DOMINGO XXVI
DOMINGO XXV
UNA VENTANA ABIERTA AL ARTE RELIGIOSO,FIESTAS, TRADICIONES,SEMANA SANTA Y MÁS COSAS RELACIONADAS CON MI PUEBLO,SIRUELA.PARA QUE MIS HIJOS Y SOBRINOS SIEMPRE LO RECUERDEN Y DEDICADA AL COFRADE DE LA FAMILIA, HERMANA, AMIGOS Y VECINOS.
DOMINGO XXVI
DOMINGO XXV
SÁBADO
“ El Hijo del hombre va a ser entregado ”
A la admiración por lo que hacía, los milagros, Jesús contrapone sus palabras, que son también fuente de vida y de verdad, y lo que nos dice no está en contradicción con lo que hacía, el bien. Pero nosotros preferimos quedarnos con los milagros, y olvidarnos de Su Palabra de vida, que, no obstante, pasa por la cruz y el sufrimiento.
según san Lucas 9,43b-45
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacia, Jesús dijo a sus discípulos: «Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
La cruz humanamente no se entiende. Sólo se puede vislumbrar desde “el amor desmedido” como le pasó a Jesús. Para una persona que ama poco, todo le parece mucho; pero para una persona que ama mucho, todo le parece poco.
A Jesús le pareció poco el haberse encarnado, el haber pasado por la vida “como uno más, como uno de tantos”; le pareció poco todo lo que tuvo que padecer en su pasión.
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido.
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.
Señor, abre nuestra mente y nuestro corazón para acoger y entender tu Palabra. Haznos dóciles para seguir fielmente tu camino. Fortalece nuestra voluntad para vencer todos los obstáculos y dificultades que nos impidan hacer tu voluntad. Ayúdanos a sumergirnos en nuestro “Reino interior” en el que Tú habitas, nos defiendes y nos libras del mal.
VIERNES
“ Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo? ”
según san Lucas 9,18-22
Jesús estaba orando…”, Lucas siempre alude a la oración en los momentos importantes de la vida de Jesús.
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro y los demás Apóstoles, a diferencia de la mayor parte de la gente, creen que Jesús no es sólo un gran maestro o un profeta, sino mucho más. Tienen fe: creen que en él está presente y actúa Dios
Pedro respondió: «El Mesías de Dios».
Jesús no vino a enseñarnos una filosofía, sino a mostrarnos una senda; más aún, la senda que conduce a la vida. Esta senda es el amor, que es la expresión de la verdadera fe. Si uno ama al prójimo con corazón puro y generoso, quiere decir que conoce verdaderamente a Dios.
En cambio, si alguien dice que tiene fe, pero no ama a los hermanos, no es un verdadero creyente. Dios no habita en él.
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
¿quién es Jesús por el que yo me comprometo? El Evangelio de hoy responde con el anuncio de la pasión: Jesús es el hombre nuevo, totalmente entregado a la voluntad del Padre.
JUEVES
“ ¿Quién es este?
según san Lucas 9, 7-9
Después de ser bautizado por Juan el Bautista, después de rodearse de un pequeño grupo de amigos, se dio a proclamar el evangelio del Reino de Dios, su buena noticia. El predicador Jesús, pronto empezó a tener fama.
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Sus oyentes se dieron cuenta de que no era como los otros predicadores, sus palabras sonaban de manera distinta, hacía curaciones, trataba con amor especial a los pobres, a los afligidos, prometía un camino que llevaba a la alegría en esta tierra
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?». Y tenía ganas de verlo.
Pero sabemos que quería verlo por mera curiosidad o por el temor a que este nuevo profeta le pudiese echar en cara la muerte de Juan.
La pregunta para nosotros, que ya hemos visto a Jesús y le hemos metido en nuestra vida, es si queremos permanecer a su lado, en su amistad, porque ya hemos experimentado que su camino lleva a la vida y vida en abundancia.
MIÉRCOLES
“ Proclamad que el Señor es grande ”
según san Lucas (9,1-6)
En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Jesús comparte poderes y autoridad con los Doce y con todo creyente, porque el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún (Jn 14, 12). El ser discípulo de Jesús, gracias al don de la fe, además de ser un honor y un privilegio, es un servicio a la humanidad.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Los quiere ligeros.
Incluso en este evangelio de Lucas se quita el bastón, lo único que aparece en el evangelio de Marcos (6,8). Lo más probable es que Jesús les dejara un bastón para defenderse de las fieras del camino. Cuando San Lucas lo quita, significa que ya en las comunidades primitivas el bastón comenzaron a interpretarlo como símbolo de poder.
