CASTILLO DE TREVEJO
Se encuentra protegido bajo la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español
El castillo de Trevejo es una fortaleza situada en Trevejo, pedanía del municipio cacereño de Villamiel, en plena Sierra de Gata.
Su origen se remonta a antes del siglo XII cuando en su lugar se levantaba una fortaleza musulmana que sirvió en el siglo XV como base para su construcción.
La fortaleza original fue conquistada por Alfonso VII de León que se lo cedió a la Orden del Temple. En 1184 pasa a manos de la Orden de San Juan de Jerusalén por mandato del monarca Fernando II de León.
Dos años más tarde el mismo monarca decidió entregárselo a la Orden de Santiago. Con el paso de la historia llegó a pertenecer también a la Orden de Alcántara.
Durante la invasión francesa de la península el castillo fue destruido para evitar que en el mismo se refugiaran guerrilleros españoles.
En la actualidad siguen resistiendo el paso del tiempo su torre del homenaje y gran parte de la muralla.
A los pies del castillo se encuentran una serie de tumbas antropomórficas de piedra y que fueron realizados para que albergaran los cuerpos de los monjes templarios que durante algún tiempo habitaron dicho castillo, aunque parece ser que esta sugerente teoría no es demasiado acertada.
Los especialistas afirman que este tipo de necrópolis, excavada en la roca, fue bastante común en Extremadura entre los siglos IV y VII d.C. y por tanto, corresponderían a época tardorromana y visigoda. Habitualmente estas fosas disponían de una gran losa que hacía de tapadera aunque la mayoría han llegado expoliadas a nuestros días y por lo tanto, carecen de estas piedras
La propiedad del castillo recae en las manos del ayuntamiento de Villamiel siendo su estado el de ruina.
Parte del recinto en la actualidad se utiliza como cementerio municipal.
El estado general de la estructura ofrece una imagen de poca conservación en el castillo.
En cualquier caso, las tumbas hace aun más atractivo el conjunto que forman el castillo, la vieja ermita de San Juan Bautista, siglo XVI,
y la pequeña aldea de Trevejo, convirtiendo este lugar en uno de los más singulares que hemos podido visitar ultimamente.
Un pequeño pueblo en el que hoy día solo habitan unos 20 vecinos, es un lugar privilegiado para disfrutar del cielo extremeño, sus atardeceres anaranjados son realmente maravillosos,
SAN MARTÍN DE TREBEJO
Situado en la falda del monte Jálama, San Martín de Trevejo nos depara más de una sorpresa. Y es que además de tener un cuidado casco histórico que alterna las construcciones típicas de adobe y piedra con sobrias casonas blasonadas y calles por las que discurre el agua en forma de regatos, tiene su propia lengua: el mañegu, una variante dialectal de A Fala.
Por si como yo, nunca habías oído hablar de ella, te diré que A Fala es una rama del galaico-portugués, con nueve siglos de historia, que sigue viva en este municipio y en las vecinas localidades de Valverde del Fresno, donde se habla el valverdeiru, y en Eljas, tierra del lagarteiru. Así ha sido desde tiempos de Fernando II y Alfonso IX y así seguirá siendo viendo el tremendo esfuerzo que realizan estas gentes en pro de su difusión y normalización.
Comprenderás que para una enamorada de la palabra entrar en contacto con este tesoro lingüístico, que sueña a gallego con toques de portugués y que ha sido reconocido como Bien de Interés Cultural, fue todo un descubrimiento. Es más, hubiera deseado tener tiempo para acercarme al resto de Os tres lugaris donde A Fala sigue siendo la lengua materna de sus habitantes.
Volviendo a San Martín, pude escuchar hablar mañegu en una tienda de productos locales donde aprendí que el queso es quesu, el vino, viñu y que si quiero endulzar mi paladar debo comprar dulcis típicus. Lo hice, unas deliciosas perrunillas.
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