YA ES SEMANA SANTA

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martes, 21 de enero de 2025

DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO

 MIÉRCOLES

“ ¿Qué está permitido en sábado? ”



El evangélica de hoy (Mc 3,1-6) nos presenta la culminación del conflicto entre Jesús y los fariseos; entre la ley y el amor, que vimos en el pasaje que leímos ayer.

Dos preguntas bien distintas:

según san Marcos 3,1-6 

Una la de los fariseos: ¿Se puede curar en sábado? A los fariseos sólo les interesa el sábado, el cumplimiento de la ley, la observancia. El hombre, la persona humana, no les interesa

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada.

La otra pregunta es la de Jesús: ¿Se puede hacer el bien y salvar una vida en sábado? A Jesús le interesa la persona que sufre, la vida en plenitud.

 Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo. 

Jesús pura misericordia. Porque se apiada de ese pobre hombre con la mano atrofiada que tiene delante y elige curarlo. Por puro amor a ese hombre de la mano paralizada.

Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio».

Por eso dice al hombre de la mano seca: “Extiende tu mano”. No andes con la mano encogida, paralizada. Estás reduciendo tus posibilidades. Recobra la libertad de tu mano.

Y a ellos les pregunta: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?». 

A Jesús la postura de los fariseos le produce tristeza porque recortan la vida, no dejan que la gente sea libre, no les dejan gozar de la libertad que Dios les ha concedido.

Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». 

La extendió y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.



Obramos como esos fariseos escrupulosos, siempre acechantes, sin darnos cuenta de que somos como ese hombre de la mano enferma. 
Necesitados permanentemente de la misericordia de Cristo, de su compasión amorosa por nuestras limitaciones, nuestras manos rotas, nuestros huesos molidos por el pecado.

MARTES

“ El Hijo del Hombre es señor del sábado ”


según san Marcos 2,23-28 

San Marcos avanza en presentarnos la revelación de la autoridad de Jesús y la ceguera de los dirigentes judíos; del banquete con los pecadores pasamos a tema del ayuno y de éste, al tema del hambre.

Para las autoridades religiosas del judaísmo, el “sábado” era, ante todo, un precepto legal, una obligación que marcaba el descanso de la semana.

Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.

Para calmar el hambre los discípulos de Jesús cortan espigas al cruzar los sembrados, esta situación estaba expresamente aceptada en la Sagrada Escritura para cualquier día de la semana, menos para el sábado

 Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».

 Los fariseos critican, nuevamente, a Jesús porque permite y tolera más de lo que la tradición concedía, como si menospreciara el sábado. Pero el Maestro Nazareno se defiende y defiende a sus discípulos (as) usando un argumento de la Escritura (Ver 1 Sm 21,1-7), haciéndoles ver que el Rey David, ferviente devoto del Señor se saltó una norma sagrada debido al hambre de él y sus hombres.

Él les responde: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?». 

La Ley no es un yugo opresivo, sino liberador. La Ley no es imposición, sino don. ¿Quién es Jesús para interpretar la Ley así? Es alguien que tiene más autoridad que el Rey David, es el Hijo de Hombre, dueño y Señor de la enfermedad y del pecado y del sábado y de la Ley.

Y les decía: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».


A modo de conclusión necesito mantenerme cerca del Señor para tener las fuerzas de vivir de cara a Él, sin temer ir contra corriente. Se nos vuelve a recordar que la ley suprema del Evangelio es la de la caridad, que no basta quedarse con un cumplimiento aparente o hipócrita de los mandamientos, que no es suficiente cumplir con ciertas cosas y decirse católico mientras en la práctica se sigue pensando y viviendo como pagano.

LUNES

“ ¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo? ”



san Marcos 2,18-22


 En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». 

Los fariseos se preguntaban por qué los discípulos de Jesús no se ajustaban al «ritualismo» que daba de alguna manera el signo de autenticidad con respecto al maestro.

Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? 

Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. 

La respuesta de Jesús es simple: porque en adelante, los seguidores de Cristo, no se distinguirán por sus prácticas religiosas, sino por un estilo de vida centrado en el maestro y dirigido por la fuerza del Espíritu Santo.

Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día. 

Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor.

El vestido viejo y los odres viejos son imágenes de las instituciones de la antigua Alianza.

 El paño sin tundir, los pellejos nuevos y el vino nuevo son símbolos de la gran novedad que Jesús está trayendo al mundo: la nueva Alianza. Una nueva era se está iniciando,y a una era nueva deben responder formas e instituciones nuevas

 Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos». 



Lo que viene a traer Jesús es tan novedoso, está tan fuera de lo que era, es tan espectacular que no cabe encasillarlo en nada de lo ya conocido.
 ¿Y qué es esa novedad que no puede sujetarse a nada de lo existente? Amor. Jesús viene a tu vida a decirte que te ama. Pero no de una forma hueca, como a menudo hacemos esta declaración: ¡es que te amó tanto que se dejó matar en la cruz! 

Jesús, dame la sabiduría para saber ayunar de todo aquello que pueda disminuir mi fidelidad y la totalidad de mi entrega a la misión que me has encomendado.

DOMINGO

“ Haced lo que él os diga ”


El evangelista Juan, Caná ocupa un lugar significativo en su obra. Es el pórtico del primer signo que va a manifestar a aquellos que ha llamado para que estuvieran con Él y luego anunciarán la Buena Noticia del Reino.

según San Juan 2, 1-11 

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. 

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». 

Podemos hacer de estas tres palabras el lema de nuestra vida. A María no se le ocurre decir no tenemos vino, porque ellos sí lo tienen. El vino es la alegría del Evangelio. Un vino con el que desaparecen reservas, temores, tristezas, rutinas, pesimismos. Juan, más tarde, se hará eco de estas palabras de María cuando dice: Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo (1 Jn 1, 1-4).

Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». 

Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». 

El Evangelista quiere que la Madre ocupa el centro del relato: allí estaba la madre de Jesús; también Jesús estaba invitado. Por seca que parezca la respuesta de Jesús, ella sabe que a una madre no se le niega nada. Y está empeñada en que todos los que participan en la fiesta de la vida disfruten del mejor vino. ¡Qué cosa tan triste una vida carente de vino, de sentido, de buena salud! La manifestación de la gloria de Jesús o, dicho de otro modo, la salvación gratuita y universal, pasa a través de la Madre.

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». 

Para que el agua se convierta en el mejor vino, hay que sacarla de las viejas tinajas de piedra. No se trata ya de relacionarse con Dios como siervos que cumplen órdenes. Se trata de relacionarse con Dios como hijos con papá.

Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». 

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.


Caná es para nosotros el lugar donde aprendemos de María. Ella nos enseña una mirada transformadora sobre el potencial que esconde cada persona y nos invita a hacer lo que Jesús nos dice; pues sabe por experiencia que Dios da en abundancia, que Jesús da siempre más. Tenemos tendencia a idealizar el pasado, pero el evangelio nos muestra que lo mejor está aún por acontecer” (

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