Quedaos en la ca.sa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
Nosotros seremos rechazados; incluso puede que hasta sean perseguidos, como los discípulos. Pero esto no les tiene que impresionar: deben hablar en nombre de Jesús y predicar el Reino de Dios, sin preocuparse de tener éxito. El éxito se lo dejan a Dios.
MARTES
“ Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica ”
san Lucas 8, 19-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte".
Él respondió diciéndoles: "Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen".
No basta con oír, es necesario escuchar. El oír es cosa de los oídos, el escuchar es cosa del corazón. Escuchamos la Palabra. Con mayúscula, porque la Palabra no es algo, sino Alguien
Somos su madre y sus hermanos si escuchamos la Palabra y la cumplimos. Comenzando por lo más esencial: Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 13, 34). Esto nos hace miembros de la gran familia de Dios, unidos por lazos más fuertes que los de la sangre. Es una gran bendición el haber nacido en una familia cristiana; pero es mucho mayor la bendición de la nueva familia formada por hermanos de todo tiempo y de todo lugar. Con María de Nazaret como madre de todos, porque nadie como ella ha escuchado la Palabra de Dios y la ha guardado.
LUNES
“ Nada hay oculto que no llegue a descubrirse ”
según san Lucas 8,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.
La lámpara de la fe lo ilumina todo con la gozosa certeza del amor infinito y gratuito de Dios. Así es cómo la vida adquiere sentido y brilla la esperanza. Esta lámpara nos ha sido dada, no para esconderla en lo interior y disfrutarla nosotros solos, sino para iluminar a los demás. Esta lámpara, esta fe, si no es misionera, ni es lámpara ni es fe.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público. Mirad, pues, cómo oís. pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».
Cuanto más comparto la luz de la lámpara, más crece esa luz. Por eso es muy cierto que al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener. Al que comparte, se le da más; adquiere una mayor receptividad y una percepción más fina. En cambio, el timorato que se guarda su talento, acaba perdiéndolo.
DOMINGO
“ Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos ”
según San Marcos 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Caminan solos por los caminos de Galilea. Jesús no quiere distracciones; lo que va a decirles es de la mayor importancia. Se trata del camino que debe recorrer Él, y también todos sus seguidores. No es ésta la primera vez que les habla en privado de su muerte y resurrección; tampoco será la última.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Todos , los discípulos también, podemos estar tan ocupados con lo nuestro, que lo de los demás nos resbala. Los sueños de grandeza que dominan a aquellos discípulos les hacen impermeables a las palabras de Jesús. Piensan que Jesús les va a aportar poder y dignidad. En cuanto Jesús deja de hablar y se alejan de Él unos metros, se ponen a discutir sobre quién de ellos es el más importante.
Un comportamiento tan ridículo de los discípulos no deja de ser consolador para nosotros, porque todos participamos de parecidos sueños de prestigio y honor.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Más consolador aún es el comportamiento de Jesús hacia ellos. Reacciona con tanta paciencia y con tanto cariño.
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado»
Un niño maestro de vida. Se nos pide que, como el niño, no pretendamos sobresalir. Los seguidores de Jesús debemos perder miedo a la insignificancia. Debemos amar nuestra insignificancia. Debemos aprender, como el niño, a abrir los ojos a la belleza, a la bondad, a la vida; a ser felices con pocas cosas.
santo Evangelio según san Lucas (9, 18-22)
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?».
Pregunta decisiva la que hace hoy Jesús y según respondamos sabremos qué tipo de creyente somos.
Pedro respondió muy bien:"Tú eres el Mesías de Dios".
Pero con ello no queda todo resuelto, ya que la fe no se limita a una adhesión intelectual, sino que debe suscitar un compromiso personal.
Entonces ¿quién es Jesus por el que yo me comprometo?
El Evangelio de hoy responde con el anuncio de la pasión: Jesús es el hombre nuevo, totalmente entregado a la voluntad del Padre. Es la CRUZ la que suprime todos los malos entendidos. Nosotros creemos en un MESÍAS CRUCIFICADO. La cruz no es un incidente en la vida de Jesus, es algo querido, estaba previsto en los planes de Dios.
La presencia de Dios se manifiesta en el camino de la cruz, es decir, en la entrega de sí mismo, en el rechazo de toda imposición, en el amor que acepta ser contradicho y aparentemente derrotado. Y aquí radica la novedad de Cristo: en la entrega de si mismo que no se echa atrás ni siquiera frente a la muerte, donde está encerrada la victoria de Dios.
