santo evangelio según san Lucas (2,16-21)
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores.
“ Conservaba estas cosas, meditándolas en su corazón ”
Varios temas se concentran en este día: La fiesta de Santa María, madre de Dios, el tema de la paz y el estreno del Año Nuevo. María, al estar limpia de todo pecado, vive en un eterno Paraíso. María es el verdadero paraíso de Dios. La única que puede estrenar un calendario siempre nuevo y sin posibilidad de mancharlo. La única que puede darnos una “paz paradisiaca”. La única que puede decir: Este Niño que llevo en mis brazos, a quien acuno con infinita ternura, es Dios. ¡Adoradlo!…
Bendiciones del A.T. “El Señor te bendiga, ilumine su rostro sobre ti, se fije en ti y te conceda la paz”. María recoge en esta bendición, todas las bendiciones importantes del A.T. Las de los patriarcas, profetas, reyes… Y las mujeres más relevantes como Sara, Rebeca, Judit, Ester, tienen sentido profético. Son importantes porque ellas remitían a María, la madre de Jesús. María, al estar llena de Dios, puede transmitir y empapar este nuestro mundo de bendiciones, especialmente de la paz… No olvidemos que María, al no tener pecado original, nunca ha sido expulsada del paraíso. Es más, Ella es un “verdadero paraíso”. Paraíso siempre recién estrenado y nunca manchado. Ella es personalmente la que encarna el verdadero sueño de Dios sobre la humanidad. En ella encontramos el verdadero proyecto de Dios sobre el mundo. Ella es lo que todos estábamos llamados a ser. Y como no tuvo pecado, puede pasear por el paraíso con Dios “a la brisa de la tarde”. La paz que nos da María es nada menos que la “paz paradisíaca” donde “el lobo habitará con el cordero y pastarán juntos el becerro y el león” (Is. 11,6s). La bestialidad del hombre debe desaparecer e implantarse en el mundo la auténtica convivencia humana.
María “guardaba todo esto en su corazón”. ¿Qué es esto que guardaba María? El misterio de Dios hecho hombre en sus entrañas
En el tercer Concilio Ecuménico en el 431. Allí se proclamó a María, Madre de Dios. Las crónicas nos dicen que, mientras los padres conciliares delibraban dentro del Templo, el pueblo estaba fuera “rezando”. Al conocer la definición… sacaron a hombros a los padres conciliares y con antorchas encendidas iniciaron una procesión llena de aclamaciones a ¡Santa María, Madre de Dios! El Concilio, de ninguna manera, quiso decirnos que María fuera la “engendradora de Dios” en el sentido de que sin ella Dios no hubiera existido. Esto sería una gran herejía. Pero sucede que si el hijo de una pobre mujer llega a ser ministro, Presidente, o Papa, esa mujer es la madre del ministro, del presidente o del Papa. Como María dio a luz a Jesús -que era Dios- se le llama la madre de Dios. Y esa misma madre nos la entregó Jesús a todos nosotros en la Cruz para que también fuese madre nuestra. Por eso cada uno de nosotros puede decir con admiración y gozo: ¡LA MADRE DE DIOS ES MI MADRE
Este fin de año, quiero ponerme en tu presencia para poder contemplar profundamente este gran misterio de la vida. Dame la gracia de ver lo que quieres que vea, escuchar lo que quieras que escuche y entender lo que Tú quieras que escuche.
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