YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 11 de agosto de 2023

SEMANA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

 SÁBADO

“ Nada os sería imposible ”



según san Mateo 17, 14-20 

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre que, de rodillas, le dijo: «Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. 

Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo». 

 Jesús tomó la palabra y dijo: «¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo». 

 Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño. 

 Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: «¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?». 

 Les contestó: «Por vuestra poca fe.

La fe, como un grano de mostaza, es la de aquellos que se sienten pobres y pequeños, y ante las dificultades y adversidades, del camino de la vida, se ponen con toda confianza en las manos del Señor.

 En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. 

La escena evangélica nos presenta a un padre intercediendo por su hijo, se lo ha llevado a los discípulos y no han sido capaces de curarlo. El Señor pone la razón de su fracaso en su poca fe. Nada seria imposible para el que cree.

Nada os sería imposible».


Dios quiere que nos fiemos plenamente de Él, que sintamos en carne viva los problemas de la gente, que cambiemos de vida y nos convirtamos al Evangelio. 

No se trata de mover montañas de tierra sino creer en la fuerza del evangelio para mover montañas de prejuicios y dificultades a la hora de implantar en el corazón de las personas los criterios del Evangelio.

 Con el evangelio en las manos o en los labios, no podemos hacer mucho. Con el evangelio en el corazón, hecho vida y experiencia, tenemos la mejor levadura para transformar este mundo.


VIERNES

“ El que quiera seguirme que cargue con su cruz ”


según san Mateo 16, 24-28 

Jesús, que acaba de confesarles el padecimiento que le aguarda en Jerusalén, introduce a los suyos en una didáctica del sufrimiento.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. 

Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. 

¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? 

Puesto que no podemos eliminarlo (qué mayor sufrimiento aguarda a todos y cada uno de nosotros que perder la vida), lo que propone aquí Jesús es entregar la vida voluntariamente,

Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. 

En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre en su reino».

Sabemos mucho de ganar el mundo, de conquistar las cumbres de la fama, el reconocimiento o el bien vivir, pero no sabemos nada de ganar el alma. Y hacemos muy poco por saberlo. Quizá porque se nos ha olvidado y no encontramos quién nos lo recuerde, convencidos de que la fe es una muleta para nuestro crecimiento personal o nuestra realización individual en vez de una escalera hacia la vida eterna.

JUEVES

“ La alegría de la entrega a Dios y al prójimo ”


En el Evangelio de hoy, el Señor utiliza el ejemplo del grano de trigo y nos dice que para dar fruto es necesario pasar por la muerte. Se nos habla de la muerte como generadora de vida. 

Dar la propia vida es condición para la fecundidad, es la suprema medida del amor. La vida es fruto del amor y no brota si el amor no es pleno, si no llega al don total. Amar es darlo todo, entregarlo todo, sin escatimar nada; hasta desaparecer. 

El Señor hace realidad esta palabra porque va a entregarse por los demás. Y esto no es un fracaso, todo lo contrario, es la victoria del amor sobre el mal.

según san Juan 12, 24-26 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. 

 El que ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. 

El que quiere servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sierva, el Padre lo honrará».


«El que se ama a sí mismo pierde su vida, pero el que ofrece su vida por los demás la salvará.». El temor a perder la vida nos hace caer en el egoísmo, nos encierra en la búsqueda de nuestros intereses, nos genera muchos miedos, es el gran obstáculo al compromiso por los demás . Sin embargo, el que ofrece su vida por los demás, ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha por la vida, la dignidad y la libertad, intenta hacer del día a día una entrega por amor.

MIERCOLES

“ Las que estaban preparadas entraron ”



«El Evangelio de hoy es una célebre palabra, que habla de diez jóvenes invitadas a una fiesta de bodas, símbolo del Reino de los cielos, de la vida eterna. Es una imagen feliz, con la que sin embargo Jesús enseña una verdad que nos hace cuestionarnos; de hecho, de aquellas diez chicas: cinco entran en la fiesta, porque, a la llegada del esposo, tienen aceite para encender sus lámparas; mientras que las otras cinco se quedan fuera, porque, tontas, no han llevado aceite.

según san Mateo 25,1-13 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. 

