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domingo, 27 de abril de 2025

SAN IGNACIO DE LOYOLA E.E.

QUE SON LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

El camino de Ignacio y los Ejercicios 
 Su camino espiritual inició en Loyola, donde tuvo que pasar una larga temporada postrado en cama a causa de una herida de guerra. Él, de una familia noble, pasaba sus días fantaseando con la idea de ser un Caballero en pleno siglo XVI español. En su primea batalla cayó herido por una bala de cañón que lo tuvo postrado meses en su habitación. Allí notó como la lectura de la vida de Jesús y de los Santos dejaba en él un “gusto” que permanecía en el tiempo; mientras que, con las novelas de héroes y caballeros que le encantaba leer, apenas terminaba, se desvanecía toda la alegría. 

 Decidió peregrinar a Jerusalén, pero su viaje se vio interrumpido por una estancia que habría de cambiarlo todo en él. Por su cercanía al monasterio de Montserrat, se instaló en Manresa, un poblado de Cataluña, cerca a Barcelona. 

Allí se retiró a una cueva donde pasaba muchas horas haciendo oración; esto lo combinaba el servicio en el hospital del pueblo. En estos meses referirá que Dios los trataba como un maestro a un estudiante, enseñándole acerca de los movimientos interiores y el discernimiento espiritual. En esta cueva escribió la columna vertebral de los Ejercicios; texto que completó con el paso de los años a partir de lo que notaba era provechoso para él y para quienes acompañó. 

 Como todos los manuales, no fue escrito para ser leído de comienzo a fin. Es más, Ignacio llegó a recomendar que el ejercitante no tuviera acceso al texto, sino que fuera el acompañante quien entregara, uno a uno, los ejercicios o puntos para la oración. Los Ejercicios son un itinerario para ser experimentado y gustado y no una obra para ser “estudiada”.


Los Ejercicios Espirituales, escritos por Ignacio de Loyola, son un tesoro de la mística cristiana y, por qué no decirlo, del patrimonio espiritual de la humanidad. Llevan siendo practicados por casi 5 siglos por millones de personas alrededor del mundo. Te ofrecemos una introducción básica para entender: ¿Qué son los Ejercicios Ignacianos?, ¿En qué consisten?, ¿Cómo se hacen?, y algunas cosas más.




¿Qué son los Ejercicios Espirituales? 
 Son la obra más importante de san Ignacio de Loyola. 


Los ejercicios espirituales nacen de la experiencia personal de San Ignacio de Loyola, peregrino en búsqueda de la voluntad de Dios.

 Puso por escrito algunas de las cosas que le habían ayudado personalmente, para poder así ayudar a otros. Por eso los ejercicios son también un libro escrito en un estilo conciso, dirigido sobre todo a quien los da. Tienen mucho de método y de pedagogía. 

Desde hace cinco siglos han sido un modo de ayudar al encuentro con Dios en la propia vida, en el camino único e irrepetible de cada persona. Por eso los ejercicios acaban siendo una experiencia que marca un antes y un después en quien los hace.
Para que

Los ejercicios espirituales se hacen para tomarse el Evangelio de Jesucristo en serio. 
Para romper las ataduras interiores que nos impiden ser verdaderamente libres para amar. 
Para descubrir el verdadero rostro de Dios, el que nos enseña Jesús. 
Para percibir el modo concreto en que Dios nos invita a amar y servir. 
 Para no contentarnos con una vida mediocre, a medio gas, y llenarla de todo el sentido.
 Para ir más allá de las ideologías, de las buenas intenciones, de las emociones pasajeras y saborear una verdad gozosa que permanece…


para quién 
Los Ejercicios Espirituales no son para gente buena, que además se lo sabe, y no siente el aguijón de un “más”. No son para espíritus conformistas, ni para aquellos que lo quieren todo sin renunciar a nada.

 Son para gente capaz de poner en juego lo que tiene para perseguir lo que ama, con un talante emprendedor y arriesgado en correspondencia con una apuesta existencial de gran calado. 

Gente sedienta de conversión profunda porque sabe que necesita algo más y algo distinto, o está atravesada por la búsqueda y el anhelo de lo que Jesucristo promete. 

Los Ejercicios requieren de la persona cierta estabilidad emocional, compromiso para mantener los tiempos de oración personal y capacidad para interiorización.

Cómo 

Los Ejercicios son moldeables como la arcilla, se acomodan a quien los hace, a lo que busca y necesita. Por eso existen varias modalidades: en retiro y en la vida diaria, con acompañamiento personal o grupal, online o presencial. Los procesos pueden durar desde unos días hasta un mes en silencio, o varios años en la vida cotidiana. 

Siempre hace falta reservar un tiempo para la oración personal, para la intimidad con Dios, con la ayuda de las orientaciones que proporciona la persona que los da. Reposar las experiencias vividas, examinarlas para descubrir su significado más profundo. 

El acompañamiento personal ayuda a orientar el proceso, descubrir la voluntad de Dios en la propia vida, animar y fortalecer al compromiso.

