Me acerco Madre Dolorosa a tu divino rostro para que me mires como sólo lo sabes hacer Tú para que me hables con palabras de FE y me ayudes con tu semblante humano y divino.
Son muchas las espinas y muchos los abrojos que, ayer, hoy y mañana, salen a nuestro encuentro.
Llévame, Virgen de los Dolores, a la presencia del Padre al encuentro de Jesús el Nazareno a la escucha de la suave voz del Espíritu.
Amen
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