Llega la hora final, el Esposo se aproxima y las vírgenes aguardan el momento del encuentro definitivo para mirar cara a cara a quien han tenido en el corazón todo el tiempo. Pero ya no hay tiempo para más.

Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 

A medianoche se oyó una voz: - ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!. Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. 

Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". 

Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os compréis". 

 Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, y se cerró la puerta. 

Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". 

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".


Hoy, Señor, quiero iluminar la lámpara de mi vida con la tuya. “Quiero que tu luz me deje ver la luz” (Sal. 36,9). 

 La lámpara de mi vida con frecuencia se apaga, si no se deja iluminar por tu Luz. Yo no puedo presumir de ser astro con luz propia; pero no me importa con tal de ser iluminado por Ti, mi Sol, que alumbras siempre y nunca te apagas.


MARTES

¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra?

El Señor perdonó todo tipo de pecadores: a los ladrones, a los mentirosos, a las prostitutas. Pero no pudo con los fariseos, los que se creían mejores que los demás, los que se apoyaban en sus obras para comprar el cielo, los que se justificaban a sí mismos.

Evangelio: Mateo 15, 1-2. 10-14 

 Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen: ¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos a la hora de comer. 

El fariseo se presenta a decirle a Dios lo bueno que es y consigue hacer la oración más estúpida de toda la Biblia: “Gracias, Señor, porque yo no soy como los demás”

Luego llamó a la gente y les dijo: Oíd y entended. No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre. 

Entonces se acercan los discípulos y le dicen: ¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra? 

Él les respondió: Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz.

 Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.



A Dios se puede ir de dos maneras: por las malas, (como el fariseo) en plan de exigencia o por las buenas, (como el publicano) en plan de indigencia. No es cuestión de “puños cerrados” sino de “manos abiertas”.


LUNES

“ ¿Quién es este, que hasta el mar y el viento le obedecen? ”



según san Mateo 14, 22-36 

Después que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. 

 Y después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. 

Comienza retirándose a solas a orar, no solo nos enseña con la palabra sino que su obrar también nos esta mostrando lo que es importante y esencial, no podemos vivir sin la oración, no podemos seguirle sin el encuentro intimo con Él.

 Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. 

A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. 

Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡ Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! ».

 Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua». Él le dijo: «Ven». 

Ese “ven” con el que el Señor atrae hacia sí a Pedro obtiene una respuesta inmediata y sin vacilaciones por parte del discípulo, que arrostra el riesgo de caminar sobre las aguas sin aparente miedo.

 Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». 

Sólo cuando dudamos, cuando vacilamos en nuestra experiencia de encuentro con el Señor, sentimos el vértigo de estar haciendo algo que supera nuestras fuerzas y esa vacilación es la que nos hace caer.

 Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?». 

 En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios». 

 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron a todos los enfermos. 

 Le pedían tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.



 Necesitamos de Cristo como Pedro cuando siente que se hunde. Ese grito de “Señor, sálvame” es el mismo que pronunciamos cualquiera de nosotros cuando nos damos cuenta de que, sin Dios, nada podemos y que necesitamos de su misericordia para sobreponernos a las limitaciones.

DOMINGO

“ Este es mi Hijo amado, escuchadle ”



, Jesús se trasfigura en la montaña, mostrando su gloria a los discípulos como anticipo de la resurrección.

Evangelio según San Mateo 17,1-9 

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. 

 Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 

 De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. 

La aparición de Moisés y Elías, representantes de la Ley y los Profetas, manifiesta que Jesús es la nueva y definitiva revelación,

 Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: 

«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». 

 Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo». 

La voz de Dios, que, al igual que en el Bautismo, identifica a Jesús como su Hijo y pide que se le escuche.

 Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». 

 Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. 

 Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

Los discípulos han de seguir el camino de Jesús hasta el momento de su resurrección, cuando será posible entender el significado pleno de su vida entregada y las implicaciones para su fe y su misión.


¿Qué hacía de Jesús un hombre transfigurado? Y ¿en qué se notaba? Según los datos que nos aportan las narraciones evangélicas, lo que mostraba a Jesús como un hombre transfigurado era su bondad, su compasión, su autenticidad, su integridad y coherencia, su libertad, su vivencia de Dios”

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