YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 3 de septiembre de 2021

SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO

“ El hijo del hombre es Señor del Sábado ”



Es sábado, día semanal para el descanso. Jesús y sus discípulos lo aprovechan para disfrutar del buen tiempo, de los campos dorados, del buen rollo entre ellos. Nosotros nos pasearíamos comiendo pipas, ellos pasean comiendo granos tiernos de trigo. Saben disfrutar de la vida.

Dos colosos se enfrentan mutuamente: el coloso de la Ley que, en tiempo de Jesús, mandaba, obligaba, tiranizaba a las personas en nombre de Dios y el coloso del hambre que, desde hace mucho tiempo, tiraniza a la humanidad.

según san Lucas 6, 1-5 

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos. 

No se podía frotar los granos de trigo en la mano para poder comerlos. Era un trabajo que no estaba permitido hacer en sábado

Unos fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». Respondiendo Jesús, les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? 

Jesús se rebela contra toda interpretación de la ley que va en contra de las personas.

Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él». 

Y les decía: «El Hijo del hombre es señor del sábado».


Si Dios es amor, todas las leyes que no sean vehículo o expresión del amor, están mal situadas. Donde el hombre pone leyes, Jesús pone amor. Y su testamento fue éste: “Amaos unos a otros como yo os he amado”

VIERNES

“ A vino nuevo, odres nuevos ”


En el Evangelio de hoy cuestiona el proceder de sus discípulos y los acusan de poco religiosos: “en cambio, los tuyos, a comer y a beber”, acusación, que también dirán mas tarde de Ntro Señor al compararlo con Juan Bautista. Jesús les dijo: “¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos?”,

según san Lucas 5, 33-39 

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber». 

Jesús les dijo: «¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? 

Jesús se compara a sí mismo con el Novio y a nosotros con los amigos del novio. “Permaneced en mí -dice el Señor- para que mi alegría este en vosotros, para que vuestra alegría llegue a plenitud”. Es toda una llamada a vivir en la presencia del Señor, a entrar en una nueva dinámica de dejar que lo haga todo nuevo, Dios hace nuevas todas las cosas, esa vida nueva del discípulo, del seguidor de Cristo.

Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días». 

Les dijo también una parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. 

Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán. 

La vida nueva que Dios nos ofrece requiere unos odres nuevos en nuestro corazón, necesitamos de la voluntad generosa para responder al amor que Dios nos tiene, con el espíritu nuevo de quien ha encontrado todo en el Señor, como quien ha descubierto en Él todo el sentido de la vida.

A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».

Siempre nos habían dicho que el camino para ir a Dios era el del sacrificio, el de la tristeza, el del ayuno, el de las penitencias. 

Pero Tú, rompes con todo eso y nos dices que el camino para ir a Dios es el camino del amor. Y el amor es gozo, plenitud, realización, libertad. Gracias, Señor, por esta manera tan positiva, tan fascinante, tan cautivadora que tienes para hablarnos de Dios y de su Reino.


JUEVES

“ Es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él ”



según san Lucas 5, 1-11 

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en ¡a orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

En el Evangelio de hoy se nos presenta el relato de la “pesca milagrosa”, vemos como muchos acudían para oír la palabra de Dios, también se nos narra la lamentable experiencia que tuvieron los discípulos de: “hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada”; la dureza del trabajo infructuoso, y como son invitados a confiar, a obedecer, a “remar mar adentro” y Simón Pedro le confiesa al Señor que “por tu palabra, echaré las redes”.

 Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». 


Toda la noche trabajando, sin éxito, pero por tí, lo vuelvo a intentar. Y fruto de esa confianza, se produce el milagro, cuantas veces el Señor antes de realizar una obra extraordinaria, siempre, pide a su interlocutor, su colaboración, “se haga según tu fe”, y obra el milagro.

Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. 

