evangelio según san Marcos (2,18-22)
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
¡Cuando Dios se enamora de su pueblo, es tiempo de alegría y de danza y no de duelo y de ayuno!
Flaco servicio hacemos a la fe cuando la vivimos envuelta en nuestras tristezas, amarguras y resignaciones.
Cuando el amor de Dios ha irrumpido en tu vida ya no hay motivos para la tristeza. Es la hora de la fiesta, porque Dios ha venido a quedarse para siempre.
La venida de Jesús, su vida, su predicación y sus acciones dividen la historia en dos.
Nuestra fe y nuestra religión no está reñida con la alegría, al contrario, señal inequívoca de que vivimos de verdad nuestra fe es la alegría de vivir, a pesar de los problemas y dificultades, a pesar de las enfermedades y nuestras miserias, y aún a sabiendas de que llegará la hora del Calvario y de las lágrimas, a pesar de todo, la alegría es el distintivo más genuino de la vida del creyente. ¿Tu alegría de qué depende? ¿Vives las contrariedades de la vida desde la alegría de la fe?
La vida nueva que Dios nos ofrece, la novedad del mensaje que nos entrega, requiere unos odres nuevos en nuestro corazón. Es decir, necesitamos la voluntad generosa para responder al amor que Dios nos tiene. Urge purificar constantemente nuestro corazón de todo aquello que nos impide estar a la altura del amor de Dios. El Señor nos llama a más. A vivir con el espíritu de lo “nuevo”, es decir, con un amor y un fervor siempre renovado, con la capacidad de dejarnos sorprender por Dios, Dios hace nuevas todas las cosas. No es un menosprecio al ayuno, en multitud de ocasiones el propio Señor lo aconseja, y Él mismo antes de comenzar su vida publica se retiró al desierto y ayunó, también lo aconsejo a sus discípulos para el combate con el mal, para muchas situaciones es necesario oración y ayuno.
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