YA ES SEMANA SANTA

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domingo, 14 de septiembre de 2025

DOMINGO XXIV

JUEVES

 “ Junto a la cruz de Jesús estaba su madre ”


Señor, Tú has sido el único que has podido elegir a tu propia madre. Y, lógicamente, la has elegido como Dios: la más bella, la más dulce, la más tierna, la más bondadosa, la más amable, la más misericordiosa. Y, al elegirla, has roto todos nuestros esquemas. No has ido ni a la sabia Grecia ni a la opulenta Roma sino a una aldea insignificante, a Nazaret, a una mujer humilde y sencilla. ¡Tú la miraste! Y, desde entonces, ya no ha sucedido en este mundo nada más bello como esa mirada.

Ayer contemplábamos la cruz como señal inequívoca del amor de Dios a los hombres. Hoy la Iglesia contempla a "María iuxta crucen Jesu". Así María, es la primera que sufriendo con su Hijo moribundo en la cruz, cooperó de un modo absolutamente especial en la obra del Salvador.

según san Juan 19, 25-27 J

unto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. 

 Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: 

«Mujer, ahí tienes a tu hijo». 

María, mujer del dolor, madre de los vivientes, Virgen junto a la cruz, donde se consuma el amor y brota la vida nos acompaña en nuestro caminar, y junto al discípulo amado y en él a toda la Iglesia, nos propone la belleza de este estilo de discípulado no exento de encrucijadas de dolor pero lleno de una inmensa confianza y ternura en medio del misterio del dolor presente en el corazón de cada uno de nosotros.

 Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». 

 Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.



Que no se te escape este día sin hacer un alto y contemplar el misterio del dolor y del sufrimiento delante de la cruz.... con mirada de madre.


 DOMINGO

“ Dios no mandó su Hijo al mundo para condenarlo ”



del santo evangelio según san Juan 3, 13-17 

Esta frase, aunque breve, lo dice todo. Nos habla de un amor inmenso, un amor que no se queda en palabras, sino que se entrega. Dios no se quedó viendo desde lejos el sufrimiento del mundo, no se desentendió de nuestros pecados, nuestras heridas, nuestras luchas... Al contrario, envió a su propio Hijo, no para condenar, sino para salvar. No para castigar, sino para sanar. Y esto es algo que debemos recordar siempre: Dios no vino a aplastarnos con un juicio, sino a levantarnos con su misericordia.

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. 

 Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. 

Jesús también hace referencia a la historia de Moisés levantando la serpiente en el desierto. Era una historia que los judíos conocían bien: cuando el pueblo fue mordido por serpientes venenosas, Dios le dijo a Moisés que levantara una serpiente de bronce en un palo, y todo el que la mirara, se curaba. 

 Así también —dice Jesús— Él será levantado, en la cruz. Y todo el que lo mire, con fe, con confianza, encontrará la salvación. Porque mirar a Jesús crucificado no es solo ver un hombre sufriendo, es reconocer el amor más grande: el de quien da la vida por sus amigos.

 Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. 

 Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».

En este domingo, el Señor nos invita a levantar la mirada hacia Él. A no quedarnos atrapados en la culpa, el miedo o el dolor. Nos dice a cada uno y cada una de nosotros: “Yo estoy aquí, no para condenarte, sino para salvarte. Mírame, confía en mí, y vivirás.”


A veces, podemos tener una imagen de Dios equivocada, como si fuera un juez severo que está esperando que fallemos para castigarnos. Pero este Evangelio nos recuerda que el corazón de Dios es amor. Que Jesús vino a mostrarnos el rostro compasivo del Padre, un Dios que perdona, que espera, que nos da nuevas oportunidades.

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