YA ES SEMANA SANTA

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viernes, 4 de agosto de 2023

SEMANA XVII DEL TIEMPO ORDINARIO

 

SÁBADO

“ Ese es Juan Bautista ”



En el Evangelio de hoy, se nos presenta el martirio de S. Juan Bautista, no murió por la edad, ni por enfermedad, fue un testigo excepcional del Señor, por preferir la verdad y proclamar valientemente la ley de Dios que ceder ante las presiones de los mandamases, dícese Herodes y sus enemigos

san Mateo 14,1-12 

En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos: «Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él». 

 Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. 

Prefirió agradar a Dios aunque lo tacharan de extraño o de retrogrado

Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. 

San Beda, monje del siglo IX, en sus homilías dice así: “San Juan dio su vida por Cristo, aunque no se le ordenó negar a Jesucristo; sólo se le ordenó callar la verdad”. Así, al no callar la verdad, murió por Cristo, que es la Verdad. Precisamente por el amor a la Verdad no admitió componendas y no tuvo miedo de dirigir palabras fuertes a quien había perdido el camino de Dios…

 Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». 

Podría parecer que perdió la batalla le cortaron la cabeza, sin embargo nos enseña que la aparente derrota que nos puede venir por intentar vivir conforme al Evangelio, da paso al verdadero triunfo, al que nos alcanza el premio en el cielo

 El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. 

 Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.




Así estamos llamados a vivir nosotros, como Juan el Bautista, seguros en el Señor, confiados en Él, pendientes más de su juicio que el de los hombres.

VIERNES

“ El Reino de Dios requiere abrir mente y corazón ”


Jesús predica en su pueblo, donde ha pasado la infancia y la vida oculta, y sus paisanos pasan del asombro a la estupefacción. Porque se les hace tan maravilloso lo que están escuchando de la explicación de la Escritura que no les cabe en la cabeza que sea obra de Jesús, hijo de José, el que nació de la desposada María, y que todo el tiempo se ha ganado el pan con el sudor de su frente haciendo obras menores, también de carpintería.

según san Mateo 13,54-58 

En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga. La gente decía admirada.

 «De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? 

Con demasiada frecuencia, nuestra mirada se queda tan corta como la de los paisanos de Nazaret: no entendemos que Dios haga algo grande de las cosas pequeñísimas que nos suceden a diario y quisiéramos que se nos manifestara de manera indubitable en vez de la sabiduría que muestra el muchacho hijo de María, a quien de tan visto como lo tenían, eran incapaces de escuchar. ¿No te pasará algo parecido a ti también?

Entonces, ¿de dónde saca todo eso?». 

 Y se escandalizaban a causa de él. 

 Jesús les dijo: «Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta». Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.

Aunque Dios tenga el poder de transformarnos no puede actuar si nuestra libertad no se lo permite. Les faltaba fe. La falta de docilidad y de apertura a la gracia imposibilita la acción divina en nuestros corazones.


JUEVES

“ Sacar de su tesoro lo nuevo y lo antiguo ”


“La parábola de la cizaña en medio del trigo y la de la red para pescar se refieren, sobre todo, a la presencia, ya operante, de la salvación de Dios. Pero, junto a los “hijos del reino”, se hallan también los “hijos del maligno”, los que realizan la iniquidad: sólo al final de la historia serán destruidas las potencias del mal, y quien haya acogido el reino estará para siempre con el Señor2. (San Juan Pablo II, Audiencia, 18 de marzo de 1987).

según san Mateo 13, 47-53 

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. 

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 

¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». 

Las palabras y los gestos de Jesús, nacidas de su experiencia de hijo, sin mudar una letra o una coma, (Mt 5,17-18) iluminaron el sentido del Antiguo Testamento desde dentro e iluminaron por dentro toda la sabiduría acumulada del doctor de la Ley. Dios mismo, que parecía tan distinto y severo, adquirió los rasgos de un Padre bondadoso de gran ternur

Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo». Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.


Si Dios es amor, todo en la Biblia me tiene que hablar del amor. Si no saco amor es que no la he leído bien.


MIERCOLES

“ Santo es el Señor, nuestro Dios ”




No es fácil, ni tiene aliciente para nosotros, salir a buscar tesoros materiales escondidos en alguna parte del mundo. Pero todos somos testigos de haber encontrado personas que han sido y son “verdaderos tesoros”. Una buena familia es un tesoro; un buen amigo es un tesoro; una pareja de enamorados es un tesoro; un matrimonio ilusionado es un tesoro.

según san Mateo 13,44-46 

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. 