Lo único que me pides es que yo me fíe de Ti, como lo hizo Pedro. Muchas veces nos toca echar las redes al mar y no conseguimos absolutamente nada. Y viene el desánimo, la tristeza, la duda de si estaremos en la verdad. Lo que importa es echar las redes “en el nombre del Señor”. Y fiarnos plenamente de Ti, Jesús.

Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. 

Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». 

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. 

el que se llama a sí mismo pecador se trasforma en pescador de hombres. Solo desde Jesús, las cosas funcionan bien. Hacer las cosas “en su nombre” trae siempre noticias buenas: la pesca supera a todas las expectativas: su peso hace que se rompan hasta las redes. Así es el fruto de la fe para quien confía más en Dios y en su Palabra que en sus propias fuerzas:"en tu nombre, echaré las redes".

Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». 

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.


El Papa San Juan Pablo II, eligió como exhortación al termino del jubileo del año 2000 la invitación: “Duc in altum”, a remar mar adentro, confiando en la palabra y en la presencia vivificante de Jesús.

 “Remar mar adentro ¿para ir a dónde? La respuesta es clara: para ir al encuentro del hombre, misterio insondable; y para ir as los hombres, océano ilimitado. Esto es posible en una iglesia misionera, capaz de hablar a la gente y, sobre todo, capaz de llegar al corazón del hombre porque allí, en ese lugar intimo y sagrado, se realiza el encuentro salvífico con Cristo”.

MIÉRCOLES

“ Para eso me han enviado ”


El Evangelio de hoy nos presenta la curación de la suegra de Pedro. Vemos la petición realizada por los discípulos al Señor, le hacen participe de lo que necesitan, interceden p principal de Jesús en su vida pública. Con la predicación anuncia el reino de Dios, y con la curación demuestra que está cerca, que el reino de Dios está en medio de nosotros.

según san Lucas 4, 38-44

 En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella. El, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles. 


Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios».

 Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. 

Dice el Evangelio que la gente dio con Jesús e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Como quien encuentra un tesoro. O mejor, un talismán. Alguien que te cura la fiebre si te sube, o que expulsa los demonios si te agarran o te cura cualquier dolencia.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.

Lo primero que hacía Jesús, en una jornada cualquiera, era rezar. Con el estreno del primer rayo de luz, con el estreno de la brisa mañanera, estrenaba su diálogo amoroso con el Padre en un lugar solitario. Jesús, antes de comenzar la misión, incluso cuando “todos le buscan” necesita estrenar la ternura y el cariño de su Padre. No necesita ir al templo de Jerusalén, ni siquiera orientar su mirada al Templo, sino que “en el silencio”, “en la soledad”, siente una abrasadora cercanía de su Padre.

 La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos. 

Pero Jesús se resiste a dejarse encasillar, a dejarse encerrar. Porque su mensaje, su camino -maravillosamente evocado en la imagen que ilustra este comentario- no puede reducirse a un grupito, sino que tiene que llegar a todo el mundo.

Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea.

A Jesús todo el mundo le busca. Y ¿Por qué a nosotros nos buscan tan poco? La gente busca a Jesús porque “está lleno de Dios”. Jesús lleva algo especial. Se le nota en los ojos brillantes, en su palabra cercana, en su semblante fascinante. 

Tal vez debemos aprender algo importante: Lo primero de todo, antes de hacer cualquier cosa, la primera cita del día, la debemos tener con Dios.

La suegra de Pedro cuando se sintió curada se puso a Servir.porque el fin de la vida cristiana es eso...servir.

Que mi verdadero encuentro contigo Señor sea que mi vida cambie....que me olvide de mi y sirva a los demás. La vida espiritual se nota en la entrega a los demás y el estar atento a sus necesidades. 

MARTES

“ ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ”


La jornada en Cafarnaún empieza con una predicación en la que los coetáneos perciben autoridad, esto es, Jesús no se limita a reseñar renglones y rúbricas de enseñanzas tradicionales de escuelas rabínicas, sino que incorpora una nueva explicación.

según san Lucas 4, 31-37 

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad. 

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz: ¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? 

Sé quién eres: el Santo de Dios». 

