LA MÁS IMPORTANTE
Entrando por la puerta Baja, a la izquierda estan:
Capilla de Santa Ana
Contiene un retablo de la segunda mitad del XIX en madera imitando jaspes. El grupo principal es Santa Ana con la Virgen de Antonio Palao y Marco (1852) y a sus costados hay estatuas de San Juan de Dios —derecha— y San Francisco de Paula —izquierda—,
tallas del barroco tardío dieciochesco. En la predela se añadieron tres tablas de la segunda mitad del siglo XVI, unaAnunciación, una posible Adoración de los Magos y el Nacimiento de Cristo.
Al lado derecho de la capilla hay un monumento funerario con esculturas de Ponciano Ponzano y Gascón al general Manuel de Ena, muerto en 1851 en la Guerra de Cuba, que fue sufragado por sus compañeros de armas. A la izquierda se encuentran dos tablas de San Vicente y San Valero de Roland de Mois.
Capilla de San José
Incluye un retablo barroco de la primera mitad del siglo XVII, reformado posteriormente con añadidos neoclásicos y academicistas en los siglos XVIII y XIX, que muestra esculturas de un seguidor de José Ramírez de Arellano
.
En los muros laterales cuelgan lienzos del siglo XVII y en el ángulo de la derecha un grabado de Nicolás Grimaldi hecho en Roma en 1720.
Entre las puertas de la sacristia se puede ver
Milagro de Calanda
Entre las dos capillas
pintura mural por R.Stolz (1952) con la restitución de la pierna amputada a Miguel Pellicer el 29 de marzo de 1640.
Capilla de San Antonio
A este santo portugués se le rinde culto en el Pilar desde el siglo XIV.
Esta capilla, de 1713, fue una de las primeras en construirse y pertenece a los Moncada, titulares del Marquesado de Aitona, tras serle cedida por el cabildo por su contribución económica a la edificación del nuevo templo barroco.
En 1755 fue decorada por José Ramírez de Arellano y su taller, con la construcción de un nuevo retablo, y por José Luzán, que pintó la cúpula al fresco con el tema Glorificación de San Antonio de Padua.
Se trata de una de las más hermosas del templo, según Federico Torralba.
El retablo del altar, fabricado en mármol negro y jaspes que van desde el ocre claro a los tonos tierra, y con dorados en los capiteles de las columnas y en la predela, produce una de las arquitecturas de retablo más interesantes de la región, que desde la mitad del siglo XVIII, reprodujo esta combinación de materiales y cromatismo.
Adopta modos del barroco romano borrominesco, con el juego sinuoso de columnas, intercolumnios, cornisas y entablamentos. Las esculturas del santo titular con un Niño Jesús en brazos en el centro, las de Santa Rosa de Lima y San Guillermo situadas entre las monumentales columnas corintias, el San Miguel del ático y los grupos de ángeles, están realizados por Ramírez de Arellano en madera policromada. En los muros laterales este mismo escultor realizó en yesería estucada de imitación de mármol una Aparición de la Virgen a San Antonio y el Tránsito del mismo santo
Capilla de San Braulio
Fue decorada por el arquitecto Manuel Inclán Valdés y los escultores Ramón Subirat y Codorniu —decoración y pintura de las pechinas— y Salvador Páramo —imagen del santo— en la segunda mitad del siglo XIX.
No es obra de gran mérito, consistente en un retablo neobarroco cuya hornacina cobija la imagen del arzobispo San Braulio.
En el lado derecho
Capilla de San Pedro de Arbues
En la clave del arco de ingreso a la capilla figura el blasón del Cabildo Metropolitano de Zaragoza, al que perteneció el inquisidor Pedro Arbués, asesinado en La Seo y canonizado posteriormente como mártir de la iglesia católica.
La capilla contiene un retablo del siglo XIX con relieve de madera estucada imitando mármol, de Antonio Palao: San Pedro Arbués en Gloria (1873) así como la imagen procesional del Santísimo Cristo de la Expiración en el misterio de la Séptima Palabra de Juan Manuel Miñarro López, que pertenece a la Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista y que procesiona con ésta las mañanas de Viernes Santo desde 2014.
Capilla de San Lorenzo
Otra de las capillas que contiene elementos de la fábrica original barroca inaugurada en 1718, como los tiene la de San Antonio de Padua. De esa época se conserva el fresco de la cúpula, una Subida de San Lorenzo a la Gloria portado por ángeles, dinámica composición barroca de 1717 de Francisco del Plano, y el arrimadero o zócalo de azulejos valencianos.
En los laterales, otros dos lienzos del mismo pintor: San Lorenzo ante el emperador Valeriano y El martirio de San Lorenzo, de la misma época. Destacan la expresividad en los gestos y la técnica de pincelada suelta.
El santo delante del emperador Valeriano
El altar es obra posterior, y fue diseñado por Ventura Rodríguez en 1780 y ejecutado por Juan Bautista Pirlet —cantería de jaspes y mármoles— y Juan Fita —escultura—, que cinceló en estilo académico neoclasicista el mediorrelieve de la escena central, Subida de San Lorenzo a los cielos, y la escena de la predela, Matanza del papa Sixto II y sus diáconos por las tropas de Valeriano.
Siguiendo este recorrido, seguiría el espacio dedicado al Museo Pilarista que será comentado en último lugar.
Capilla de San Joaquín
Su altar está conformado por un retablo de madera sobredorada clasicista de alrededor de 1770 procedente de un convento de Tauste. En 1852 se incorporó en su camarín central un San Joaquín con la Virgen Niña de Antonio Palao ante una perspectiva pintada por Mariano Pescador.
Al lado del evangelio se halla el sepulcro del primer duque de Montemar José Carrillo de Albornoz, muerto en 1747 y héroe de las campañas dieciochescas en Italia, concretamente en la batalla de Vitonto, por la que la Monarquía Hispánica recuperó el reino de Nápoles.
Sacristia de la Virgen
Fue construida en 1754 por iniciativa del arzobispo Francisco Ignacio de Añoa y Busto sobre diseños de Ventura Rodríguez.
Es un espacio cerrado por muros al que se accede mediante un pórtico de mármol negro y jaspes ocres a terrosos rematado en frontis triangular y con puertas de nogal talladas con un relieve en el que se muestra el blasón del arzobispo promotor de la obra por Ramírez de Arellano.
La sala, de gran suntuosidad, decorada con escultura del mismo José Ramírez y pinturas de Joaquín Inza, es de planta rectangular, casi cuadrada. Notables son el pavimento, taraceado en mármoles, y cuatro puertas labradas con estampas marianas.
Destacan asimismo los armarios de nogal que hasta finales del siglo XX custodiaron las «Joyas de la Virgen», actualmente en el Museo del Pilar.
En el interior de dos recargadas urnas rococó y sobre sendas a modo de bandejas, se contemplan dos cabezas degolladas policromadas de San Pablo y San Pedro muy efectistas atribuidas también a Ramírez de Arellano.
En el tramo oeste, en el trascoro, se encuentran cuatro pequeñas capillitas, a ambos lados del coro, entre las que destacan las capillas del Ecce Homo (con un cuadro atribuido a Roland de Mois) y la de la Buena Esperanza.
http://maravillasdeespana.blogspot.com.es/2015/06/el-pilar-de-zaragoza.html
Niña María
Hace 4 días
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