 Hay diferentes modalidades para participar de los Ejercicios de forma presencial. 
 Ejercicios de mes: Fue la manera como Ignacio los concibió. El ejercitante, por tiempo aproximado de 30 días en silencio, se aleja de su trabajo, familia y amistades. Allí se vive el itinerario completo tal como fue escrito.

 Tandas de Ejercicios de 3 a 10 días: Por un tiempo que suele variar entre 3 y 10 días, el ejercitante se acerca al proceso desde una síntesis de todo el camino; o bien, de forma personalizada. En este caso el acompañante ayuda a discernir los ritmos y necesidades de cada proceso. 

Desde los primeros días, Ignacio recomendaba que se le dieran los ejercicios en la vida corriente a quien no pudiera disponer de los medios para alejarse un mes de todas sus actividades. Es un camino que transforma la cotidianidad en un retiro espiritual. Sin duda que los avances de las telecomunicaciones nos permiten descubrir cada vez más novedosas maneras para que los interesados puedan, desde cualquier lugar del mundo, disponer de material y ayudas necesarias. 

 En nuestra propuesta de “Ejercicios Virtuales”, necesitas disponer entre 40 minutos a una hora diaria para la oración. En la sección “Guías de Oración” encontrarás, completamente gratis, el material para que puedas hacerlo a tu propio ritmo, con o sin acompañamiento.

Estructura 

Los Ejercicios espirituales están divididos en cuatro semanas en las que se guarda silencio para impulsar un ambiente de oración. 
Cada semana se centra en un aspecto diferente.
 
 La primera semana está centrada en el Principio y fundamento, que versa sobre el motivo de la existencia de la propia persona y aquello en lo que reside su mayor plenitud. 
En esta semana se contempla la Creación como una obra de Dios realizada por amor. 

La segunda semana se centra en el llamado del Rey Eternal, que convoca a sus siervos a combatir a las fuerzas del mal junto a él. La oración de esta semana consiste en repasar la historia de la Salvación y contemplar en oración el Nacimiento de Cristo, viendo cómo la Santísima Trinidad desea y decide redimir al género humano.

 La tercera semana se centra en los pasajes del Evangelio correspondientes a la Pasión de Jesús. Durante toda la semana se meditan los diferentes pasajes de esta parte de la Biblia en que se va contemplando . En las reglas de esta semana, san Ignacio recomienda encarecidamente el ayuno como forma de asociarse el ejercitante a la Pasión de Cristo y para contemplar cómo se va completando el plan de Salvación de Dios. 

Por último, la cuarta semana expone, en primer lugar, la escena de Jesús resucitado apareciéndose a la Virgen María, su madre. Posteriormente ofrece varios pasajes de la vida de Jesús recogidas en el Evangelio para meditar a voluntad del ejercitante.

¿Cómo son los Ejercicios Ignacianos? 

 El autor los define de la siguiente manera: “se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espirituales operaciones” (EE1). 

 Es decir, se trata de unas actividades concretas que, en su mayoría, implican diferentes manera de orar, pero que no se limitan solo a eso; hay otras prácticas que serán de mucha importancia y que involucran aspectos tan diversos como la comida, el sueño, los tiempos libres, etc. Dicho esto, para Ignacio el ejercitante debe disponer de todo su ser y todas sus dimensiones pues el camino espiritual lo involucra todo. 

 También dirá san Ignacio: “Porque así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales; por la misma manera, todo modo de preparar y disponer el alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del alma, se llaman ejercicios spirituales.” (EE1).


Se llaman Ejercicios porque demandan, como la actividad física, un esfuerzo. Nadie puede ejercitarse por mí. Yo soy el protagonista de mi camino; no puedo asumir un rol pasivo y escuchar algunas charlas, debo ponerme en movimiento y dar mis propios pasos. 

 Este esfuerzo consiste en tres partes. Primero, “preparar y disponer el alma”. Dios está sediento de entregarse a nosotros si se lo permitimos. Nuestra tarea no es alcanzar, fruto exclusivo de nuestro talante, la recompensa de Dios; lo que Él tiene para darnos, nadie podría “ganarlo”. Es una gracia. A los sumo, podemos preparar y disponer el terreno. Segundo, “quitar de sí todas las afecciones desordenadas”. Antes de plantar debemos retirar del terreno la maleza, todo aquello que nos resta vida y comunión. Tercero “después de quitados, buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida”. Libres de nuestros desórdenes podemos escuchar y discernir las invitaciones y llamadas que nos hace Dios; llamadas que nos conducen a la plenitud. 

 En el texto encontramos explícita la finalidad de los ejercicios de la siguiente manera: 
 “Ejercicios Espirituales para vencerse a sí mismo y ordenar su vida, sin determinarse por afección alguna que desordenada sea.”

 El orden es un componente central de los ejercicios. Desde la estructura de cada oración y de la jornada, hasta los afectos que nos permiten poner cada cosa de nuestra vida en su lugar. La oración germina en el orden; y el orden, en la oración. Imagina el ejercicio de ordenar un armario; primero debes sacar todo, deshacerte de lo que ya no necesitas y luego cada cosa va encajando en su lugar con armonía. Asimismo, cuando permito que Dios ocupe su lugar en mi vida se recupera el equilibrio, el balance y la armonía con todas las cosas: en la relación conmigo, con los otros y con el planeta. 