Pero lo más sorprendente, a nuestros ojos, es que sea el endemoniado el que “revela” a Jesús como el Santo de Dios, es decir, el enviado del Padre.

Pero Jesús le increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!» Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño. 

El poder de Jesús confirma la autoridad de su enseñanza. Él no pronuncia solo palabras, sino que actúa. Así manifiesta el proyecto de Dios con las palabras y con el poder de las obras.

Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: «¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen». 

Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.


Señor, hoy en este evangelio, me sorprende que seas tan admirado. Tienes algo íntimo, profundo, inefable, misterioso para aquellas personas de tu pueblo. Y me pregunto, ¿por qué hoy, en nuestra cristiana Europa, ya no eres admirado, ni tenido en cuenta, y, en algunos casos, eres rechazado? Tú, Señor, eres el mismo. Pero nosotros, tus seguidores, somos distintos. No te seguimos con interés, con entusiasmo, con alegría, con convencimiento. Ayúdanos a cambiar.

LUNES

“ Hoy se cumple esta escritura ”



según san Lucas 4, 16-30

 En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. 

Jesús anuncia a sus paisanos de Nazaret su misión. Lo hace en la sinagoga, en la asamblea donde se lee la Escritura y los varones adultos comentan las enseñanzas contenidas en ella. Jesús las domina y hace un anuncio mesiánico para el que sus vecinos no están preparados.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. 

Le pasó a los nazarenos y nos pasa a nosotros, a menudo ensoñados con una vida eterna como una prórroga, un tiempo añadido a la vida terrena, sin darnos cuenta de que Jesús está leyendo la profecía de Isaías cada dia de nuestra existencia para recordarnos la misión: evangelizar a los pobres, libertar a los cautivos, devolverle la vista a los ciegos… 

Esa es nuestra misión. Ahora. El tiempo de Dios no admite demoras.

Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. 

Y decían: «¿No es el hijo de José?». Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». 

Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. 

Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán y el sirio».

 Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. 

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.




 DOMINGO

“ Estos mandatos son vuestra sabiduría ”


En esta controversia de Jesús con los fariseos y escribas que venían de Jerusalén, el propio Jesús les recuerda unas palabras del profeta Isaías:» Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí” (Is. 29,13). 

según san Marcos 7, 1-8a. 14-15. 21-23 

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). 

Cuando el corazón humano está cerca de Dios, nos convertimos en un jardín. Moisés estaba pastoreando el rebaño por el desierto y tuvo una gran visión: Una zarza que ardía sin consumirse. (Ex.3). Imagen sugerente, evocadora de un Dios que arde en llamaradas de amor, en llamaradas de felicidad, en llamaradas de vida. 

Ese fuego de amor es el que Jesús ha venido a traer a este mundo y quiere “que el mundo esté ardiendo” (Lc. 12,49). Los hombres y mujeres de este mundo necesitamos “arder por dentro” e irradiar amor, alegría, esperanza, ilusión, ganas de vivir. Por eso necesitamos tener el corazón “cerca de Dios”.

Y los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con las manos impuras?». 

El Dios-Amor sólo tiene palabras de amor. Si no puede hablar desde el amor, se calla. Y entonces desaparece la palabra de Dios. Y es precisamente entonces cuando aparece la palabrería humana: los falsos profetas, los hipócritas, los cultivadores de tradiciones humanas y de un culto vacío y viciado.

Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. 

El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». 

Una vez más Jesús nos recuerda que Dios no se fija en lo exterior al momento de juzgarnos; Él, que “ve en lo oculto” (Mt 6,6), mirará la pureza o impureza de nuestro corazón. A esa mirada nadie puede escapar… Pidámosle pues, al Señor que nos conceda un corazón puro como el de un niño (Cfr. Mt 18,4), de manera que de nuestro corazón no salga nada que pueda tornarnos impuros.

Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».


Hoy, día del Señor, acudamos a su Casa y supliquémosle: “Señor, dame un corazón puro que sea agradable a ti”.

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