SÁBADO
“ Jesús fue a casa con sus discípulos ”
según san Marcos 3, 20-21
En estos dos versículos tan breves pero contundentes vemos a Jesús que enseña y sigue entregándose a manos llenas a cuantos están dispuestos a escucharles o le buscan para que los cure.
En aquel tiempo, Jesús llega a casa con sus discípulos y de nuevo se junta tanta gente que no los dejaban ni comer.
Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
Sólo, unos cuantos, sus "parientes", sus allegados, los más cercanos, podríamos decir, nosotros los que le conocemos, los bautizados, los hombres y mujeres de Iglesia, van a buscarlo para quitarlo de en medio porque según su criterio estaba fuera de juicio.
Que nunca se nos olvide las palabras que salieron del corazón de Jesús: "Sin mi, no podéis hacer nada".
Hoy siguen olvidado Tus Palabras Señor y siguen sin entenderte.
Yo Señor porque eres el mejor intento seguirte, intento acoger Tu Palabra y vivie como Tu: confiando en Dios.
VIERNES
“ Llamó a los que quiso... ”
según san Marcos 3, 13-19
La llamada del Señor es un don, un regalo, es Él, el que nos llama a ser sus discípulos y de entre los llamados, a algunos los escoge para seguirle más de cerca, les envía a predicar y les da poder para expulsar los demonios.
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía al monte, llamó a los que quiso, y se fueron con él.
Por un lado, Jesús nos dice que la iniciativa es suya, el poder es suyo y la respuesta es nuestra, porque con el don de la libertad que Dios nos ha dado, como Judas, podemos traicionarle, negarle, o al contrario, podemos seguirle y serle fieles en la labor de lo cotidiano que a cada uno nos ha dado.
E instituyó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios. Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.
Jesús quiere que su obra tenga una continuación. Como Él nos prometió, siempre estará con nosotros, y por eso, nos llama a todos a la santidad y a algunos los llama para ser apóstoles, sus representantes y les encomienda directamente su misma misión de predicar el Evangelio.
Esto que Jesús hizo con los primeros apóstoles lo hace Jesús siempre con aquellos que va a elegir. Y nos debe dar devoción el pensar que, antes de elegirme a mí, Jesús ha orado por mí al Padre.
JUEVES
“ Él les prohibía que lo diesen a conocer ”
La actividad sanadora de Jesús, de la que la gente se hace lenguas, provoca la afluencia incontenible de los que llegan de todos los puntos cardinales con el deseo de ser curados de sus males. Él es como el médico de una humanidad enferma, como la fuente oculta de la salvación. Así lo reconocen los mismos espíritus maléficos cuando confiesan: “tu eres el Hijo de Dios”.
según san Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
La multitud sigue a Jesús para que cure a los enfermos hasta el punto de que se hace necesario una barca a mano para evitar que lo estruje el gentío. Pero de entre esa muchedumbre, los endemoniados lo reconocen como Hijo de Dios. Y lo gritan a los cuatro vientos.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios».
El demonio se las ingenia para que Jesús sea aclamado como Hijo de Dios sin necesidad de pasar por la prueba definitiva que es la cruz.
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
Amor y cruz van siempre unidos desde que Nuestro Señor abrazó el madero abriendo así una nueva dimensión para el sufrimiento humano.
Ante esta situación, los cristianos de hoy no podemos batirnos en retirada. No podemos dejar de hablar de Jesús y su evangelio. No podemos privar a nuestros hermanos del tesoro que el mismo Hijo de Dios nos ofrece para vivir, ya en esta tierra, una vida con sentido, con esperanza, con ilusión, antes de poder disfrutar de la felicidad total después de nuestra muerte.
MIERCOLES
“ ¿Qué está permitido en sábado? ”
según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
En el centro del espacio sagrado de la sinagoga y del tiempo sagrado del sábado. Para Jesús no hay mayor sacralidad que la de la persona humana.
Entonces le dice al hombre que tenia la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio».
Y a ellos les pregunta: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?». Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano».
No es frecuente ver a Jesús indignado. Jesús no se altera ante los débiles y pecadores. Se altera ante quienes se creen mejores y miran a los demás por encima del hombro. Se altera por esa falta de humanidad disfrazada de piedad religiosa. ¿Es posible ser piadosos y rezadores y actuar de forma disparatada? Así nos lo demuestran estos fariseos.
La extendió y su mano quedó restablecida. En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.
nos es fácil imaginarnos a Jesús haciéndonos la misma pregunta a nosotros: ¿Qué está permitido en sábado… y todos los días de la semana?Por supuesto hacer el bien y nunca el mal, que para nosotros podemos traducir en seguir a Jesús todos los días de nuestra vida por el camino que él ha andado. De esta manera, la vida y la vida en abundancia aflorará en nuestro corazón.