 Los Ejercicios se dividen en cuatro etapas; aunque se llaman semanas, no se corresponden a 7 días. Se trata de cuatro fases a través de las cuáles se va profundizando en la relación con Dios. En la primera, el ejercitante experimenta la misericordia de Dios y su presencia en su vida; en la segunda, pone su mirada en los misterios de la vida de Cristo y se deja instruir por él, como los discípulos en el evangelio; en la tercera, contempla el misterio de la pasión y muerte, y en la última, se sumerge en la vivencia propia de la resurrección. 

 El recorrido ignaciano se vive bajo la guía de un acompañante de ejercicios. Cuando hablamos de acompañante no nos referimos a un predicador o formador; tampoco es un terapeuta o coach; su papel es otro. Ignacio dirá que es quien “da a otro modo y orden”. Es decir, ayuda a quien toma los Ejercicios a navegar por el método: qué orar y cómo hacerlo. Por otra parte, sirve como un eco, un interlocutor con quien tomo consciencia de las mociones que surgen en mi interior, e ir afinando el discernimiento. Es una relación que está fundada en la confianza y el más genuino deseo de salvación para el otro.





El Centro de Espiritualidad San Ignacio se fundó en 1990, en una antigua casa de formación para jesuitas. Su actividad se centra en el campo de la formación a religiosos y religiosas, seminaristas, sacerdotes y laicos, mediante ejercicios espirituales y encuentros orientados a las primeras etapas de la vida consagrada y las Escuelas de Ejercicios Espirituales y de Formadores, con títulos de la Universidad Pontificia Comillas.
Paseo de S. Antonio, 14 – 37003 Salamanca Tel: +34 923 125 000


Bonifacia Rodríguez de Castro

 Bonifacia Rodríguez de Castro nació en Salamanca, España, el 6 de junio de 1837. Sus padres Juan Rodríguez y María de Castro fueron artesanos. En su taller familiar Bonifacia aprendió el amor al trabajo, la solidaridad con los pobres y la oración. Factores que tendrían gran importancia en su vida de adulta. En su infancia frecuentó la escuela donde aprendió a “leer y escribir” y en su adolescencia aprendió el oficio de cordonera, lo que supuso una excepción en la vida de las jóvenes trabajadoras de Salamanca. Huérfana de padre a los 15 años tuvo que trabajar duro para ayudar a su familia. Comprendió lo que suponía «ganar el pan con el sudor de la frente”. 


 Su maduración en la fe estuvo vinculada a la iglesia de la Clerecía de su ciudad, regida por los padres de la Compañía de Jesús, empapándose de la espiritualidad ignaciana. Su director espiritual siempre fue un jesuita. 

 En su juventud monta su propio taller de “cordonería y pasamanería”, sin grandes pretensiones, solo para tener lo suficiente para vivir. Constituyó un espacio de trabajo y oración, con una mirada a las jóvenes pobres de la cuidad. Con sus amigas funda da Asociación de la Inmaculada y San José, con fines lúdicos, piadosos y de promoción femenina. 

 En 1870 llega a Salamanca el jesuita Francisco Butiñá, director espiritual de Bonifacia. En 1874 fundan una Congregación de trabajadoras, las Siervas de San José, para la santificación por medio de la oración, comprometida con la promoción femenina trabajadora. Las casas se llaman Talleres de Nazaret y tienen como modelo la Sagrada Familia. La novedad que supuso la fundación provocó el rechazo del clero y la sociedad. 

 Bonifacia asumió la continuación de este proyecto con fidelidad en medio de grandes dificultades: fue destituida como superiora y posteriormente excluida de la Congregación en 1901. En soledad y perdonando, continuó viviendo su vocación hasta su muerte en Zamora, el 8 de Agosto de 1905. 

 El seguimiento de Jesús Trabajador en Nazaret fue el eje de su vida y la promoción de las jóvenes pobres trabajadoras. Adela de Cáceres SSJ








 ¿Cómo hacer Ejercicios Espirituales en casa/online?
 Desde los primeros días, Ignacio recomendaba que se le dieran los ejercicios en la vida corriente a quien no pudiera disponer de los medios para alejarse un mes de todas sus actividades. Es un camino que transforma la cotidianidad en un retiro espiritual. Sin duda que los avances de las telecomunicaciones nos permiten descubrir cada vez más novedosas maneras para que los interesados puedan, desde cualquier lugar del mundo, disponer de material y ayudas necesarias. 

 En nuestra propuesta de “Ejercicios Virtuales”, necesitas disponer entre 40 minutos a una hora diaria para la oración. En la sección “Guías de Oración” encontrarás, completamente gratis, el material para que puedas hacerlo a tu propio ritmo, con o sin acompañamiento.

 

https://espiritualidadignaciana.org/


https://www.youtube.com/watch?v=tZ0KYS0h94Q&t=1s



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