LUNES
“ La Virgen concebirá y dará a luz un hijo ”
del santo evangelio según san Mateo 1, 1-16.18-23
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
DOMINGO
“ Calcular y deliberar ”
No le convencen a Jesús los seguimientos multitudinarios; seguimientos como los que se daban entre nosotros hace unas décadas. El Señor prefiere el de unos pocos que, a pesar de sus caídas, puedan decir como Pedro: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Unos pocos para quienes Él sea lo más importante de sus vidas, como para cualquier papá o mamá la vida del bebé es más importante que la suya propia.
según San Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Como es posible que Dios diga esto si lo primero para nosotros son nuestros seres queridos.
Que nos dice el Señor? Nos quiere decir que nunca a Dios se le pospone.....se le tiene en el centro y después se amará más a todo los que nos rodean. Si el amor se basa en el sentimentalismo se rompe pronto. El amor nace de Dios y nunca de nosotros.
Posponer es deja a un lado a Dios y esto es lo que esta pasando actualmente y tenemos que poner a Dios en el centro.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Todos tenemos nuestras cruces
La cruz. La suya y la nuestra. Desde la cruz de los pequeños sacrificios cotidianos hasta, si necesario, la del martirio. Hoy Jesús, poco contento con el seguimiento poco fiable de tanta gente, se muestra especialmente exigente. Nos ordena poner en el altar de las ofrendas, como hizo Abrahán con su hijo Isaac, todo aquello que más queremos: desde los bienes materiales hasta las relaciones afectivas…
Quien descubre el tesoro escondido es capaz de hacerlo. Quien no lo descubre acabará abandonando el seguimiento, como vemos en el Evangelio de Juan: Desde entonces muchos de sus discípulos se echaron atrás y ya no andaban con Él (Jn 6, 66).
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”
Para que entendamos bien sus radicales exigencias, Jesús añade las parábolas de la torre y de la batalla. Quienes seguimos a Jesús desde niños, y lo hacemos sencillamente porque eso hacía todo el mundo, tenemos que detenernos, sentarnos y sopesar si continuamos o no por ese camino. El seguimiento tiene que ser una opción lúcida y personal, independiente del entorno en que me muevo..
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
“Seguir” es, lanzarse, arriesgarse pues Dios no exige solamente un comportamiento exterior, sino del corazón del hombre. No quiere solamente buenos frutos, si no también un buen árbol.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Seguir a Jesús es dejar la casa donde vivimos. Quizá no en el sentido físico o geográfico sino en el sentido afectivo. Dejar ese lugar mental donde nos sentimos seguros, donde ya tenemos respuestas para todo. Seguir a Jesús es salir a la intemperie, dejarnos afectar por lo que piensan, sienten y sufren nuestros hermanos, los hombres y mujeres de este mundo.
En definitiva, Jesús nos muestra el camino y nos enseña que sólo dejándolo todo podremos encontrarnos con la verdadera vida y la auténtica felicidad: Dios.
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