YA ES SEMANA SANTA

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sábado, 23 de noviembre de 2024

ORACIONES DEL 2º TIEMPPO ORDINARIO DOMINGO XXXI, XXXII,

 DOMINGO XXXIII




¡VIVIRE CADA DIA, SEÑOR! 
Como si fuera el primero, y a la vez, el último de mi existencia. Dándote gracias, por lo mucho que me das, y soportando, las pequeñas cruces que –grandes o diminutas- caen sobre mi hombro Sentiré cada día, Señor tu fuerza que me empuja y me levanta tu poder que es más grande que toda mi debilidad tu presencia, que me garantiza un futuro tus promesas, que me animan en mis ideales Daré gracias a tu nombre, Señor porque, tu Palabra, me habla de un final feliz de cosecha abundante y rica de premio merecido a quién hizo buen combate de una primavera eterna, después de este invierno 
¡VIVIRE CADA DIA, SEÑOR! Como el vigilante que guarda un gran tesoro Como el vigilante que, ante el horizonte, grita una y otra vez: ¡Tierra a la vista! L a tierra de la Ciudad Eterna La tierra donde todo es eterno La tierra donde brilla Dios en su plenitud La tierra de la paz que no conoce la guerra La tierra donde habita Aquel que se encarnó La tierra donde todo es familia y felicidad 
¡VIVIRE CADA DIA, SEÑOR! Sabiendo que, un día más, es un día menos Un día más en el mundo, pero un día menos para estar cerca de Ti Un día más para hacer el bien y un día menos en el intento de haber cambiado Un día más para emplearme a fondo o un día menos para buscar lo eterno 
¡VIVIRE CADA DÍA, SEÑOR! Sabiendo que, al final, y como buen final me aguardas y me esperas Tú. Viviré intentando mirar desde abajo y nunca desde arriba o desde la distancia situaciones de angustia, necesidad o tristeza. Qué fácil es mirar hacia arriba.... Qué difícil hacerlo desde abajo. Amén.
D
AYÚDAME, A VER El futuro, desde el presente Tu venida, en tus innumerables llegadas Tu presencia, en los pequeños detalles Tu Reino, en los acontecimientos buenos de cada jornada 
 Ver cielo, avanzándolo en la tierra El éxito, aunque aparentemente fracase El mañana, con la siembra de mi hoy
L

“¿Qué quieres que haga por ti?”. 

 El ciego le reconoce como el Señor, ve quién es Jesús. Y Jesús se acerca a él con un respeto inmenso y esa pregunta que parece hacernos a todos: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Nos puede llevar toda la vida descubrir la respuesta, pero es la invitación del evangelio que hoy nos hace.

 ¿Qué es para mí hoy “ver otra vez”? Estamos de vuelta de tantas cosas, deseos, ilusiones, ideales frustrados… ¿Estoy dispuesto a “ver otra vez”, a volver a ilusionarme, comprometerme, entregarme…con esa ingenuidad en la mirada y limpieza de corazón, con generosidad?

M

Señor, Zaqueo era un pecador y él lo sabía; pero no estaba a gusto con su pecado; le pesaba demasiado, no era feliz y buscaba encontrarse con Jesús para poder abrir su vida a un nuevo horizonte. Señor, yo también tengo pecados, pero tal vez el mayor de todos sea el que no tengo ganas de cambiar, no tengo aspiraciones de ser mejor, incluso me encuentro cómodo viviendo como vivo y no siento deseos de encontrarme vivencialmente contigo. Haz, Señor, que cambie, pero no mañana sino hoy,

X

Señor, enséñame a ser fiel y a multiplicar para el bien los dones con los que has enriquecido mi vida, para poder amar más y mejor a ti y a todos los demás, especialmente aquellos que están más cercanos y necesitados.

J

Creo en ti, Jesús, pero ayúdame a creer en mi día a día que tu amor por mí es infinito, eterno, maravilloso y que te ha llevado hasta el extremo de darlo todo por mí. Aumenta mi confianza. Ayúdame realmente a abandonarme en tus manos de Padre. Tú sólo quieres mi felicidad… Te amo, Jesús, pero dame la fuerza de amar en cada momento como Tú amas. Enciende en mí el fuego de tu amor para permitirte amar y glorificar al Padre sirviendo a los que me rodean. En tus manos pongo todo mi ser y te suplico que me ayudes a escuchar tu voz.

