El Papa llegó todavía con la sotana blanca de cuello demasiado ancho, con sus zapatos negros cómodos, de hombre que camina mucho, su cruz de metal oscuro, y sus gafas de patillas demasiado cortas, que le resbalan por la nariz cuando lee y tiene que subir una y otra vez para que no se caigan.
Era la imagen de una bondad sencilla.
El Papa saluda a los cardenales en un encuentro divertido y espontáneo
en la sala Clementina.
“Valor, hermanos: Probablemente la mitad de nosotros está en la vejez. Y la vejez , se dice, es la sede la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús.
Demos esta sabiduría a los jóvenes: como el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor: demos a los jóvenes la sabiduría de la vida”.
El Cardenal italiano Giovanni Battista Re recibió ayer, durante el encuentro del Papa con los cardenales, un afectuoso agradecimiento de Francisco, quien dio las gracias «al queridísimo cardenal Giovanni Battista Re, que ha hecho de jefe nuestro durante el Cónclave. ¡Muchas gracias!».
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