BAUTISMO DEL SEÑOR
Alcanzar y bajar hacia las aguas del Jordán para sentir que Dios llama siempre a pesar de las dificultades del camino
CONTIGO QUIERO, SEÑOR Dejar la comodidad de mi casa de mis amigos y trabajos para empeñarme un poco en aquello que el Evangelio necesita de mis manos y de mi esfuerzo
CONTIGO QUIERO, SEÑOR Renovar mi Bautismo un tanto empolvado por el paso del tiempo Reavivar mi Bautismo un tanto mortecino Fortalecer mi Bautismo a veces débil y acomodado CONTIGO QUIERO, SEÑOR Escuchar mi nombre y una llamada “Tú eres mi Hijo” Para que nunca falte en tu causa buenos testigos que pregonen tu Palabra que pronuncien tu nombre que den testimonio de tu Reino que ofrezcan lo que son y tienen y Dios sea conocido, amado y bendecido en las cuatro direcciones del mundo
CONTIGO QUIERO, SEÑOR Renovar, levantar, Ilusionar y mejorar Incentivar y alimentar Revitalizar y fortalecer Lo que un día, por la fuerza del Espíritu, me hizo hijo de Dios miembro de su pueblo hijo de la Iglesia testigo de tu Reino: EL BAUTISMO
D
L
Dios pasa junto a nosotros y nos llama. Si no se le responde, Él puede seguir su camino y nosotros perderlo de vista y de nuestra vida. Sin duda, Jesús conocía a estos discípulos desde tiempo atrás (cfr Jn 1,40-46).
M
Y lo mismo podemos, y debemos, aplicar en nuestras vidas; no podemos limitarnos a dar "buenos consejos" al hermano que sufre, también es nuestro deber ayudarle en lo que podamos, darle nuestra mano. Que hoy y siempre, nuestras palabras y acciones sean signo de nuestro compromiso por la vida y la dignidad de las personas.
X
Así obraba el Señor: oraba con frecuencia en la soledad. Todos lo buscaban.
Te pido, Señor, que me envíes tu Espíritu para comprender el sentido profundo de la oración. No quiero que sea una norma, una obligación, sino una dulce necesidad. Necesito comer, beber, dormir, respirar… Necesito también rezar.
Pero para ello necesitamos reforzar la propia fuente de esa compasión que no es otra que la oración. Jesús nos enseña, con su actitud, de dónde proviene esa compasión: de la oración, del tiempo de calidad entregado a Dios para que actúe con su poder en nuestras vidas.
J
Señor, me gustaría que esta meditación sirviera para dar un cambio a mi vida. No quiero presentarme delante de Ti como una persona buena, sana, suficiente. Vengo ante Ti como el leproso, necesitado de tu gracia. Tócame y sáname de todas mis limitaciones: de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia.
Nada de lo que tengo es mío. Todo es regalo tuyo: la vida, la salud, el amor, la gracia. El hombre, todo hombre, no tiene donde reclinar la cabeza, es pura fragilidad. Pero Tú amas mi fragilidad. Enséñame a ser agradecido. En el día, deberían de faltarme horas para agradecerte los dones y favores que me haces. Yo sé que sin ti no puedo hacer nada. ¿Cómo me atrevo a recrearme en las obras de mis manos? ¿Por qué atribuirme algo que no me pertenece? Hazme sencillo y humilde,
S
Si hoy el Señor te dijera ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Qué le dirías? Entrégale al Señor tus sufrimientos para que Él te sane y cure.
Señor, tu llamada, ese hecho tan sencillo e inmenso de que te hayas fijado en mí y me hayas elegido, ha sido lo más bonito que ha ocurrido en mi vida. Hoy necesito encontrarme contigo para darte gracias. No sólo acepto tu llamada, la agradezco y la celebro cada día. Y con el salmista, te digo: “Me ha tocado un lote hermoso. Me encanta tu heredad”. (Salmo 16) En este nuevo año no sólo quiero escuchar tu Palabra sino hacerla vida en mí. Para eso necesito tu gracia.
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