MARTES
“ ¿No habéis leído nunca lo que hizo David? ”
según san Marcos 2, 23-2
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Para calmar el hambre los discípulos de Jesús cortan espigas al cruzar los sembrados, esta situación estaba expresamente aceptada en la Sagrada Escritura para cualquier día de la semana, menos para el sábado
Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».
Los fariseos critican, nuevamente, a Jesús porque permite y tolera más de lo que la tradición concedía, como si menospreciara el sábado. Pero el Maestro Nazareno se defiende y defiende a sus discípulos (as) usando un argumento de la Escritura (Ver 1 Sm 21,1-7), haciéndoles ver que el Rey David, ferviente devoto del Señor se saltó una norma sagrada debido al hambre de él y sus hombres.
Él les responde: «¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, como entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a los que estaban con él?».
La Ley no es un yugo opresivo, sino liberador. La Ley no es imposición, sino don. ¿Quién es Jesús para interpretar la Ley así? Es alguien que tiene más autoridad que el Rey David, es el Hijo de Hombre, dueño y Señor de la enfermedad y del pecado y del sábado y de la Ley.
Y les decía: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
A modo de conclusión necesito mantenerme cerca del Señor para tener las fuerzas de vivir de cara a Él, sin temer ir contra corriente. Se nos vuelve a recordar que la ley suprema del Evangelio es la de la caridad, que no basta quedarse con un cumplimiento aparente o hipócrita de los mandamientos, que no es suficiente cumplir con ciertas cosas y decirse católico mientras en la práctica se sigue pensando y viviendo como pagano.
LUNES
“ A vino nuevo, odres nuevos ”
Cuando Dios se enamora de su pueblo es tiempo de alegría y no de duelo y ayuno.
según san Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Critican a Jesús, al que quieren poner en un aprieto, por el ayuno de los discípulos de Juan y de los fariseos, ayuno que no hacen sus apóstoles.
Jesús les contesta: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras el novio está con ellos, no pueden ayunar.
No han entendido nada, claro. Jesús se lo dice con parábolas pero ni aun así: el esposo es él mismo, Hijo de Dios hecho hombre, y el tiempo en que será arrebatado tiene que ver con el ciclo de su pasión, muerte y resurrección.
Llegarán días en que les arrebatarán al novio, y entonces ayunarán en aquel día.
Esa es la novedad: que él no es anuncio sino cumplimiento, no vocea ninguna promesa de Dios a su pueblo sino que es el don que Dios le entrega.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor.
Cuando el amor de Dios ha irrumpido en tu vida ya no hay motivos para la tristeza ¿es que puede ayunar cuando él novio está en medio de nosotros? Es la hora de la fiesta, porque Dios ha venido a quedarse para siempre. La venida de Jesús, su vida, su predicación y sus acciones dividen la historia de dos.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
A esas cosas menudas nos agarramos los hombres cuando no queremos entender lo que nos dice el Padre.
DOMINGO
“ Haced lo que él os diga ”
El evangelista Juan, Caná ocupa un lugar significativo en su obra. Es el pórtico del primer signo que va a manifestar a aquellos que ha llamado para que estuvieran con Él y luego anunciarán la Buena Noticia del Reino.
según San Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino».
Podemos hacer de estas tres palabras el lema de nuestra vida. A María no se le ocurre decir no tenemos vino, porque ellos sí lo tienen. El vino es la alegría del Evangelio. Un vino con el que desaparecen reservas, temores, tristezas, rutinas, pesimismos. Juan, más tarde, se hará eco de estas palabras de María cuando dice: Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo (1 Jn 1, 1-4).
Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
El Evangelista quiere que la Madre ocupa el centro del relato: allí estaba la madre de Jesús; también Jesús estaba invitado. Por seca que parezca la respuesta de Jesús, ella sabe que a una madre no se le niega nada. Y está empeñada en que todos los que participan en la fiesta de la vida disfruten del mejor vino. ¡Qué cosa tan triste una vida carente de vino, de sentido, de buena salud! La manifestación de la gloria de Jesús o, dicho de otro modo, la salvación gratuita y universal, pasa a través de la Madre.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Para que el agua se convierta en el mejor vino, hay que sacarla de las viejas tinajas de piedra. No se trata ya de relacionarse con Dios como siervos que cumplen órdenes. Se trata de relacionarse con Dios como hijos con papá.
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Caná es para nosotros el lugar donde aprendemos de María. Ella nos enseña una mirada transformadora sobre el potencial que esconde cada persona y nos invita a hacer lo que Jesús nos dice; pues sabe por experiencia que Dios da en abundancia, que Jesús da siempre más. Tenemos tendencia a idealizar el pasado, pero el evangelio nos muestra que lo mejor está aún por acontecer” (
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