Esta es la sabiduría del corazón y esta es la novedad que puede cambiar nuestras vidas: "es dando como se recibe, y es muriendo como se resucita a la vida eterna'
evangelio según san Lucas (9,1-6)
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
"Los envió a proclamar el Reino de Dios". Desde su nacimiento la Iglesia está hecha para el anuncio.
La Iglesia, cada uno de nosotros, somos misioneros por naturaleza. Jesús nos envía para hacer lo que él hacía: predicar la conversión, expulsar males y curar enfermos.
Hoy se nos presenta el primero de estos fragmentos, correspondiente a la Misión de los Doce; ellos deben ir por toda Galilea para, con su misión, compartir la naturaleza de la misión de su Maestro presentada en los capítulos 7 y 8, donde quedó claro que el mensaje del Reino de Jesús se dirige a hombres y mujeres y rompe los límites de lo puro e impuro; para ello les da poder y autoridad para proclamar el Reino, expulsar demonios y sanar enfermos.
Me pediste no llevar alforja, ni bastón, ni pan, ni dinero. Me pediste no aferrarme a las cosas de este mundo. No hacer de ellas mis dioses. No convertirlas a ellas en mis respuestas. Hoy miro mi vida una vez más. ¿Cuáles son mis seguridades?, ¿qué es lo que persigo?, ¿por qué me descubro una y otra vez lejos de ti? Busco mi felicidad, busco mi seguridad en mi trabajo, en mis pertenencias… incluso en personas…
NOSOTROS
La Iglesia, cada uno de nosotros, somos misioneros por naturaleza. Jesús nos envía para hacer lo que él hacía: predicar la conversión, expulsar males y curar enfermos. ¡Cómo ha cambiado la historia en este hoy nuestro!
¿Me siento enviado (a) por Jesús?
¿Cómo llevo adelante la misión del Señor?
del santo evangelio según san Lucas 8, 19-21
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces lo avisaron: "Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte". Él respondió diciéndoles: "Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen".
santo evangelio según san Lucas 8,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Jesús nos habla de la necesidad de iluminar y de la necesidad de encender la lámpara.
El discípulo no alumbra con su propia luz, sino con la única luz que viene de Cristo. Si lo hace de manera diferente, sentirá la tentación de confundir sus propias ideas y sus propios gustos y sus propias opciones con las de Cristo.
En un tiempo oscuro y plomizo, la fe cristiana ilumina la vida con la luz de la esperanza, que conviene colocar en la entrada para que los de fuera puedan ver cuando entren. La luz no es nada en sí, sino la condición indispensable para poder ver lo que hay alrededor.
Por eso cada día necesitamos encender nuestra lámpara con la luz de Cristo, con su Palabra. Es su luz y no la mía la que ilumina al mundo. Es fácil caer en la tentación de escuchar la Palabra por miedo o vergüenza solo para nuestro provecho, la Palabra como la luz es pública y visible, esconderla es un modo de hacerla morir.
Hay que iluminar pero no sólo de palabra sino con la vida. Iluminamos cuando mi vida refleja, lo menos lejos posible, el modo de ser, de pensar y de hablar de Jesús.
¡Seamos luz! ¡Acortemos distancia!
Y Jesús exhorta a sus seguidores a que sean luz para iluminar la realidad -opaca y llena de claroscuros- con la luz esplendente de la esperanza en la vida eterna.
Las velas encendidas sobre el altar cada vez que se celebra la misa nos recuerdan precisamente que Jesús, cabeza de la Iglesia, es luz del mundo y nosotros, su cuerpo místico, estamos obligados a reflejarla para bien de los que viven en tinieblas.
Señor, que aprenda a ser luz en medio del mundo.
santo evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió.
santo Evangelio según san Lucas (8,1-3)
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades
¡Qué hermosa expresión: "los que ACOMPAÑAN A JESÚS"!
En el Nuevo Testamento esta expresión se utiliza sólo para designar a los que dieron su existencia a Jesús. Acompañar a Jesús es vivir, pasar el tiempo con El; es familiarizarse con El hasta el punto de presentir su manera de concebir las cosas, sus reacciones, conocer sus gustos y sus temas favoritos.
Acompañar a Jesús es hacer suyo su proyecto, asumir como programa de vida el Evangelio.
Pidamos a Dios Padre su Espíritu para que seamos los compañeros fieles de Jesús, como lo fueron estas mujeres y continuemos su proyecto de vida con el ejemplo de la nuestra.
