evangelio según san Marcos (2,23-28):
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas. Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Los fariseos, en tiempos de Jesús, eran tan escrupulosos con la observancia de los preceptos, que no les cabe en la cabeza que pueda hacerse el bien con independencia del día de la semana. Es cierto que el sábado era un día sagrado, pero Jesús viene a anteponer al sábado a la persona y su dignidad, aquí expresada en una dolencia en la mano.
Quienes van por los "sembrados de la vida recogiendo espigas" detrás de las huellas de Jesús, viven sin las ataduras de las leyes gozando de la libertad que contagia el Señor de la vida: "el sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado".
Jesús se alza contra la dicotomía rancia que marca la religión caduca y decrépita de los fariseos, llena de multitud de normas y leyes, con la intención de separar lo sagrado de lo profano, lo religioso de lo humano.
Desde que el Hijo de Dios se hizo hombre, el tiempo sagrado y el tiempo humano se han diluido para dar paso al único tiempo, el de Dios. Dios se une con lo cotidiano de los hombres, ya no hay que buscar a Dios fuera del futuro del hombre.
El único culto agradable a Dios nace en el corazón del hombre y no hay más normas o leyes que la del amor:"Ama y haz lo que quieras" Hoy permítete saborear y disfrutar la libertad que da el sentirnos hijos de Dios y vivir como tales.
Cuántas veces nosotros mismos mostramos esta actitud con Dios o con el prójimo, acechantes para echarnos encima y recriminar lo que no es más que un acto de misericordia.
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