El templo, orientado hacia el noreste, quizá porque se adaptaría a la iglesia preexistente, presenta planta basilical de tres naves de seis tramos, la central más alta, separadas por arcos apuntados y pilares sobre los que se ubica el claristorio, con grandes ventanales apuntados, capillas entre los contrafuertes, bajo las torres a los pies y en los brazos del falso transepto y tres ábsides poligonales, más grande el central.
Las cubiertas presentan variadas bóvedas de terceletes y combados con claves estructurales y decorativas con bustos de reyes, profetas, águilas y ángeles cantores portando instrumentos musicales cuyos nervios se prolongan en baquetones adosados a los pilares hasta llegar al suelo .
En la contrafachada, bajo la gran vidriera con Cristo resucitado, hay un reloj realizado en 1800 por Bartolomé Hernández que tiene la curiosidad de ser de sol y luna, con una esfera que marca las veinticuatro horas del día además de la fecha del mes y las fases de la luna.
Los ventanales conservan varias vidrieras históricas realizadas entre los siglos XVI y XVIII por Arnau de Vergara, Arnau de Flandes, Nicolás de Vergara, Rodrigo de Herreras o Sebastián Pérez.
Su función era la de tamizar, graduar y transformar la luz del exterior creando un ambiente interior idealizado y cambiante dependiendo del momento del día al tiempo que eran soporte para un programa iconográfico que completaba el significado del espacio en el que están integradas
Pero con el paso del tiempo han sufrido pérdidas, movimientos de paneles y reintegraciones durante el siglo XIX.
Además, a partir de 1994 comenzaron a realizarse tareas de restauración integral de la catedral siguiendo un Plan Director redactado por Antonio Paniagua García y Javier Pérez López que ha incluido las vidrieras y la incorporación de otras contemporáneas buscando recuperar la situación original del edificio, obra nueva que busca respetar la unidad cromática y lumínica del espacio recuperando el simbolismo de la luz y restableciendo, en lo posible, el programa iconográfico primitivo, dedicado a la Vida de Cristo en los ventanales bajos, al Apostolado y los Profetas en los altos de la nave central y a los Santos, que constituyen los pilares de la Iglesia, en los ventanales altos de la capilla mayor.
En los dos últimos tramos de la nave central, ante el crucero, se sitúa el coro, separado por una reja de Lázaro de Azcaín.
La sillería es una obra renaciente con detalles arcaizantes góticos del segundo cuarto del siglo XVI iniciada por Juan de Colonia durante el obispado de Sancho de Acebes y en la que también intervinieron Nicolás de Colonia, Tomás Mitata, Roberto Memorancy y Pedro del Camino.
Realizada en nogal, con cuarenta y dos sitiales bajos y cincuenta y cinco altos, los bajos muestran relieves de cuerpo entero de patriarcas, profetas, reyes, otros personajes de Israel y sibilas como símbolo de las profecías que anuncian la salvación de los hombres con la llegada del Mesías, mientras que en los altos se representan figuras de medio cuerpo de los apóstoles flanqueando la silla episcopal, obispos, anacoretas, vírgenes, papas, santos…
Sobre los sitiales del lado del Evangelio se ubica el órgano, con dos mil ochocientos treinta tubos y tres teclados y caja barroca decorada con las tallas de Santa Cecilia el Rey David con un arpa y ángeles músicos.
REJA
El contrato se firmó el 28 de marzo de 1622 y en él se concretaron todas las condiciones: plazo de ejecución, precio, materiales, medidas exactas de cada elemento; a cuenta del artista irían los materiales (hierro, bronce y madera), la pintura y la tarea de asentar la reja y a cuenta del Cabildo los andamios.
La reja está asentada sobre banco de piedra con unas medidas de 8,80 x 11,40 m. Está dorada y policromada y se remata con un Calvario ejecutado en madera, obra de Gregorio Español y su discípulo Diego de Gamboa. Tiene tres cuerpos y cinco calles desiguales.
El primer cuerpo está compuesto por balaustres y columnas apoyados en pilastras de decoración renacentista. Tiene cinco calles, sirviendo la central como hueco para la puerta de acceso.
El segundo cuerpo está separado por un friso calado de hierro con decoración renacentista, arquitrabe y coronamiento de madera. Sus balaustres son de menor altura que los del primer cuerpo y las pilastras rematan en términos balaustres (o termes balaustres), llamado así al recurso de agregar un busto o cabeza humana.
El cuerpo superior es la prolongación de la calle central con diez barrotes que alternan con once términos balaustres. A ambos lados se ven los escudos del Cabildo (Agnus Dei con banderola) y obispo Mejía; por encima hay un cornisamento con dos arquillos en los extremos y decoración de gotas, ornamento muy común en los dibujos de los Celma. Sobre este remate se sitúa el Calvario hecho de madera; Azcaín encargó el crucifijo a Diego de Gamboa y las figuras de San Juan y la Virgen a Gregorio Español.
TRASCORO
El trascoro es obra neoclásica, ejecutada en mármol, jaspe, alabastro y bronce.
Antes de esta creación, el espacio estaba ocupado por una serie de medallones de sibilas que rodeaban todo el cercado exterior del coro.
El encuadre está rematado por frontón triangular. Las calles están limitadas por columnas de capiteles jónicos.
. Sobre el arco de la hornacina hay un sol esculpido con cuatro angelotes entre nubes y en el centro del sol, la paloma símbolo del Espíritu Santo. Encima de este único cuerpo hay un friso bastante ancho y sobre él y en el centro está colocada la gran imagen del obispo Santo Toribio.
Consta de un solo cuerpo y tres calles; las dos laterales avanzan en curvatura; en el centro de cada panza y encuadradas están esculpidas unas escenas de San Pedro y San Pablo.
El conjunto es una verdadera capilla con retablo, altar y cerramiento con una reja.
En la calle central se abre una hornacina dispuesta entre columnas, que acoge una imagen de la Virgen de Valvanera.
SACRISTÍA
Obra neoclásica de José Francisco Terán (1772) realizada bajo el gobierno del obispo Juan Manuel Merino Lumbreras (1769-1782), es un espacio de grandes proporciones.
La sacristía, adosada a la catedral por el lado del Evangelio, conserva una portada de Rodrigo Gil de Hontañón pero su construcción data del último tercio del siglo XVIII, durante el obispado de Juan Manuel Merino Lumbreras, obra de José Francisco Terán.
Tiene planta cuadrada con enlosado de mármoles y cubierta con cúpula sobre pechinas y linterna y está amueblada con cajonerías y espejos. También destaca un armario relicario rococó de madera dorada con rocallas y espejos.
Al fondo y en lugar bien visible se halla el gran mueble del relicario delante del cual hay un altar.
El mueble-armario del relicario es de madera dorada, de estilo rococó, adornado con rocallas y espejos y está dispuesto a manera de retablo, flanqueadas sus puertas por sendas columnas.
Se corona con peineta que hace las veces de ático, donde se encuentra un gran relieve de la figura de la Virgen orante.
En los lados y siguiendo la línea de las columnas hay dos angelitos policromados. Cuando las puertas del armario-relicario están cerradas se ven sobre ellas dos lienzos de forma oval con la representación de San Genadio y Santo Toribio. A derecha e izquierda del mueble y sobre dos puertas están las representaciones en bulto redondo de otros dos obispos de Astorga: San Dictino y San Efrén.
Está ricamente amueblada con cajonerías, espejos, sillones, mesas y bancos y enlosada en mármol de tres colores. Se encuentra adosada al cuerpo de la catedral por la parte norte. Tiene cúpula y linterna.
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