SELVA DE IRATI
Puede que no nos equivoquemos al decir que casi tan famosa como San Fermín es nuestra queridísima Selva de Irati.
Con esta comparación no queremos insinuar que haya que elegir entre lo uno o la otra.
Ambos son motivos más que suficientes para visitar Navarra y ya se sabe que hay momentos para todo. Pero si lo que te pide el cuerpo es darte un enorme baño de naturaleza, disfrutar del silencio —ese silencio que, por suerte, en los bosques nunca es tal— y activar tus músculos, entonces lo que te está pidiendo a gritos es la Selva de Irati. Hazle caso, que tu cuerpo te conoce mejor que nadie.
¿QUÉ TIENE LA SELVA DE IRATI?
17.000 hectáreas de naturaleza salvaje.
Pueblos cercanos sacados de un cuento.
Actividades al aire libre en un entorno extraordinario.
Mucho se ha escrito sobre la Selva de Irati y su indiscutible belleza. Y es normal, ya que se trata uno de los hayedos-abetales más grandes y mejor conservados de Europa.
Un extenso bosque que, aunque se haya explotado forestalmente desde el S.XV, se conserva en plena forma gracias al respeto que le ha mostrado la ciudadanía de estos valles.
Hayas,
robles, abetos, abedules, sauces, helechos y musgos, entre otros, sirven de morada para ciervos, corzos, jabalíes y multitud de habitantes más, que aportan a este entorno una gran riqueza medioambiental.
Irati contiene una gran riqueza faunística, donde destacan los ciervos (Cervus elaphus),
cuyo celo o berrea puede disfrutarse en otoño, los corzos los oso pardo y los jabalíes.
También es común el lirón gris, la marta, la nutria, el desmán de los Pirineos y el musgaño patiblanco.
Ah, y que no se nos olviden los vecinos más pequeños, que la Selva de Irati es una Zona de Especial Protección de Avifauna y eso se nota, con pájaros carpinteros —para quienes la Selva de Irati es uno de sus últimos reductos—, pitos negros y picos dorsiblancos. Y también grandes rapaces como el quebrantahuesos, el halcón peregrino o el águila real.
Una gran familia en una gran morada.
Esta magnífica conservación y biodiversidad se debe también a las tres zonas protegidas de la Selva de Irati: las reservas naturales de Mendilatz y de Tristuibartea y la reserva integral de Lizardoia, que contribuyen a la buena salud del bosque.
Historia
El uso de la riqueza en las tierras de Irati ha provocado numerosos conflictos a lo largo de la historia. Los debates entre las coronas francesa y española comenzaron en el siglo XVI para definir las fronteras de Irati.
En el siglo XVI, los reyes de Francia y España se embarcaron en una deforestación desproporcionada, pidiendo leña para las embarcaciones, y la selva de Irati cobró especial importancia (ofrecían hermosos mástiles, entre los que se encontraban los esbeltos troncos de abeto de Irati).
Para transportar más fácilmente los troncos se bajaban flotando por los ríos. Estos no tenían mucho cauce en verano, así que, para solucionar el problema, se construyeron unas esclusas, como pequeñas presas, para provocar riadas controladas que bajasen los troncos.
Por entonces se construyeron talleres, serrerías, esclusas y hasta una casa cuartel para la defensa de las instalaciones, donde hoy se sitúan las Casas de Irati.
A finales del siglo XVI, el rey Carlos III de España anunció su intención de construir un gran almacén de armas en la ferrería de Orbaizeta. Había 7.593 ha, en su mayoría cubiertas de hayas y abetos. Fue de gran importancia económica en el siglo XIX.
Ernest Hemingway internacionalizó el bosque al describirlo así en su libro “The sun also rises” traducido bajo el nombre de "Fiesta". Siempre que me acuerdo de Irati se me ponen los pelos de punta. Recuerdo que venía justo cuando acababan las Fiestas (de San Fermín) para perderme en el bosque.Aquí, en el corazón del bosque, me quedo yo esperando a que Basajaun, el Señor del Bosque, venga a saludarme.
En la actualidad, se sigue aprovechando su madera (de modo selectivo y ordenado), la caza y los pastos, y sobre todo sus recursos para el ocio y el turismo, al que atrae su carácter de espacio natural privilegiado.1 Su excelente estado de conservación le valió su inclusión en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 2017 bajo la denominación Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa.
CASCADA DEL CUBO
evacuan las aguas del rio Urbeltza
Uno de los lugares más bellos de la selva de Irati.
Lo mejor de todo es que se llega a través de un cómodo sendero desde Casas de Irati, uno de los puntos más populares para echarse a andar en este bosque que es el segundo hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa, tras la Selva Negra de Alemania.
En el mapa, es una inmensa zona verde en el Pirineo oriental navarro, en la cabecera de los valles de Aezkoa y Salazar.
En el terreno, un bosque que en otoño se vuelve aún más mágico y que tiene muchos enclaves naturales que visitar. Tal vez esta cascada sea un otoño navarro concentrado: escuchar el agua saltar, notar el olor, mezcla de humedad, madera y hummus y ver el concierto cromático de la vegetación — hayas, abetos, olmos, sauces, robles, helechos—, todo en uno.
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