V

La religión judía había entrado en un proceso de degradación y había convertido en impuro el Templo. También nuestra Iglesia experimenta la tentación de la mundanidad y de un poder que no es el pode

S

Señor Jesús, te doy gracias por la especial protección que me has dado en este día. Alcánzame la gracia de ser siempre fiel a tu amistad y haz que este momento, se convierta en un verdadero encuentro, un encuentro que me anime a hacer lo que debo hacer, andar hacia donde Tú me llamas y así logre enamorarme aún más.


DOMINGO XXXII


COMO LA VIUDA, SEÑOR 
Daré sin esperar nada a cambio Ofreceré sin arrogancia Dejaré sin pretensión de recompensa 
COMO LA VIUDA, SEÑOR 
Brindaré, incluso con la copa que necesite Entregaré con sencillez Huiré de la cantidad y cuidaré la calidad 
 COMO LA VIUDA, SEÑOR 
Ofreceré con humildad y recogimiento Procuraré sin buscar engaños Dejaré de lo mío para otros COMO LA VIUDA, SEÑOR 
Prestaré lo que otros no dan: lo imprescindible Ofreceré lo que otros te niegan: su ser Dejaré lo que otros se guardan: su corazón 
COMO LA VIUDA, SEÑOR Te ofreceré mi vida para que, sólo Tú, la juzgues Te ofreceré mis bienes, porque sé que son tuyos Te ofreceré mi sustento, porque sé que Tú lo haces posible Ponga mi vida en tus manos 
COMO LA VIUDA, SEÑOR Caminaré sin arrogancia ni seguridad en mí mismo Caminaré sin miedo a encontrarte Caminaré dispuesto a facilitarte lo que más necesites 

COMO A LA VIUDA, SEÑOR Mírame y condúceme Hazme desprendido y sencillo Dame la valentía de darte lo que más me cueste Inspírame el gesto y la palabra oportuna Y, si quieres, Señor, arranca de mí incluso aquello que, por comodidad o egoísmo, busco y amarro para poder vivir. Porque no es tanto cuánto se da sino, en la vida, cómo se da: con corazón, alma, vida, esfuerzo y coste personal
D
Señor. Mirame  y condúceme. Hazme desprendido, humilde y sencillo.
Dame la valentía de darte lo que mas me cuesta, porque no es tanto cuánto se da sino, en la vida como se da: con corazón, alma, vida, esfuerzo y coste personal.

L
La fe, fiarme de ti Señor, acogerte, dejar que me transforme, seguirte sin reserva y hacer las cosas humanamente. B XVI
M

"Señor, auméntanos la fe" Que esta sea nuestra humilde plegaria porque sabemos que para vivir el perdón y la misericordia necesitamos de un poco de fe para construir una verdadera fraternidad entre los hombres nuestros hermanos.
X

Que no seamos como los leprosos desagradecido. Que te demos gracias Señor por todo ya que todo lo hemos recibido de Ti. También por lo malo incluido los accidente, estaba en tus planes, pero Tu nos miras como una madre
 Como el leproso samaritano; vivir, como María de Nazaret, en un ininterrumpido Magnificat. Alabar y agradecer es lo primero para quienes, por fe, entendemos un poco de qué va la cosa.
J

Hoy, Señor, quiero que mi mirada coincida con la tuya: haz que no me fije en los grandes y poderosos de este mundo sino en los pequeños y sencillos: en esos pastorcitos que guardan el ganado cuando Tú naces en una cueva; en esos niños que tienen unos pocos panes y unos pececillos cuando das de comer a la gente hambrienta en el desierto; en esa pobre viuda que echa en el cepillo del templo las dos moneditas que le quedaban. Haz, Señor, que descubra el valor de lo pequeño.
V
No podemos vivir olvidados de Dios. 
La vida es para entregarla  con generosidad y por amor, en  la convivencia familiar, en el trabajo de cada día, en tu comunidad cristiana, en la sociedad en que vives. Solo así  mi vida se convertira en Vida.
S
Señor, Tú quieres que yo ore, que no me canse de orar, que no me canse de pedir aquello que más necesito. Pero ¿qué es aquello de lo que tengo mayor necesidad? Lo que más necesito es tu presencia, el saber que me escuchas, el tenerte cerca, el que yo sienta necesidad de Ti.


