 hasta la inauguración de la nueva sede en el edificio Pallarés en 2007, cuando ésta sala y las dos que componen la sacristía se convirtieron en anexo monumental del Museo de León. Aquí también es donde se explica que San Marcos fue campo de concentración del bando nacionalista durante la Guerra Civil y la postguerra.
- Sala del Tesoro 14
A continuación, la sala del tesoro, mucho más austera, donde se conservaban las reliquias y los objetos litúrgicos más valiosos
La tercera, la sala del claustro, 8 tiene múltiples usos.
La galería baja del claustro también enlaza con la sala capitular, que está cubierta por un magnífico artesonado mudéjar del siglo XVI.
Fue construido en madera de alerce y sorprende por su magnífica labor de talla, con artesones y casetones decorados con piñas y florones, además de un friso con querubines.
Este espacio desemboca en el zaguán, desde el que se accedía a la portería del convento, hoy monumental hall de entrada del Parador, protagonizado por una llamativa escalera de 1615.
Sala capitular
Es un ámbito rectangular con dos grandes vanos de medio punto abiertos a la fachada principal que también contaron con vidrieras de Nicolás de Holanda y una impresionante techumbre mudéjar del siglo XVI con decoración renaciente de casetones con piñas y florones y friso de querubines, el único trabajo que se conserva de las magníficas labores en madera en cubiertas, marcos y puertas con las que contaron las estancias del claustro y en las que se sabe que participó, entre otros, Guillén Doncel.
Antigua sala capitular, hoy salón del parador
Rn la esquina suroeste está el zaguán, 5 ante el que se ubica la portada principal del claustro y desde el que se accedía a la portería, ubicada en la panda oeste y hoy hall del parador, protagonizada por una de las dos escaleras del claustro procesional.
Las 2 principales, obra de Juan de Badajoz «el joven», representan la antigua sacristía y hoy en día ofrecen una retrospectiva de lo que fue San Marcos históricamente desde sus orígenes y su evolución.
- Sacristia 13
Sacristía de Juan de Badajoz El Mozo, que hoy alberga un anexo del Museo de León.
La sacristía de San Marcos, obra de Juan de Badajoz el Mozo, que la deja firmada en una inscripción con su autorretrato sobre el óculo en el testero de la entrada, se desarrolla en paralelo a la iglesia, adosada al lado del Evangelio por la zona de la cabecera, accediéndose a ella a través del transepto de ese lado mediante una puerta ya renacentista que primero da paso a la caja de una escalera de subida al claustro alto.
Se compone de dos salas rectangulares, la sacristía en sí y una post sacristía, utilizada por la Orden como sala del tesoro y biblioteca, dos ámbitos rectangulares con grandes ventanales de medio punto ajimezados y cubiertas de bóvedas de crucería muy avanzada, la de la sacristía, de combados, y la de la otra sala, en estrella.
La decoración de la sacristía, con un ciclo iconográfico relacionado con el Templo de Salomón, es más exuberante que la de la post sacristía y se concentra en las bóvedas, las ménsulas, los nichos que recorren las paredes y un retablo de piedra en el testero norte.
También destaca el gran óculo que abre a la escalera del claustro en el testero sur.
Las paredes laterales cuentan con tres nichos cada una. Son de medio punto abocinado con intradós con casetones que alternan florones variados y veneras y los tímpanos muestran tondos con los personajes Moisés, Melquisedec y Samuel del Antiguo Testamento, y San Pedro, San Marcos y Santiago del Nuevo.
El altar tiene un cuerpo bajo con arco de medio punto sobre pilastras con medallones con los bustos de San Pedro, San Juan y varios profetas y decoración escultórica en el tímpano con el Salvador. Está flanqueado por dos columnas abalaustradas y por encima se sitúa un ático con Santiago Matamoros rematado por un óculo que abre a la sala del tesoro.
Precisamente estas estancias, junto al claustro procesional bajo y otra sala en la crujía sur de éste, conformaron el Museo Arqueológico de León y hoy son un anexo del Museo de León en el que se explica la importancia de San Marcos como sede de la Orden de Santiago mediante una selección de los bienes que poseyó.
Frente al altar de la sacristía se ubica la figura orante de don Juan Quiñones de Guzmán, obispo de Calahorra y la Calzada, canciller de la Universidad de Salamanca y comitente del famoso Palacio leonés de los Guzmanes, una de las piezas museológicas más destacadas de este ámbito.
Lo conservado, procedente del convento de Santo Domingo de León, no es más que el mencionado orante, el basamento frontal y un tímpano de uno de sus arcosolios, una pequeña parte de lo que fue un espléndido monumento funerario parietal adosado al muro del testero del crucero del Evangelio de la iglesia del convento compuesto por una estructura arquitectónica con más esculturas y escudos de armas y realizado por Jerónimo de Nogueras hacia 1572.
En 1875, después de que el año antes se extinguiera la jurisdicción religiosa de la Orden de Santiago, se pensó en derribar el convento, pero en 1894 fue entregado al Ministerio de la Guerra, que comenzó a utilizarlo para las oficinas del Estado Mayor del 7º Cuerpo del Ejército, aunque manteniendo las tres salas de la sacristía, la sala del tesoro-biblioteca, y la denominada “sala del claustro” como museo.
Durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra fue campo de concentración de prisioneros republicanos, símbolo de la represión franquista en León.
El parador:
A comienzos de la década de 1960 el edificio pasó al Ministerio de Turismo, que lo traspasó al Instituto Nacional de Industria para convertirlo en hotel de lujo inaugurado como “Hostal de San Marcos” en 1965.
Este nuevo uso implicó profundas transformaciones de su fisonomía interna sin consideración al valor artístico de sus dependencias, escapando de las alteraciones sólo las zonas consideradas “monumentales”, que fueron la fachada, el claustro comenzado en el siglo XVI, la sala capitular, el refectorio, la sacristía, la iglesia, respetándose la actividad parroquial de la misma, y las salas cedidas al Museo. En 1986 el hostal se convirtió en Parador de Turismo y en la actualidad compagina ese uso con el de parroquia y Anexo monumental del Museo de León.
Uno de los pocos paradores nacionales de 5 estrellas que hay en nuestro país y en actual remodelación de sus instalaciones, presenta en su interior desde tapices, a pinturas flamencas, tallas de madera y otros elementos decorativos de gran valor artístico.
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