Sexto Dolor Jesús es bajado de la Cruz
«Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José.
Otra escena conmovedora, Jesús muerto en los brazos de su Madre, que lloraba su pérdida. No cabe duda, aunque cueste creerlo. El Hijo del Altísimo, el Salvador, el cuyo reino no tendría fin, el que era la Vida, Él está muerto.
T ú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor.
Pero su fe no se extinguió, siguió encendida y luminosa. ¡Qué fuerte es María! Ella, la única que ha sostenido en sus brazos todo el peso de un Dios vivo y de un Dios muerto, su Hijo.
TU Y YO
Considera el amargo dolor que sintió el Corazón de María cuando el cuerpo de su querido Jesús fue bajado de la cruz y colocado en su regazo.
Oh, Madre Dolorosa, nuestros corazones se estremecen al ver tanta aflicción. Haz que permanezcamos fieles a Jesús hasta el último instante de nuestras vidas.
Cada llaga del Señor fue para su Madre un clavo en su Corazón. Acerquémonos de este misterio con humildad, arrepentimiento y compasión. Miremos nosotros también con respeto y devoción las llagas de Jesucristo, y por fin atrevémonos a mirar a la Santísima Virgen a los ojos para pedirle de todo corazón : « ¡ perdón, misercordia y clemencia ! »
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