 El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».


El que acepta esa misión de parte de Jesús, se llena de su Palabra, y pone su vida al servicio de esta, tiene “algo” que todos notan, tal como le sucedió a Moisés en la primera lectura de hoy (Ex 34,29-35). Nos relata el pasaje que cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las tablas que contenían Palabra de Dios “tenía radiante la piel de la cara”.

MARTES

“ El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre ”


Nada tenemos que añadir a las palabras de Ntro. Señor. Esta parábola nos hace ver la existencia del mal, que los que colaboran con la siembra del mal se hacen partidarios del Maligno, que tenemos que aprender a convivir con el mal pero no a aprobar el mal, que no nos corresponde a nosotros el juzgar, que tenemos mucho que aprender de la paciencia de Dios.

 Dios sigue dándonos oportunidad para cambiar, que confía en que el mal no tiene la última palabra, que sigue esperando, que tiene que reinar en todos, que Él sigue llevando su obra, que necesitamos aprender a amar como somos amados por Él, que sigue siendo una obra de misericordia aceptar los defectos de nuestros prójimos, que esas mismas limitaciones de los que nos rodean se nos brinda para tener una oportunidad para dar lo mejor de nosotros mismos, para dejarnos podar, y que Dios obre en nosotros capacitándonos a amar lo que humanamente no nos atrae.

según san Mateo 13, 36-43 

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo». 

 Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. 

 Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

 Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».


La fe nos invita a saber convivir con el pecado y así vencer al mal con el bien, ha hacer frente en la vida de cada día a las dificultades y pruebas de todo tipo. Mientras, tenemos que practicar la paciencia como hace Dios con nosotros hasta que al final de los tiempos brille la luz del bien y reine el amor.

 LUNES

“ El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza ”


Jesús nos lleva a considerar la pequeñez del inicio del Reino de Dios, su crecimiento oculto y la grandeza y multiplicidad de sus frutos. Dios ha plantado la semilla de su Reino en nosotros, en la realidad, de una manera silenciosa y humilde pero fecunda y llena de vida.

según san Mateo 13, 31-35 

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola al gentío: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros a anidar en sus ramas».

Cabe destacar que el Reino de Dios no sigue los criterios de los grandes del mundo. Tiene otro modo de pensar y de proceder.
 Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta para que todo fermenta». 

 Jesús dijo todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
Aun siendo la más pequeña de todas las semillas, está llena de vida y crece hasta hacerse “más alta que las demás hortalizas”. Y así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a formar parte de él es necesario ser pobres en el corazón; no confiar en las propias capacidades, sino en el poder del amor de Dios; no actuar para ser importantes ante los ojos del mundo, sino preciosos ante los ojos de Dios, que tiene predilección por los sencillos y humildes. Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que fermenta toda la masa del mundo y de la historia…”


Señor, te pido que me enseñes a ser humilde. Cuanto más alto se quiere hacer un edificio, más profundos han de ser los cimientos. Y el gran edificio de la vida cristiana y de la santidad sólo se puede edificar sobre los hondos cimientos de la humildad.  Señor yo quiero ser pequeño y humilde.

DOMINGO

“ El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido ”



 Pero todos somos testigos de haber encontrado personas que han sido y son “verdaderos tesoros”. Una buena familia es un tesoro; un buen amigo es un tesoro; una pareja de enamorados es un tesoro; un matrimonio ilusionado es un tesoro. Estas personas nos ayudan a crecer, a ver la vida de otra manera, a saber, disfrutar de esta vida.

evangelio según san Mateo 13, 44-52

 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. 

Una buena familia es un tesoro; un buen amigo es un tesoro; una pareja de enamorados es un tesoro; un matrimonio ilusionado es un tesoro. Estas personas nos ayudan a crecer, a ver la vida de otra manera, a saber, disfrutar de esta vida.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra. 

Encontrar el tesoro es encontrar la ilusión, la alegría, las ganas de trabajar, las ganas de vivir. Yo no puedo entender el cristianismo como un peso, una obligación o una ascética. Quiero vivirlo como una “mística”, como una atracción, como una seducción.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. 

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 

¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». 

Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».



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