Carta escrita en marzo de 2009 por un Diácono Permanente de la Archidiócesis de Madrid.
Queridísimo hijo Vicente, ¡hace ya cinco años de aquel 11 de marzo! ¡Cinco años sin estar físicamente con nosotros! Aunque sigues estando, y siendo el centro en nuestras oraciones. En estas fechas llenas de recuerdos, y a pesar de que hablamos muchas veces, no quiero dejarte sin unas letras sobre lo que ha ocurrido este año. Estuvimos en Tierra Santa, con la peregrinación diocesana, y vivimos muy de cerca los misterios de la Cruz de Cristo. Esa Cruz que tanto rechazamos... Al venir, a mamá le detectaron un melanoma canceroso y vivimos otra vez la voluntad de Dios. La noticia nos dejó... ¡Somos humanos! Hicimos uso de la fe y esperanza en Él y, al estar unidos, nos hacemos fuertes ante el dolor, y más si lo comparamos con el de Cristo. Gracias a Él, el tratamiento responde. María y Fausto van a ser papás. Han confiado en Dios y en la intercesión de la Madre, Virgen de la Almudena, ¡y han sido escuchados! En estos cinco años, son muchos los seres queridos que nos han dejado y han pasado a disfrutar de la presencia de Dios, en la Casa del Padre. El último, nuestro querido Pablo Domínguez. Su muerte nos ha dejado desconcertados, como nos ocurrió con la tuya. Dejo de escribir, pero nunca en el recuerdo, con la fe y esperanza de saber que nos falta un año menos para juntarnos y vivir nuestra resurrección con Cristo. Besos, papá.
Fausto Marín
Bendecir (Ritos y gestos - XVI), 1ª parte
Hace 17 horas
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