Las bodas de Caná (1563). Paolo Veronese.
Es el más grande de todos los cuadros de Louvre (mide 677 cm x 994 cm). Y aun así pasa casi desapercibido, ya que está enfrentado a la Gioconda y la mayoría del público no lo ve (queda de espaldas a él). Pero hay algo que también suele pasar desapercibido en el cuadro mismo.
Aun si observamos esta obra monumental con detenimiento, tiene un detalle que resulta realmente inquietante (cuando nos lo hacen notar): a pesar de que la escena representa una boda grandiosa, imponente, Veronese pinta a todos los personajes en silencio.
La obra le lleva a Veronese unos 15 meses de trabajo. Y el episodio que representa pertenece al Evangelio según san Juan, y es donde se Jesús realiza su primer gran milagro: cuando en una boda en Caná (cerca de Nazaret) se termina el vino, Jesús pide que llenen las tinajas vacías con agua, agua que él termina transformando en vino. Y si es tan fabulosa la celebración, ¿por qué es que nadie parece estar hablando? ¿Por qué el silencio?
Es que el cuadro es encargado por el monasterio de San Giorgio Maggiore (parte del más reconocible paisaje veneciano). Como el monasterio es benedictino, los personajes del cuadro cumplen con el código de silencio absoluto que deben observar los monjes benedictinos en el refectorio donde colgará la obra.
El cuadro tiene dos partes diferenciadas: la inferior, en la que se amontonan hasta 130 figuras, y la superior, dominada por la arquitectura en la que personajes populares se representan en arriesgados escorzos, y con unos elementos arquitectónicos captados en perspectiva.
En el centro del cuadro (algo muy frecuente en pinturas italianas de esta época) está Jesucristo, sentado, con un halo alrededor de la cabeza; a su derecha, la Virgen María con un halo más débil; y junto a ambos, alguno de los apóstoles. En este sentido, el simbolismo religioso se impone sobre la lógica del protocolo del banquete. Así, mientras estos invitados ocupan el centro de la mesa, los recién casados aparecen sentados en el extremo izquierdo1 (desde el punto de vista del espectador).
En el centro del patio se sientan un grupo de músicos tocando instrumentos renacentistas: laúd y los primeros instrumentos de cuerda. El artista se autorretrató aquí, vestido con una túnica blanca y sosteniendo una viola da gamba. El pintor veneciano Tiziano se sienta enfrente, vestido de rojo, tocando un violone; Tintoretto se encuentra al violín y Jacopo Bassano al cornetto.
Un estudio más reciente2 vincula la identidad del intérprete sentado tras Veronés a la viola da gamba con Diego Ortiz, maestro de cappella de la corte napolinatana.
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