El evangelista se encarga de puntualizar el nombre de las mujeres que acompañaban a Jesús por los caminos de Galilea y Judea. Es un hecho muy significativo, porque en la cultura del momento, a las mujeres sólo se las tenía en cuenta cuando estaban bajo la autoridad de un varón.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7, 11-17)
Poco tiempo después iba camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda;
La Impresión de las llagas de San Francisco de Asís.
Conmemora hoy toda la iglesia el VIII centenario de la Impresión de las llagas de San Francisco de Asís.
Según la tradición franciscana este hecho real ocurrió el día 14 de septiembre, como ese día se celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, la festividad se traslada al día de hoy.
La impresión o estigmatización, signo de unión con Cristo, se ha manifestado en muchos santos y beatos de la Iglesia Católica, siendo el primero y más famoso, el caso de San Francisco y el último reconocido, el de uno de sus hijos: San Pío de Pietrelcina. En San Francisco se da cuando parece que todos sus proyectos habían fracasado y cuando se encontraba más solo y abandonado que nunca. La estigmatización lo martiriza, pero lo reconforta y fortalece a su Orden. Era una experiencia de alegría y de dolor. Era una gracia inmensa, pero al mismo tiempo, un terrible sufrimiento para un hombre físicamente débil, debido a las privaciones y a las enfermedades.
San Francisco tenía cuarenta y dos años de edad, cuando después de haber llevado una vida de plena dedicación a su Orden, a la predicación por Italia y fuera de ella, al servicio de Dios, los pobres y la Iglesia, cuando solo le quedaban dos años de vida y su cuerpo estaba más débil por los ayunos y las diversas enfermedades que había padecido, estando en el Monte Alverna, en el valle del Casentino, en la mañana del día 14 de septiembre del año 1224, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, mientras celebraba la llamada “Cuaresma de San Miguel”, ayunando y participando íntimamente en la contemplación de la Pasión de Cristo con quién estaba completamente identificado, se le apareció el mismísimo Cristo en forma de serafín alado y le gravó en sus pies, manos y costado los sagrados estigmas de la Pasión.
Era el broche final, la culminación de la intensa vida espiritual y de la estrecha unión que siempre había existido entre Cristo y Francisco. Había recibido un don visible de una gracia invisible que él vivía con toda intensidad: Festividad de la Santa Cruz, Cristo crucificado y Francisco estigmatizado, todo, íntimamente unido. Testigo: el beato hermano León de Marignano, amigo, confesor y confidente de San Francisco. Grabados con caracteres de sangre le aparecieron orificios visibles en las manos y en los pies, con forma de clavos de cabeza redonda, negruzco en las palmas de las manos y en el empeine de los pies y con punta doblada, remachada, en el dorso, así como una herida rosada y sanguinolenta en el costado. Era la primera vez que en la historia de la Iglesia Católica se realizaba el milagro de la estigmatización.
Este hecho milagroso está muy bien documentado, no sólo por los escritos del Beato Tomás de Celano y de San Buenaventura, sino por los numerosos testimonios anteriores y posteriores a la muerte del santo y por multitud de documentos de la propia Iglesia, el primero de los cuales fue la enérgica defensa que de este milagro hizo el mismísimo Papa Gregorio IX en el 1237 y otros Papas del mismo siglo XIII. La Iglesia lo reconoció oficial y litúrgicamente en repetidas ocasiones a lo largo de los siglos XIV al XVII.
San Francisco descendió del monte visiblemente transformado y muy dolorido y se marchó a Asís para continuar su doloroso calvario hasta el día de su muerte, cada vez más agotado y casi ciego.
CONVENTO DE ALVERNA
El Monte Alverna fue su Monte Calvario y los dos años que le restaban de vida, fueron su Vía Dolorosa.
Pero aun así, hecho un guiñapo humano, no le faltaron las fuerzas para continuar con su obra apostólica ni incluso sus visiones e inspiraciones que le llevaron a escribir en ese tiempo el hermoso “Cántico del hermano Sol”. Era cuidado por cuatro de sus primeros compañeros y entre ellos, el más íntimo, el hermano León que era el que le cambiaba las vendas empapadas en sangre y le ayudaba a mantener en secreto este prodigio.
Entrada a la capilla de la Impresión de la llagas.
En la corte papal de Rieti intentaron cauterizarle los ojos para curarle la ceguera, pero sin posibilidad de cura alguna, a través de Siena y Cortona, llegó de nuevo a Asís completamente extenuado. Lo hospitalizaron por espacio de dos meses en el palacio episcopal, dictó su testamento a los hermanos y solicitó lo llevaran a su queridísima iglesia de la Porciúncula, donde bendijo a sus frailes, le cantó a la hermana muerte corporal y puesto sobre la tierra y rezando el salmo 141, a las siete de la tarde del sábado 3 de octubre de 1226, voló directamente al Cielo.