DOMINGO XXXI




HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TU DICES Y VIVES
 Que haga, no aquello que el mundo espera, sino aquello que Tú deseas: para construir tu Reino siendo tu sal y tu luz Con tu fuerza, Señor, y en tu Palabra que viva con el fervor de tus discípulos con la sencillez de María o arropado con el testimonio de los mártires Pero, Señor, que no viva de espaldas a tu Verdad: que mi “sí” a tu voluntad, se manifieste en un compromiso sincero por un mundo mejor que mi “si” a tu Palabra sea luego imagen real de lo que pienso y realizo Que lejos de desafinar en mi existencia cristiana sepa armonizar mi idea, con mi práctica mis ilusiones, con mis realidades mis anhelos, con mis luchas diarias mi amistad contigo, con la fraternidad del día a día 

HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TU DICES Y VIVES Sin dividir mi estancia contigo, del servicio a los demás la oración que te contempla y te necesita del trabajo que me aguarda en la tierra que me espera Sin olvidar que, aún mirándote con mis ojos, o escuchándote con mis oídos me faltará por recorrer el camino del recio compromiso de la vida que se ofrece sin medida de los gestos de perdón o de confianza.

 HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TU DICES Y VIVES Desviviéndote, en tu intimidad con el Padre y deshaciéndote por la salvación de la humanidad Guiándote por la mano del Padre y dirigiendo con la tuya el camino del que te desea y busca Proclamando la bondad de Dios en un mundo egoísta y mostrando, con tus heridas y tu cruz, que tu vida no es solo palabra…no solo proyectos… que, tu vida, es hacer aquello que vives: ¡DIOS!
D
Que esta eucaristía, con la escucha atenta del Evangelio, nos ayude a descubrir esas dos vías que –juntas y en paralelo- van derechas a la gloria que Dios nos tiene prometida: verle y contemplarle cara a cara por el amor que le tributamos en la tierra y porque, en el hermano, supimos honrarle, cuidarle y respetarle. ¡Escucha, hermano mío! ¡No lo olvides!

L
Señor que no sea sordo a tus invitaciones, que me acerque a ti para amarte sin condiciones y que descubra el don que hay en mi para mis hermanos en el mundo. Tanto me has amado que yo quiero comunicar ese amor.
M

Hoy vengo a tu presencia, Señor, pidiéndote que me hagas crecer en humildad y que pueda actuar como Tú. Forma, Señor, mi corazón en la fragua del tuyo.
X
Señor, hoy tu evangelio es fuerte, exigente. La adhesión a tu persona está por encima del amor a los padres, los hermanos y hasta de uno mismo. Yo lo acepto, Señor, pero te pido que me ayudes, que me des fuerza para cumplir lo que me exiges. Yo sé que “tu yugo es suave y tu carga es ligera”.

J
Un verdadero tesoro. Aunque un descerebrado hubiera podido quemar todos los evangelios, si de esas cenizas se hubieran podido rescatar estas parábolas, todavía tendríamos argumentos para ser felices. Un Dios-Padre que nos ama de esta manera, es motivo suficiente para llenar nuestro corazón de alegría. Gracias por ser como eres, gracias porque no puedes, no sabes y no quieres hacer otra cosa que amarnos.
V
¿Y qué es ser hijo de la luz? el que cuida con misericordia del prójimo, el que habla y escucha con compasión a su hermano, el que construye una realidad donde Cristo esté presente como salvador, y no renunciar por comodidad o miedo a la práctica evangélica de la fe.
S
Demos gracias a Dios por esta Iglesia nuestra que después de tantos siglos sigue en marcha, sin duda es un misterio de fe que a pesar de contar con tantos fallos humanos, pesa más la vida sencilla, sincera y entregada a las necesidades de los demás de tantos hermanos que nuestros pecados.

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