Hábito de San Francisco. Convento franciscano del Alverna.
ORACIÓN DE LA MAÑANA SEGUNDO TIEMPOO ORDINARIO
ORACION DE LA MAÑANA
En el silencio de la mañana cuando la aurora anuncia el día, mil avecillas lanzan sus trinos como alabanza al Creador.
Madre Inmaculada ruega por nosotros no nos abandones solo en Ti esperamos haz que hoy tus hijos te veneren y como un tesoro conserven tu devoción-
A Ti Madre que siempre escuchas. a Ti Madre que siempre estas ahí, a Ti Madre que siempre cumples la voluntad de Dios dame un día tranquilo y que nunca me canse, nunca, nunca de alabar al Creador,
Así sea.
Siempre es necesario un camino para no perderse y un horizonte en el que clavar mis ojos, tu Madre eres mi camino como signo de consuelo y de firme esperanza.
Desde mi casa, en un atardecer cualquiera, me ayude a comprende que tenemos por dentro la fuerza del Espíritu Santo y que, cuando uno se deja llevar por Él, irradia por fuera lo que por dentro posee.
Se va...pero nosotros nos quedamos a pie d oe asfalto. ¿Qué estamos dispuestos hacer?
Me toca ser luz en el camino. No soy la luz,l. Mpero en mis manos, la llevo. No soy la sal, pero con mis obras, puedo salar muchas situaciones de la vida.
A tus pies Madre pongo mi día de hoy, te acuerdas Madres cuántas veces a tus pies rezaba... me alejé de Ti... y no te cansaste de esperar.
CONSAGRACIÓN 2022... RENOVACION
Madre, mi plegaria es oración
Te ofrezco Madre lo más bello y mejor que hay en mi corazón.
Siento Señor, que habitas en mi ser que tu vida en mi siento vibrar que de ti dependo como un niño que soy una gota en tu inmenso mar. Espiritu Santo infunde en mi corazón los dones de
Oración al Santísimo Sacramento
¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario!
¡Qué bien se está contigo! ¿Por qué no vendré más?
Hace ya muchos años que vengo aquí a diario
y aquí te encuentro siempre, Amor Solitario,
solo, pobre, escondido, pensando en mí quizás.
Tú no me dices nada ni yo te digo nada;
si Tú lo sabes todo, ¿qué voy a decirte?
Sabes todas mis penas, todas mis alegrías,
sabes que vengo a verte con las manos vacías
y que no tengo nada que te pueda servir.
Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo.
¿Será, Señor, que nadie sabe que estás aquí?
No sé, pero sé, en cambio, que aunque nadie viniera,
aunque nadie te amara ni te lo agradeciera,
aquí estarías siempre esperándome a mí.
¿Por qué no vendré más? ¡Qué ciego estoy, qué ciego!
Si sé por experiencia que cuando a Ti me llego
siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor.
¿Adónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo?
¡Si Tú me esperas siempre! Si a Ti siempre te tengo,
si jamás me has cerrado las puertas de tu Amor.
¿Por qué no vendré más si sé que aquí, a tu lado,
puedo encontrar, Dios mío, lo que tanto he buscado.
Mi luz, mi fortaleza, mi paz, mi único bien?
Si jamás he sufrido, si jamás he llorado,
Señor, sin que conmigo llorases Tú también!
¿Por qué no vendré más, Jesús?
¡Si Tú lo estás deseando, si yo lo necesito!
Si sé que no soy nada cuando no vengo aquí.
Si aquí me enseñarás la ciencia de los santos
como aquí la buscaron y la aprendieron tantos,
que fueron tus amigos y gozan ya de Ti.
¿Por qué no vendré más, si sé yo
que Tú eres el modelo único y necesario
que nada se hace duro mirándote a Ti aquí?
El Sagrario es la celda donde estás encerrado.
¡Qué pobre, qué obediente, qué manso, qué callado,
¡Qué solo, qué escondido... nadie se fija en Ti!
¿Por qué no vendré más? ¡Oh, Bondad infinita!
Riqueza inestimable que nada necesita,
y que te has humillado a mendigar mi amor.
Ábreme ya esa puerta, sea ésa ya mi vida,
olvidado de todos, de todos escondida,
¡Qué bien se está contigo, qué bien se está, Señor!
Amén